Cambió el partido y también la imagen. Colón ya no fue el equipo impotente y superado del otro día. Ni tampoco Argentinos fue el equipo que mandó y jugó a su ritmo y conveniencia. Se dio vuelta la historia y los penales desataron la euforia. Con mucho de desahogo y gritando broncas acumuladas. Si alguna vez hubo memoria –difícil en estos últimos- sin dudas que se recuperó en un partido que se presentaba complicadísimo por donde se lo mire: 1) porque el rival había sido más en la ida; 2) porque debía remontar de visitante un resultado adverso; 3) porque lo jugaba en una cancha chica, que puede convertirse en otro rival si no se la sabe entender y descifrar.
Pero si en aquél encuentro en la cancha de Colón, Dabove había ganado el partido con su propio libreto, Lavallén lo hizo ahora con el propio. Cerró a Bernardi como volante interno adelantado, le dejó el campo abierto a Vigo para que juegue más de “8-7” que de “4”, hizo que Leguizamón arranque desde atrás y al Pulga lo mandó a jugar de delantero, bien arriba. Hizo todo lo contrario de lo que muchos suponíamos, en el sentido de que sacrificó la mayor claridad que puede aportar el Pulga Rodríguez para dejarlo a la espera de que la pelota le llegue y no de que sea él quien vaya a buscarla para generar juego. Y en el medio, Aliendro y Estigarribia se convirtieron en buenos laderos de Fritzler para recuperar y para jugar.
Tenés que leerLas fotos de la histórica clasificación de ColónTodo eso se dio bastante bien en el primer tiempo, aunque careciendo de profundidad. Y en el segundo, cuando Argentinos emparejó el trámite del partido, aparecieron las dos o tres situaciones propicias que, eficacia mediante, le dieron la chance de los penales. Primero había avisado Leguizamón con un remate violento en el travesaño y luego llegó el gol de cabeza de Bernardi para ganar el partido. Y para ganarlo bien, con merecimientos y dejando una buena impresión, algo que hacía bastante tiempo no se daba.
Se nota que Lavallén es un técnico que prioriza el juego, que quiere que su equipo funcione, que tenga una línea de juego y que supere en ese aspecto al rival. Eso se dio. Y también agregó una respuesta anímica, traducida en actitud combativa en todos los sectores de la cancha, para provocar un mejoramiento generalizado del equipo.
Probablemente estemos partiendo de una base bastante baja, porque, en realidad, los buenos momentos de Colón se cuentan muy de a ratos en estos últimos tiempos. Pero los signos que el equipo dio en La Paternal apuntalan el sueño de que algo nuevo pueda comenzar y que se dejen de lado las incertidumbres y el pesimismo que rondaba como aureola en cada presentación sabalera, más allá inclusive de algunas victorias que permitieron escalar posiciones en las copas, tanto la Sudamericana como la Argentina. Se generaron pocas situaciones claras, pero hubo eficacia. Y eso compensa, porque de nada sirve si se crean 6 o 7 situaciones y no se convierte, así como de mucho sirve que sean dos y que una vaya adentro. Y también porque aquella eficacia de la que se hizo gala allá arriba, también fue una virtud defensiva: más allá de un remate desde afuera del área que pegó en el travesaño y de una tapada de Burián en el primer tiempo, Argentinos no llegó y Silva, que fue difícil de anular en la ida, no tuvo la misma incidencia por más que se le reconoce un grado de peligrosidad que es merecedor de cuidados extremos por parte de los defensores (esta vez fue Acevedo como primer central y Olivera como segundo, a diferencia de lo que pasó en el primer partido).
Si los penales hubiesen resultado esquivos para Colón, el concepto no iba a variar: Colón mejoró, jugó casi todo el primer tiempo mejor que el rival, luchó cuando debía luchar, jugó cuando las circunstancias y el rival se lo permitía, fue eficaz y ganó con justicia. Estas razones son suficientes para que la escala de merecimientos no admita discusiones y también para generar ondas positivas que costaba mucho que el equipo las genere por la poca empatía y la levedad con la que muchas veces se lo vio jugar en estos últimos tiempos.
A eso le agregó entrega, actitud, firmeza y una respuesta física que se vincula mucho más con la del resto de los equipos. En esto también se ha dado un paso adelante. Y en buena hora que así sea y que se pueda sostener en el tiempo, otro aspecto que vale y sirve pensando en el futuro.