Tres victorias consecutivas, puntaje ideal, ocho goles a favor y cero en contra. Los números son elocuentes, suficientes para que un entrenador esté plenamente satisfecho. Sin embargo, Eduardo Domínguez se da el tiempo de mencionar a los jugadores que tiene afuera. Habla de Bianchi, habla de Delgado, habla de Ferreira, habla de Bernardi y habla de Morelo. Tres de los cuatro -por Ferreira no podría ser tan contundente- tienen "chapa de titulares". Sin embargo, encontró respuestas en Garcés -ahora expulsado-, en Piovi, en Escobar (por estos dos últimos, estando Delgado en condiciones daría la impresión de que se disputarían el puesto de carrilero) y ha tenido capacidad de gol en los delanteros (sobre todo en Leguizamón y Sandoval).
Esta "segunda versión" de Domínguez ha venido sensiblemente mejorada en cuanto a la propuesta de juego, a la identidad. Es cierto que mantiene algunos fundamentos básicos, como el de intentar levantar la bandera de la eficacia (defensiva y ofensiva) como principal estandarte. Pero Colón da muestra de saber lo que quiere en la cancha, sigue jugando sobre los errores del rival, trata de conocerlos y de atacarlos -a esos errores- y tiene una idea casi obsesiva por la practicidad.
Tenés que leerDomínguez: "A Luis (por el Pulga) hay que cuidarlo por todo lo que da"Si algo bueno ha conseguido, es que los jugadores logren entender lo que quiere. Colón ha jugado siempre igual desde lo táctico. Apenas se advirtieron algunos pocos retoques, como el que hizo el sábado, cuando puso a Alexis Castro de titular, a sabiendas de que se iban a producir espacios a las espaldas de los volantes. Y entendió que esos espacios debía capitalizarlos con algún volante con más llegada. Pero en esencia, Colón ha sido el mismo equipo siempre, tanto en lo táctico como en lo estratégico. Colón es un equipo que le importa más el hecho de tener controlado al rival para impedirle que lo lastime, que tener controlado el partido por dominio, o por mayor tenencia de la pelota.
La llegada de Paolo Goltz, Alexis Castro y Nicolás Leguizamón se han convertido rápidamente en refuerzos. Mura jugó poco hasta ahora y Ferreira todavía no. Le dio juego a Meza y Garcés, logrando que el sistema no se resienta. Con Goltz, consiguió algo que en Colón se venía fallando sistemáticamente desde hace tiempo: encontrar un caudillo, un ordenador de la defensa. En la Superliga pasada, Colón había sido el equipo con mayor cantidad de goles en contra. Por un lado, el equipo disfrutaba de la gran campaña hasta llegar a la final de la Sudamericana, por el otro sufría en el torneo local y su valla era visiblemente castigada. Llegó Domínguez y toda esa sensación de inestabilidad defensiva desapareció.
Bianchi, Delgado, Morelo y hasta el mismo Bernardi son jugadores indiscutiblemente titulares o capacitados para pelear el puesto con el que le pongan encima. De ellos habló el técnico, no para señalarlos tajantemente como titulares, sino para decir que todo lo que se logró hasta ahora, fue sin contar con el potencial completo. Moraleja: el técnico cree que el nivel no ha llegado a su tope y que todavía hay material suficiente, en nombres y en funcionamiento, que permita una mejoría.
Lleva dirigidos Domínguez en los dos períodos. Ganó 30, empató 20 y perdió 19. Su equipo convirtió 88 goles y le marcaron 62. En 31 partidos, consiguió mantener la valla invicta. Sacó 110 puntos sobre 207 (53, 14 % de eficacia). Sus números en este segundo período son muy buenos, al punto que para el promedio, ganó todos los partidos que se han computado.