Los dos refuerzos (Rossi y Garrido) fueron titulares y marcaron goles gracias a la cortesía compartida de Barlasina y Maffini. El equipo recuperó la memoria después de cinco fechas, goleó, está arriba y el sábado juega una final anticipada con Aldosivi en Mardel.
Como si al sábado sabalero lo hubieran escrito Carlos Gardel y Alfredo Le Pera, Colón volvió una noche. Algunos no lo esperaban, porque había en su rostro tanta ansiedad. Fue ganar, gustar, golear. Recuperar la punta y recuperar autoridad. El armado del once, toda del DT: mandó de titulares a los refuerzos, Rossi y Garrido: la rompieron los dos, le pagaron con juego y también con goles. Ahora, vuelve a estar arriba, debe esperar el resultado de San Telmo y tiene una semana feliz para preparar una final anticipada en Mar del Plata contra Aldosivi, que está a dos y es escolta.
En el Día del Amigo, el clima previo no era el mejor en el Cementerio de los Elefantes, porque los primeros hinchas y socios tempraneros colgaron cada trapo sabalero "dado vuelta", con las letras hacia abajo y en clara señal de disconformidad por la falta de alegrías en las últimas fechas. Por lo que pudo chequear El Litoral con los responsables del operativo de seguridad, "era una clara señal por el momento deportivo de Colón, con cinco sin ganar". Incluso, agregando que "en el partido anterior de local hubo un problema con unos 30 que quisieron ingresar al estadio sin tener tickets, por lo que fueron dispersados".
Vamos al partido en sí, justo un 20 de julio: desde este sábado tanto Williams Barlasina como Gonzalo Maffini se sumaron a los amigos de Genaro Rossi, el "9" que había llegado como refuerzo de Colón desde Chaco For Ever. Pelotazo largo de Lópes, frontal, previsible, absolutamente atacable para quien espera. Pero el combo fue letal y lo pagó Estudiantes de Río Cuarto: calculó mal Maffini, aceleró Rossi, salió a la nada misma el arquero Barlasina y el delantero formado en Newell's la mandó al gol con el arco vacío. Un casi blooper antes de los cuatro minutos, para descomprimir nervios y tensiones. Y para dejar en claro que el "canchero" sabalero, que regó la cancha unos minutos antes, debe cobrar premio doble también.
No había pasado nada y era un golpe positivo necesario para el presionado equipo de Iván Delfino. Entre ese gol y el segundo pasó muy poco, apenas una volada de Vicentini para despejar un centro a la carrera en el arco del FONAVI. A los 25, también adentro del área celeste, Maffini completó su "Escape Room" al horror defensivo: primero se resbaló y después la sacó para adentro, todo al revés de lo que marcan los libros. Le quedó servidita a un Talpone, como siempre de lo mejor en Colón, que la colocó a la carrera junto al caño izquierdo de Barlasina. Cuando se dio cuenta el "tractorcito" del equipo a quién le había marcado el gol, levantó la mano pidiendo disculpas por tratarse de su ex club, Estudiantes de Río Cuarto. Antes de la media hora, 2-0 al trotecito, sin despeinarse nunca.
En ese Colón de memoria recuperada, a la hora de busca figuras...lo de siempre de Talpone (esta vez con gol) con muy buenos ingresos "debutantes" de los refuerzos en la titularidad: Garrido en el medio y Rossi arriba obligando, además del gol. En esos primeros 45 minutos, si Lago hubiera estado más fino en el toque final o Christian Bernardi más preciso, Colón hubiera gritado un par de goles más.
¿Lo mejor de Colón?: ese enojo con el que salió a jugar, metiendo con todo en las divididas, ganando cada duelo y casi no dejando pasar a los cordobeses para la otra mitad de la cancha. Si fuera por la diferencia actitudinal entre un equipo y el otro, hasta diría que ese 2-0 le quedó corto al dueño de casa. Lo del visitante, un papelón.
En el complemento, más allá del cambio celeste (que es lo mismo), se terminó el partido a los siete minutos. Se encendió Lago, generó un foul cerca del área, pidió permiso Garrido para el tiro libre y allí pasaron dos cosas: 1) le pegó con un caño el "8" que debutaba con la sangre y luto; 2) lo del arquero visitante fue menos que amateur, Barlasina buscó chocar la pelota con las dos maños en modo puño y nunca vio una pelota que le venía (aunque fuerte) al cuerpo. Si bien hubo roce, otro blooper más para que Colón a Estudiantes lo pase pal' cuarto.
A los diez minutos, el entrenador visitante metió dos cambios más, cuando en realidad hubiera necesitado hacer once de golpe, con el arquero como abanderado y Maffini indiscutido primer escolta. A los 13, en medio de tantas macanas, Barlasina evitó dos veces seguidas el cuarto gol sabalero.
Con apenas un trámite por completar, Delfino movió el banco, mandando a la cancha a Jourdan fresco por un cansado Bernardi, que se corrió todo sin esa claridad de otras veces y se fue aplaudido. A los 24 minutos del complemento, se dio algo que hace mucho no pasaba en el Brigadier López: un "9" de Colón se fue ovacionado desde los cuatro costados en el Cementerio de los Elefantes, cuando Genaro Rossi le dejó su lugar a Javier Toledo.
La victoria, que era necesaria y llegó en forma de goleada, puede marcar un quiebre para Colón en esta carrera de largo aliento que es ir por un ascenso a Primera. Por un lado, lo anímico y el recupero de la confianza; por el otro, en cuanto a la forma que Genaro Rossi y Oscar Garrido se adueñaron de la titularidad, con autoridad de juego más gol en cada caso. Finalmente, por la confirmación de una idea: muchas veces, el equipo es Talpone y otros, ya que el "7" se comió la cancha como en los viejos tiempos, marcó gol y se fue muy aplaudido por todos.
Ahora, volviendo a la victoria después de cinco fechas y recuperando la punta (debe esperar el resultado de San Telmo), Colón se hizo amigo de Colón, goleó y está feliz. Dentro de una semana, en Mar del Plata, jugará una especie de final anticipada contra Aldosivi (perdió el "Tiburón" y quedó a dos del Sabalero) en el José María Minella, buscando romper ese karma de visitante que ya lleva seis excursiones sin alegrías.
Ganó, gustó, goleó, recuperó la punta y está feliz el "Negro". Colón se hizo amigo de Colón, como corresponde y como debe ser. La campaña se sostiene acá, lugar en el cual el Sabalero armó una fortaleza inexpugnable, donde el equipo y la gente es una sola cosa. En casa, los entierra a todos; o a casi todos. No perdió nunca y es el de mayor efectividad casera en la categoría. Colón jugando de Colón, lo que todos pedían y lo que volvió una noche. Como el tango.
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