En la tierra del Chimborazo (los habitantes de esta ciudad se jactan de que tienen la montaña más alta del mundo) y con varios hechos históricos en los que fueron “primerizos” (allí se realizó la primera Asamblea Nacional, las primeras olimpíadas nacionales y tienen el primer club, precisamente Olmedo, que cumplirá 100 años en todo Ecuador), Independiente del Valle desperdició una gran oportunidad de llegar al segundo lugar en la Liga Pro de Ecuador, un puesto que resulta apetecible porque asegura un cupo para la Libertadores del año que viene, justamente una de las conquistas para aquél que se lleve la Copa Sudamericana a sus vitrinas el 9 de noviembre.
Cuando se iba de la cancha, Ricardo Dillon, aquél que vistiera la camiseta de San Martín de San Juan y que hace un tiempo que está dirigiendo al Olmedo (un equipo que no concentró por dificultades económicas y se encontraron en el estadio un par de horas antes de salir a la cancha), le decía a los enviados de El Litoral, en tono de broma: “Pásenle mi teléfono a Pablito Lavallén, a quien conozco bien de cuando estuvo en mi provincia dirigiendo a San Martín, que le voy a contar cómo tiene que hacer para ganarle a Independiente”.
Esto viene a cuento, porque antes del partido y en una larga charla que El Litoral reproducirá en próximas ediciones, Dillon era contundente:
-Ricardo, ¿ves como un batacazo que Independiente del Valle esté en la final de la Copa Sudamericana?
-No… Batacazo sería que nosotros le ganemos esta tarde.
Y le ganó. Y lo hizo con justicia aunque sufrió en el segundo tiempo cuando Independiente se decidió a hacer lo que no pudo hacer en el primero. Pero la reacción llegó cuando Olmedo marcó el gol. Dio la sensación de que había que mojarle la oreja para que reaccionara. Y la pelota no quiso entrar. Casi de “manual” lo que le pasó. Aunque también vale decir algo: si Olmedo hubiese tenido precisión en la contra, algún gol más le hacía.