Es la gran duda. Posiblemente no lo sea para el entrenador (o sí, no se sabe), pero lo es para la gente. Ignacio Chicco atraviesa su momento de fragilidad después de haber sustituido con eficacia y probidad a un arquero indiscutido como era “Cachorro” Burián. Desde junio del año pasado, el arco sabalero no tuvo dudas ni fisuras. Y por primera vez desde la aparición en Primera de José Luis Erni, allá por fines de los 70 y principios de los 80, Colón por fin le da continuidad a un arquero surgido de las inferiores del club, depositando en él una confianza que no tuvieron otros durante todo este tiempo. Inclusive, aquellos que, como Marcos Díaz, luego triunfaron, pero en otras instituciones.
Ya en el torneo pasado, algunas actuaciones de Chicco no tuvieron el mismo rango de solidez que al principio. Pero fueron estos últimos partidos los que plantearon dudas. En el segundo gol de Huracán, la pelota le pasa por arriba de la cabeza, lo sobra y aparece Cóccaro para cabecear desde adentro del área chica por el segundo palo. Y el miércoles, en Alta Córdoba, dos goles de cabeza, los dos desde adentro del área chica y, es justo decirlo, con errores también defensivos al no tomar adecuadamente la marca de Martínez, su autor.
Mirá tambiénAdrián Marini: "Manejamos todo el partido, pero el resultado está bien"Matías Ibañez, el arquero suplente, tuvo muy pocas posibilidades de mostrarse: atajó dos partidos. Llegó a principios del año pasado, cuando todavía estaba Burián y el primer suplente era Chicco. Estaba la Libertadores por delante, la competencia iba a ser mayor y se necesitaba un tercer arquero. Se buscó a alguien con experiencia (Ibañez tiene 36 años), previendo la posibilidad que luego terminó concretándose: la salida de Burián.
Las fallas de Colón en Instituto fueron generales y no particulares de un solo jugador o una sola línea. Colón defendió mal, pero también jugó mal. Si fuera por una actuación en falso, serían casi todos los que estarían en duda o discusión para decidir su continuidad. Es cierto que si el arquero falla, no hay nadie que lo salve y la jugada termina en gol. Por eso, sus errores quedan muy expuestos cuando se producen. Y el miércoles los tuvo.
De todos modos, la evaluación es del entrenador y de sus colaboradores. Chicco es un buen arquero, eso no está en discusión. Jamás su permanencia en el equipo estuvo rodeada de la desconfianza que hay ahora por los últimos goles sufridos. Y se viene el clásico, con lo que tranquilamente se podría pensar o suponer que si hay un partido para cambiarlo, es ahora con Argentinos Juniors.
El arquero es el primer cimiento en el que se asienta el trabajo de un equipo. Es el que transmite la mayor confianza a sus compañeros y esto es lo que Gorosito también debe observar: el grado de seguridad que le otorga a sus compañeros de defensa. No caben dudas que durante muchos partidos de este último “año y pico”, el respaldo de Chicco hacia ellos se notó. En muchos de esos partidos fue figura o de los pocos que “salvaron la ropa”. Por eso, tampoco es justo que todas las culpas recaigan en él.
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