Se llama Darío Genolet, hace 38 años que sigue a Colón, es policía, agradece a su jefe, Juan Hernández, por haberle permitido tener la dicha de estar en La Nueva Olla y de haber conmovido a todo Colón —en realidad a toda Sudamérica— con su llanto cuando cantaba “aeeea, yo soy Sabalero”, al ritmo de Los Palmeras.
Estudia ingeniería eléctrica, está casado con Mónica y a Asunción del Paraguay fue solo. “Toda mi familia me empujaba a que vaya”, dice. Y con algo de vergüenza, pero impactado, dice que “la gente me para en la calle, me pregunta si soy el del video, me agradece, se saca fotos conmigo, me llaman de todas partes”.
Dice que recibió el llamado de Marcelo Estigarribia y que “no tengo más que palabras de admiración y agradecimiento al pueblo paraguayo, porque nos hicieron vivir horas en las que ellos parecían nuestra familia”.
Darío junto a su hijo Agustín, también hincha de Colón.Foto: Ignacio Espinosa