En un momento complicado de su gestión, metió la venta millonaria de Vigo a River para darle respiro a una economía que cruje en Colón. Acertó con la vuelta de Eduardo Domínguez y le dio el gusto con los dos refuerzos que el "Barba" pidió: Paolo Goltz y Alexis Castro.
Es el mismo Vignatti. Claro que no es el mismo que irrumpió en los '90 con bigotones y sombrero de hacendado bajo la figura de "Tengo la plata para salvar la quiebra de Colón". Porque está claro que el paso del tiempo es real y que los años se vienen encima sin carnaval ni comparsa. Pero es el mismo Vignatti el que equivoca y acierta.
Porque el Vignatti del "kilombo" con UTEDyC, el del juicio con Burrda Sport, el del sistema de socios que no funciona y el que no quería pagarle a nadie en pandemia es el mismo que armó la mejor venta de los últimos años, de club a club en la Argentina. Porque vender, en un fútbol argentino en pandemia la mitad de un jugador en dos millones de dólares con menos de 50 planillas y sin pasaporte, hoy pasó casi desapercibido.
El Vignatti de las últimas espinas es el mismo de este par de rosas. Sería injusto creer que Vignatti pifió con Comesaña, no se sacó a tiempo de encima a Lavallén y se equivocó con Osella, pero que a Eduardo Domínguez lo trajo el quinto vocal suplente que no va nunca al club. "Al César lo que es del César"...siempre.
El Vignatti del "paga Dios" en pandemia es el mismo que le armó plan de pagos con deuda cero a Berros para renovar con el "Barba". El Vignatti de "no hay plata para nadie" es el mismo que preparó las cancelaciones de los reclamos de Fritzler y Doffo. Y el mismo que tiene una oferta para Lucas Viatri.
El Vignatti que gambetea casi siempre el aumento de los entrenadores y profe de inferiores es el mismo que está a punto de cerrar la compra de una cancha con medidas profesionales de césped artificial para entrenar (y eventualmente jugar) los días de mucha lluvia en el predio. Es el mismo Vignatti, el de las rosas y las espinas. Espinas y rosas. "Al César lo que es del César", siempre.
El Vignatti que se encaprichó con Brian Fernández (negocio pésimo por ahora) es el mismo que destrabó la llegada de Paolo Goltz para transformar el "coladero" que era esa defensa a esta expresión de cero gol recibido en mucho tiempo. El Vignatti de los Cadavid y compañía es el mismo que le dio el gusto al entrenador para "sacarle" a San Lorenzo a un tal Alexis Castro, que ya casi se paga solo con dos goles en tres partidos.
El Vignatti que se equivoca es el mismo que acierta. Sigo pensando y escribiendo lo mismo desde hace años en El Litoral: Vignatti es el dirigente de fútbol más "DETERMINANTE" en la historia de los últimos 30 años en Santa Fe. Como también digo que en los últimos tiempos, sin discusión, cometió más errores que aciertos en la elección de entrenadores y supuestos refuerzos. "Al César lo que es el del César", siempre.
"Depende de mi salud, de las ganas y la familia", le dijo en exclusiva a El Litoral hace un puñado de semanas pensando en su reelección. La salud no se negocia, la familia menos: es decir, no hay grises. Está sano o está enfermo; lo acompaña la familia o no lo acompaña. Simple. Salud y familia, algo absoluto.
Pero el tercer tips, el de las ganas, es relativo. No es lo mismo para Vignatti ir a las urnas con plata que sin plata; no es lo mismo para Vignatti ir a las urnas con un buen técnico y un equipo respetable que con una "murga". Mucho más en un club como Colón, donde el fútbol es el punto de partida y de llegada desde los tiempos de "El Campito".
En Colón, no tengo dudas, el oficialismo (desgastado) no sumará votos a su colchón histórico de los socios "viejos" con la maqueta de la nueva sede ni con las obras del predio. Vignatti, como desde cuando llegó al club en los '90, se hará fuerte en las urnas si transmite tranquilidad económica (en junio el club debe percibir otros 100 millones de pesos de River) y si el fútbol profesional está ordenado.
Apagar el incendio de los reclamos/juicios en cadena y acompañar de la mejor manera su último gran acierto (léase Eduardo Rodrigo Domínguez) debieran ser los mojones del camino a una nueva reelección de José Néstor Vignatti en Colón. Siempre entendiendo y leyendo que ésto es fútbol, el tercer rubro más cambiante y menos previsible de la Argentina después del dólar y la nafta.
Alguna vez Daniel Alberto Passarella (único jugador criollo que tiene en la mesita de luz las dos medallas de "Campeón del Mundo" FIFA 1978 y 1986) patentó para todos los tiempos la frase de "Juan Ano", haciendo referencia que en el fútbol hay que tener suerte. La contracara, por ejemplo, la daba el "Emperador" Julio César Lamas, multicampeón del básquetbol argentino, que en un pizarrón en "El Hogar de los Tigres" escribía con tiza para que leyeran todos los días sus jugadores antes de entrenar la siguiente frase: "En el único lugar del mundo que la palabra SUERTE está antes que la palabra TRABAJO es en el diccionario". Ese Libertad de Sunchales de Lamas barrió la Liga.
Nadie se va al descenso por falta de suerte ni nadie sale campeón por exceso de fortuna. En el fútbol de Santa Fe está instalada la idea: "Vignatti es un tipo con suerte" y al toque la explican así sus detractores (de la vereda de enfrente y también de la supuesta "propia") en la última hoja de ese libro: "El Gringo se iba al descenso y lo salvó la pandemia".
Esas anécdotas le dan vida al título del imaginario popular: El "culo" de Vignatti. No creo que vender a Vigo así sea "suerte", porque aprendió cómo vender y no regalar jugadores. Tampoco lo del entrenador, porque después del invento de Comesaña, la apuesta por Lavallén y la desesperación por Osella, tenía que volver a algo más terrenal, eficaz y previsible. Entonces, le dijo a Darrás: "Horacio, llamálo a Eduardo".
Ni vender a Vigo ni acertar con el "Barba" es suerte. Pasa que Vignatti sale a flote cuando se le hundía el barco a un par de meses de los comicios y eso sí parece una gambeta del destino. Apareció la plata y aparecieron los puntos, en el peor momento de su gestión. Pero el Vignatti que pifia es el mismo que acierta. "Todo lo bueno y todo lo malo resumido en una sola persona", otra frase armada en torno a su amada/odiada figura.
Las rosas y las espinas salen de la misma mano en el Mundo Colón. "Al César lo que es del César" siempre.