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El “nuevo” presidente está convencido de que el ciclo del actual entrenador está cumplido. Asoman Johansen-Segalla para el clásico con Unión.
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Pasó de todo en Colón en una semana y no es menos lo que puede pasar en las próximas horas. Es que hace siete días, el por entonces presidente Marcelo Ferraro viajaba a Venado Tuerto sabiendo que Darío Franco le había renunciado en el vestuario después del 2-2 de Patronato sobre la hora el mismo viernes por la noche. No era la primera vez que el técnico quería irse y tampoco era la primera vez que varios dirigentes pensaban que su ciclo estaba terminado.
¿Por qué el presidente no le aceptó la renuncia ese mismo viernes a la noche después del agónico gol de penal de Bértoli? Porque no quería tomar una decisión unipersonal y quería una opinión generalizada de todos: tanto los que estaban con Ariotti-Giorgetti como los que estaban con Vignatti, sabiendo que la reunión de directiva —la del lunes pasado— sería clave para la idea de Ferraro de “limar asperezas” y “tratar de unir a las partes” para así sí tomar una decisión unificada por la idea de la mayoría.
“Hacé lo que quieras, lo que mejor te parezca”, le contestaron en la mañana del lunes pasado, un día que terminaría muy mal para Ferraro. Fue al predio, charló con Franco y pensó en darle “la última posibilidad” al entrenador sabalero. Además, los tiempos se le venían encima: estaba hablando el lunes con un plantel que el jueves tenía que salir para Junín. Casi que no había tiempo de hacer nada, mucho más por esta modalidad de poco apego al trabajo del comando técnico: cuando juega un viernes —Patronato, Sarmiento— los licencia dos días enteros a los jugadores de Colón como si el equipo estuviera puntero.
Luego, como se sabe, pasó lo que pasó: la descompensación de Ferraro, el cuarto intermedio para la reunión de directiva (pasó del lunes al miércoles), el pedido de licencia del presidente por cuestiones de salud, el no de García Adisse para volver a su cargo, el corrimiento de puestos y la asunción de Enrique Ariotti como nuevo presidente de Colón.
Sin tiempo que perder, como si fuera la primera medida de gobierno, el flamante mandatario sabalero estaba “obligado” a cerrar de una vez por todas la venta millonaria de Alan Ruiz. Por un lado, la jueza que entiende el salvataje deportivo sabalero había solicitado algunas modificaciones en el contrato; por el otro, el emisario del Sporting —que había dejado a su familia en Río de Janeiro y hacía cuatro días que estaba “anclado” en un hotel de Buenos Aires viendo llover— empezaba a reportar hacia Lisboa “una inentedible demora”.
Junto a Ariotti viajó Giorgetti, toda una señal, más allá de la firma. Y allá en Buenos Aires, para darle una mano a Colón, se sumó el Dr. Abel Demanuele (ex vice de Vega y Godano), clave en haber apuntado como refuerzo a Alan Ruiz, sacarlo sin cargo de San Lorenzo y encima ponerle una opción de compra accesible para un buen negocio futuro, que fue lo que Colón finalmente terminó cerrando.
“Con este ingreso de Alan Ruiz y la segunda cuota de Alario de mitad de año, problemas de plata no tendrá Colón en los próximos tiempos. Ahora, hay que acertar en los refuerzos y pensar en formar un equipo para pelear bien arriba en el otro torneo”, fue el primer pensamiento del nuevo presidente, Enrique Ariotti, volviendo de Capital Federal.
Ariotti está convencido de que los tiempos de Darío Franco como entrenador de Colón están terminados. Su idea, de cara a la vuelta del por ahora entrenador sabalero, es charlar con Franco esta noche para convencerlo de dar un paso al costado, con lo cual Ricardo Johansen y el “Tapita” Ariel Segalla deberán estar listos para asumir de cara al clásico de este sábado a las 14 frente a Unión en el 15 de Abril.
¿Cuál es la idea de Ariotti?: buscar que desde la decisión alguien lo acompañe: ya sea Vignatti, Darrás, Fleming o Alonso. Desde el “vignattismo” se insiste con lo que manifestó el ex presidente en Junín: desde lo político, no mover un pelo si antes no se toma la decisión de apartar a Giorgetti y a Tiraboschi, primeramente bautizados como “panqueques” y ahora como “impostores”.
En cambio, la postura de la subcomisión de fútbol (ahí están Vignatti y Darrás) respecto de la continuidad de Franco es que no hay que mezclar las cosas. “Primero está Colón. Ariotti me llamó este mediodía y nosotros vamos a ir a la reunión. Desde lo político, desde lo interno, la postura está clara y es lo que ha dicho Vignatti siempre. Pero repito que primero está Colón y hay decisiones que los dirigentes debemos tomar más allá de las cuestiones internas”, señaló Darrás ante la consulta de El Litoral.
Los tiempos no dan: el presidente Ariotti piensa hablar este domingo por la noche con Darío Franco para forzar la decisión del paso al costado y la reunión de directiva —para solucionar o intentar solucionar los problemas de fondo— será este lunes a la noche. A la luz de lo que viene ocurriendo en los últimos tiempos, está más que claro que en Colón puede pasar cualquier cosa, aunque la sensación de “ex” para Franco ya parece realidad.
Uno de los temas que alertó al Mundo Colón fue la ausencia de Alan Ruiz del partido con Sarmiento en Junín: se pensaba en una lesión pero la resonancia arrojó que no tenía nada. Al mismo tiempo que el plantel viajaba para jugar, el “10” firmaba su contrato millonario con Portugal.
El jugador dijo claramente —a pesar de estar vendido— a dirigentes, cuerpo técnico y compañeros que “quiere jugar el clásico del sábado en la cancha de Unión y los partidos que le quedan a Colón hasta el final del torneo”.
Los rumores que ganaron la calle desde el momento que se supo que Alan Ruiz no iba a viajar, fue que algunos jugadores le habrían manifestado su descontento con esta actitud del compañero. Si bien desde adentro se desmintió, el rumor fue muy fuerte. Los dirigentes están convencidos de que Alan Ruiz debe jugar. La pregunta es: si Franco se queda, ¿lo pondrá?, ¿cuál será la actitud de Johansen-Segalla si son ellos los que asumen la conducción?