Osella y esta dura misión de reconstruir sobre los escombros
Colón no sólo perdió un partido, sino que continúa dejando jugadores en el camino. Farioli se habría roto el tendón de Aquiles y Nicolás Fernández estaría desgarrado. Otra vez, ante la adversidad, el equipo no tuvo respuestas.
Osella y esta dura misión de reconstruir sobre los escombros
Colón no hizo un mal primer tiempo y desperdició dos situaciones tan claras como imposibles de fallar que habrían cambiado la historia en el partido con San Telmo, el último sábado en el Estadio Brigadier López. Pero al hincha no le alcanza para mitigar la bronca, que va en estado creciente. Bronca y decepción, porque acá se fundó y se creó una ilusión en la parte inicial del torneo que hoy se ha derrumbado y está prácticamente hecha añicos. Y en el caso puntual de este partido ante San Telmo, no sólo que se perdió y de local -condición en la que Colón ya dejó hace tiempo de ser casi invencible- sino que se lesionaron dos jugadores (uno de ellos de aparente gravedad) y la imagen desdibujada del final fue de una impotencia y una falta de rebeldía que ya se ha convertido en un problema total (futbolístico, físico y mental).
Pasaron varios partidos, hay otro entrenador y el problema anímico no está solucionado. Foto: Luis Cetraro
Diego Osella está tratando de reconstruir sobre los escombros de un equipo que alguna vez tuvo una identidad, tuvo eficacia, tuvo jugadores desequilibrantes, tuvo una fortaleza en condición de local que se convirtió en una pesadilla para todos los que pisaran el Brigadier López y le alcanzaba con jugar bien un rato (a veces un ratito) para liquidar a los rivales, a veces hasta goleándolos. ¿Qué quedó de aquél equipo?, casi nada. O directamente nada.
La demora de Vignatti para entregar el mando fue un obstáculo que esta comisión directiva se encargó de subsanar con Delfino y un equipo que rápidamente encontró intérpretes y libreto. Colón fue más hasta que enfrentó a San Martín de Tucumán, hoy convertido en un devorador de rivales.
Delfino, De Paoli, Osella...
Las urgencias y presiones se lo llevaron “puesto” a Delfino (hoy muchos creen que la decisión fue apresurada), aunque Delfino no supo ponerle freno a esa caida que él mismo empezó a anunciar desde tiempo atrás, cuando decía dos cosas: 1) que el equipo iba a entrar en una meseta-caida; 2) que había que llegar bien a octubre. Lo primero se dio y no le puso freno. Para lo segundo, se dio todo lo contrario: llegó muy mal a octubre.
Fue flojo el mercado de pases y fue errónea la decisión de traer a De Paoli. El combo de equivocaciones no hizo más que agravar el cuadro de situación. Y ahora Osella tiene que trabajar, como se dijo, sobre los escombros. Hoy Colón encuentra respuestas y necesita de chicos que al principio de la temporada no estaban en los planes ni en el plantel, como Yossen, Forneris, Taborda o Yunis. Bienvenida sea la aparición de estos chicos, pero convengamos que su proceso no fue el que debió ser para que ingresen al equipo con la base física, futbolística y competitiva que debieron darle si estaban en otro plano de consideración.
A dos fechas del final Colón llega mal, dubitativo y trastabillando, sin dar imagen de solidez futbolística ni aprovechando las mini rachas para reencauzarse. Foto: Luis Cetraro
La malaria se transporta también a los lesionados. Contra Chaco For Ever, Castet (un mes afuera por lo menos); contra San Telmo, Nicolás Fernández, su reemplazante (casi seguro un desgarro) y, como si esto fuera poco, Teuten también afuera desde hace tiempo y sin recuperarse. A eso hay que sumar lo de Farioli (¿rotura del tendón de Aquiles?) y menos mal que a Guille sólo le dieron una fecha y lo podrá tener el domingo con Rafaela.
Resaca del descenso
Cuando Colón perdió con Nueva Chicago en el tercer partido de De Paoli al frente del plantel, el presidente Godano reconoció a El Litoral que se había contratado un coaching. Se veía que lo anímico –y el problema interno del que luego el ex técnico y los jugadores hablaron– repercutía en el rendimiento del equipo.
Pasaron varios partidos, hay otro entrenador y el problema anímico no está solucionado. A la primera de cambio, al primer obstáculo en contra, este equipo se despedaza. La prueba elocuente se dio este sábado ante San Telmo, un buen equipo al que Colón superó en pasajes del partido hasta el gol de Ayala. Después, fue todo impotencia, nervios, ataduras y jugadores que no soportan el hecho de entrar y recibir la reprobación de un hincha que reacciona con esa bronca que llega de la mano de la insatisfacción y la frustración por todo lo que se ha dado en este año, como resaca del descenso.
Sobre estas ruinas futbolísticas está intentando construir algo Osella. El partido con Defensores de Belgrano fue una luz de esperanza que se desvaneció con el flojísimo partido en Resistencia y esta derrota ante San Telmo. La mala puntería o las malas decisiones hicieron que no se aprovecharan los momentos y las oportunidades para que el resultado sea otro. Y después del gol de San Telmo, la imagen del equipo fue de un desorden, impotencia y falta de rebeldía que lo llevó a no generar una sola situación clara en más de media hora, con un nivel futbolístico que cayó estrepitosamente.
Cuesta creer que a dos fechas del final, Colón todavía esté pugnando por entrar en el Reducido cuando, en un largo pasaje inicial, se creía que a esta fecha iba a estar preparándose para jugar una final por subir a Primera. Pero la realidad es que a dos fechas del final, Colón llega mal, dubitativo, trastabillando a cada momento, sin dar una imagen de solidez futbolística ni aprovechando las mini rachas (como los triunfos ante Almagro y Defensores de Belgrano) para reencauzarse.