Lunes 9.11.2020
/Última actualización 12:32
El número final y oficial del Gobierno de Paraguay, en un trabajo conjunto de la Dirección General de Migraciones y la Secretaría Nacional de Turismo (SENATUR), se clavó en 39.226 hinchas sabaleros que ingresaron al país entre el miércoles y este sábado 9 de noviembre. Sin dudas, algo nunca visto, que superó ampliamente el último antecedente: los 27.000 hinchas de Racing Club de Avellaneda en 1966 contra el Celtic de Glasgow en el famoso tercer partido jugando en Montevideo con el recordado gol del “Chango” Cárdenas.
En tiempos de crisis, el amor pudo más. Desde lo que podían pagarse un vuelo (1.575 hinchas) hasta los que desandaron la ruta y los casi 900 kilómetros de Santa Fe a Asunción del Paraguay en esta Final Única.
La mayoría (28.214) eligió llegar por tierra hasta el paso fronterizo de Clorinda-Puerto Falcón. Claro que, con el esperado “cuello de botella”, muchos (2.545) eligieron el desvío de la balsa, mientras que los otros dos puntos de ingreso fueron Yacyretá (1.382) por donde sólo podían pasar coches pero no micros y Encarnación (5.510).
Pero, además, lo que dejó la jornada única, histórica e irrepetible de la Final Única con hoteles agotados (8.000 plazas) un mes en Asunción del Paraguay, con más de 200 micros fletados, con gente que se mandó en moto y el famoso hincha de San Javier en bicicleta.
El país futbolero se rindió a los pies de lo que hizo la gloriosa hinchada de Colón en Paraguay. Llegaron los elogios de varios lados y más allá de los canales o sitios deportivos, hasta los propios canales de noticias (por caso TN, Crónica, Telefé) se hicieron eco del “Fenómeno Colón”, como eclipsando hasta la misma libertad de Lula en Brasil.
Pero de la misma manera que el hincha, socio y pueblo sabalero ganó por goleada en las tribunas de La Nueva Olla de Cerro Porteño, habrá que decir que el equipo de Lavallén faltó a la cita. Porque más allá del intento de “arrebatada” final con el descuento 1-2 de Olivera, habrá que ser sinceros y honestos para decir que “Colón nunca se metió en partido”.
Desde la táctica y estrategia de los bancos, este “canario” español de 35 años fue mucho más que un irresoluto Lavallén. Y porque además los muñequitos ecuatorianos dieron siempre la certeza de tener todo bien clarito ante las dudas de los once de Colón.
Y fue así nomás: la gente ganó por goleada (con casi 40.000 almas) la Final Única ante esos 500 o 600 ecuatorianos. Pero el cuadro nunca estuvo a la altura del marco. En la cancha, esta vez, el milagroso Colón faltó a la cita.