Tomás Rodríguez
Hace cinco años, la noticia del fallecimiento de Edgardo Roberto Di Meola, ocurrida en el hospital de emergencias Dr. José María Cullen, tras una penosa enfermedad, cuando andaba por los 50 años, impactó en el corazón y en el sentimiento de los amantes del fútbol santafesino, especialmente de los hinchas de Colón.
Di Meola nació el 23 de septiembre de 1950 y falleció el 16 de noviembre de 2005, a las 18.45, debido a un severo cuadro de infección que afectó la actividad cerebral. Fue padre de dos hijos, Edgardo Alfredo y Mariano Roberto Di Meola. También actuó en River Plate, Gimnasia y Esgrima de La Plata, Tigre, Estudiantes de Río Cuarto y The Strongerst de Bolivia. En 1981, en un sonado partido con Boca Juniors que significó el descenso de Colón al Nacional “B”, al retirarse del campo de juego, tras intento de agresión al juez Juan Carlos Loustau, fue suspendido por 29 fechas.
El notable futbolista jugó, en distintas etapas en Colón, 242 partidos con 70 goles, siendo el máximo anotador hasta la aparición de Esteban Oscar Fuertes, quien ostenta en la actualidad el citado palmarés.
Lo descubrió Capocetti
El descubridor de talentos, el “Flaco” Capocetti, quien era presidente, delegado ante la Liga Santafesina, consejero de los pibes y director técnico de San Cristóbal cuando la entidad estaba afincada en el barrio Los Hornos, puso los ojos en el habilidoso chico que vivía en calle Necochea, al norte de Avda. Galicia, en el barrio La Rinconada, actualmente Guadalupe Oeste, de donde surgió también Hugo Alberto Villarruel.
Le ganó en la pulseada a Carlos González, más conocido como Campana, afincado en las inmediaciones, quien trabajaba para el baby de San Antonio y Copacabana, en un torneo infantil disputado en la Asociación Vecinal Unión y Progreso de Villa María Selva, donde se cansaba de hacer goles y tenía hinchada propia.
Los dirigentes del fútbol amateur de Colón lo rechazaron en 1967 y Capocetti, con malhumor y bronca, se lo ofreció a Unión, jugando en la quinta división que salió campeona, pero sus dirigentes no aceptaron el pago de una ínfima cantidad de dinero de esa época para su adquisición o, caso contrario, 11 pares de botines.
Un hombre surgido de las entrañas de los Gauchos de Sunchales, el trabajador gráfico Julio González (wing derecho, llegó a jugar con Antonio Rivarola antes de irse el “Capitán Orejas” a Brasil) aceptó ser director técnico de Colón en la división superior local, convocando a la “Chiva” Di Meola y llevando a la entidad rojinegra, como refuerzos, entre otros, a José Luis Córdoba (Copacabana), los primos Pedro Ruscitti y Víctor Zapico (Sunchales) y Miguel Kippes (Nacional).
El conjunto sabalero fue campeón, después de muchos años de sequía, ganando el título en la última fecha al golear a Atenas, subcampeón, en el Fortín casi inexpugnable de Santo Tomé, por cinco a uno. Di Meola hacía que el publico colonista llenara las canchas para ver su exquisitez, elegancia, picardía y trato con cariño al balón —en dupla con Córdoba, el chiquilín del barrio Santa Rosa de Lima— anotando 42 tantos en la temporada.
Debutó el 29 de marzo de 1971 en un partido ante River. Ese día, Colón alistó a Jorge Alberto Drago; Juan Carlos Lo Bello, Luis Pulcini, Humberto Zuccarelli y Mario Rodríguez; José Luis Córdoba, Carlos Alberto Trullet y Gustavo Ripke; José Ocaño, Di Meola y Carlos Luis Zibecchi. Comenzaba a escribirse su enorme historia, que lo convirtió en inolvidable.
El primer “9” de Menotti
César Luis Menotti, el técnico revolucionario del fútbol argentino, inició el 12 de octubre de 1974 la campaña que consagraría a nuestro país por primera vez —cuatro años más tarde— campeón mundial de fútbol.
Ese día, convocó a un equipo en formación, pensando en el próximo Mundial, a celebrarse en nuestro país, siendo la Chiva Di Meola el primer centrodelantero, aunque en River Plate lo tenian como suplente del goleador Morete. Huracán, el campeón argentino, aportó cuatro futbolistas como titulares.
Ese día, en el 1 a 1 con España en River, Argentina alistó a Rubén Omar Sánchez (Boca); Vicente Alberto Pernía (Boca), Jorge Paolino (Racing), Roberto Domingo Rogel (G. Y Esgrima de La Plata) y Jorge Carrascosa (Huracán); Miguel Angel Brindisi (Huracán), Miguel Angel Russo (Estudiantes) y Carlos Alberto Babington (Huracán); René Orlando Houseman (Huracán), Edgardo Di Meola (River Plate) y Enzo Ferrero (Boca ). DT. César Luis Menotti. El gol argentino lo marcó Rogel de cabeza, mientras que Pirri lo hizo para los españoles de Kubala.
Golazo, alegría, anécdota
Faltaban cuatro minutos para la expiración de un clásico sin alternativas salientes, cuando Ricardo Aniceto Roldán había recibido un pase de Hugo Villarruel y puso por elevación el balón a espaldas de los eficientes marcadores centrales locales, Carlos Mazzoni y Alcides Merlo. La Chiva, en sorpresivo pique, no dejó que caiga el balón y lo tomó por aire al ingresar al cuadro chico fusilando a José “Perico” Pérez, logrando un verdadero golazo y la gran victoria sabalera.
Fue una calurosa tarde de domingo, 30 de octubre de 1977. Sin embargo, esa noche, cuando la Chiva llegó a su casa, la madre, fanática de Unión, con su orgullo tatengue, honda amargura y gran desazón no lo dejó ingresar a su domicilio por la ofensa a su familia.