Enzo Trossero, ese Gringo guerrero que hizo historia
Es difícil encontrar casos como el del rubio y recio defensor de Esmeralda. Se acerca el Pato Pastoriza, pero le faltó una materia que le hubiese encantado y vaya a saber por qué nunca pudo rendirla: dirigir a Colón.
Enzo Trossero, ese Gringo guerrero que hizo historia
Se repitió hasta el cansancio que Independiente y Colón son dos clubes ligados por la historia y por los excelentes jugadores que pasaron de uno a otro. En los '70 y para formar parte de grandes equipos coperos, de Colón emigraron futbolistas que alcanzaron la gloria con el Rey de Copas. Baley, Villaverde, Trossero, Zimmermann, el Patito Brítez y el chaqueño Mazo, entre otros, siguieron los pasos del Pato Pastoriza y el Mencho Balbuena. El Pato, un ídolo en Independiente, conoció lo peor de lo peor cuando se puso la rojinegra que tanto quería y le tocó jugar en los durísimos tiempos de la "C", en aquél mediocampo con Boveri y el Beto Poncio. Llamativamente, el Pato nunca fue entrenador de Colón. Fiel amigo y agradecido de por vida a aquél notable presidente que tuvo Colón en esos tiempos -Italo Giménez-, el Pato se subía a su coche y venía a Santa Fe a visitar a su presidente-amigo, cuando él triunfaba en el fútbol ya como director técnico e Italo atravesaba los últimos años de su vida con mucha austeridad y algunas necesidades (cuentan que el Pato lo ayudaba económicamente, como agradecimiento a lo que Italo le había dado).
Es difícil encontrar a alguien que haya jugado en los dos y luego haya sido entrenador en los dos. Es el caso de Enzo Trossero, aquél Gringo oriundo de Esmeralda, que siendo muy jovencito (con 15 años) ya jugaba en la primera de Sportivo Belgrano de San Francisco y acostumbraba a enfrentarse con los equipos de Santa Fe y Rosario en partidos amistosos. Allí lo vieron en Colón. Ya el técnico era el Vasco Urriolabeitia, quien lo llevó a Necochea a una pretemporada a principios de 1972. Era la primera vez que el Gringo se subía a un avión y tuvo que viajar a Buenos Aires. Lo había apuntado el Vasco y también el Gitano Juárez, que era el técnico de Newell's en ese entonces. Se vino a Colón porque puso más dinero, pero lo que pocos saben es que antes de todo eso, se probó en Estudiantes.
Pero lo que también cuenta la historia que fue el Gitano, justamente, el que lo impulsó a la selección. Se había armado, en la época de Menotti, un equipo del interior que se fue de gira. Y cuando volvieron, estaba José Epelboin en el aeropuerto, esperándolo para llevárselo a Independiente. El jugaba en Colón y no hubo mucho que discutir: el dinero era muy grande para el club y también para el Gringo. El Gitano le había anunciado en el avión que a la llegada a Ezeiza iba a tener una sorpresa.
En Independiente, lo dirigió Pastoriza. "El era el técnico y yo el jugador, y sobre la base del entendimiento del lugar de cada uno, puedo decir que se construyó una amistad. Los dos nacimos el mismo día, el 23 de mayo, pero él me llevaba once años que nunca se notaron en el trato diario. Yo lo admiré por su juego, sus conocimientos y la manera de volcarlos. Sentí mucho su muerte", declaró el Gringo, que fue uno de los expulsados en aquél famoso partido final del Nacional del 77 ante Talleres. La épica de Independiente lo llevó, con el gol de Bochini, a quedarse con el título en cancha de Talleres con tres jugadores menos. Uno de los expulsados fue Trossero. "Un día le escribí una carta a Roberto Barreiro, que fue el árbitro. Quería saber por qué me había expulsado. Nunca me contestó. Estuve 153 días expulsado", recuerda el Gringo.
De aquélla famosa defensa con el Negro Baley en el arco y una línea de cuatro magnífica que integraban Aráoz, Villaverde, Trossero y Enrique, a otra en la que compartía también la zaga con su compañero de casi toda la vida (Villaverde) y que fue campeona del mundo. "Con Hugo Villaverde fui compañero de defensa durante más de diez años. Nunca un sí ni un no, salvo luego de un partido decisivo contra Estudiantes, creo que en el '82, que nos quedamos afuera por diferencia de un gol. En la revancha, Trama me tiró un caño y yo más lento que él no lo pude agarrar, siguió corriendo unos metros, tiró al arco y la clavó. Yo le dije a Hugo por qué no había achicado antes. Al otro día, me encaró y me dijo: 'Yo nunca te dije nada a vos, vos no me digas nada a mí, ¿estamos?'. Antes y después de eso una gran relación", cuenta el Gringo.
En su etapa posterior, la de entrenador, volvió a sus dos grandes amores. Fue técnico de Colón en el primer año en la A. Vignatti tenía decidido echarlo cuando se iba a jugar la última fecha del Apertura '95. Llegó Racing a la cancha de Colón con la posibilidad de ser campeón y Colón lo goleó. No le quedó otra alternativa que dejarlo, pero al segundo o tercer partido del '96, lo despidió. Allí se inició un conflicto judicial que debe haber sido de los más prolongados de la historia en Colón.
Precisamente, como técnico de Independiente, tiene un recuerdo que lo vincula con Colón. Cuando le preguntaron cuál fue el día más triste como entrenador, señaló que "un viernes a la noche con Independiente, que veníamos con un invicto de 8 fechas y perdimos 3-2 con Colón en nuestra cancha y ahí dejamos escapar la chance de ser campeón, en el Clausura 2000. Terminamos subcampeones". Fue contra el Colón de Piazza -otro técnico de los dos- que por diferencia de goles terminó tercero en un torneo espectacular con un Bichi Fuertes incontrolable y goleador del certamen.