Martes 23.7.2019
/Última actualización 15:20
Admite que le gusta dar explicaciones, que lo trauma no trabajar y que, en pocas palabras, se siente inútil para lo que más quiere en la vida, que es su familia a la que posterga desde que dirige. Pablo Lavallén también acepta cuando un jugador le golpea la puerta y le pregunta por qué no juega. Le muestra videos, carpetas, le explica y “solito, el jugador entiende qué hace bien y qué hace mal o qué es lo que podría haber resuelto de otra manera”. No le gusta hablar de los jugadores que le faltan, no da nombres pero confirma que estaba buscando un delantero por afuera (Da Luz), un volante central (Lértora) y que le falta un delantero de área (“un grandote o alguien que se banque, por corpulencia, el juego entre los centrales rivales como lo hace el ‘Morro’ García, por ejemplo”). Pablo Lavallén estuvo casi una hora en los estudios de Cable y Diario, en “Café con Fútbol” y la sensación que uno percibe, después de una rica charla futbolera, es que el tiempo no fue suficiente. Y que no sólo se sacan dudas así, sino que también se aprende.
—¿Así que fuiste colega en algún momento?
—A Algún valiente se le ocurrió darme un espacio de radio en el que tenía un programa que lo hacía yo, tipo entrevistas. Está bueno que la gente sepa que no es todo color de rosa ni fácil, que uno tiene muchos sacrificios y frustraciones. Y a eso me dediqué durante el tiempo que hice periodismo.
—Mucha gente puede pensar que el sacrificio tiene su recompensa económica...
—Hace cuatro años que no vivo en mi casa, que veo a mi familia cada 40 días. La gente no tiene por qué saberlo, pero quizás entiendan cosas que a los entrenadores nos pasan. Desde que salí de Belgrano hasta que firmé en Colón, estuve diez meses sin trabajar. Eso fue bravo, te genera cosas. Y siempre pienso que somos 24 dirigiendo en la A, otros tantos en la B y varios miles que quisieran estar. No somos más importantes que el laburante que se levanta a las 6 de la mañana a tomarse un colectivo para ir a su trabajo, pero nos pasan otras cosas que son duras.
—Una vez un sicólogo dijo que los ex presidentes y los futbolistas sienten un síndrome que no me acuerdo el nombre. Pasamos de dirigir un país o de ser ídolos de un equipo, a no ser nada. Es un trauma importante. Tenés 30 y pico y te sentís un jubilado. No es un castigo, porque se cobra bien, pero no todo pasa por lo material. No es fácil sentirse menospreciado e insultado por 50.000 durante cuatro días cuando sos entrenador. No es una condena, pero tiene su lado bueno y su otro lado no tan bueno.
—Eso que decís, ¿te genera angustia, miedo al olvido, depresión?
—Es la sensación, muy fea por cierto, de saber que no estoy siendo útil para mi familia, porque mi familia es más importante que mi trabajo. Me siento lisiado, minusválido... Es muy feo... Puedo tener para comer pero no sentirme pleno. Muchos entrenadores piden trabajo en la televisión porque sentís que no servís o que estás sobreviviendo.
Luis Cetraro La mesa completa en Café con Fútbol , el programa que se emite por la pantalla de Cable y Diario y que recibió la visita de Pablo Lavallén, quien tuvo una charla de casi una hora con Enrique Cruz (h), Sergio Ramírez y Miguel Panetto. Se repetirá este miércoles a las 12 y el jueves a las 14.La mesa completa en “Café con Fútbol”, el programa que se emite por la pantalla de Cable y Diario y que recibió la visita de Pablo Lavallén, quien tuvo una charla de casi una hora con Enrique Cruz (h), Sergio Ramírez y Miguel Panetto. Se repetirá este miércoles a las 12 y el jueves a las 14.Foto: Luis Cetraro
—¿Te afecta que a veces tomes decisiones que son incomprendidas con la gente?
—Yo tengo una ventaja sobre la gente y es que convivo todos los días con el jugador. Sé si le duele la muela, si se peleó con la esposa, si el hijo no lo dejó dormir... Sé si puede jugar a pleno 30, 50 o 60 minutos. El fútbol es mucho más que juntar a 11 jugadores que jueguen bien, hay que tener 11 que se complementen y que sirvan de acuerdo al rival. Yo puedo jugar con Messi, Agüero y Lo Celso, pero si el partido se juega por arriba, no me irá bien, seguramente. Y tomaré decisiones que la gente quizás no entienda porque no cuenta con toda esa información.
—Y ya que te gusta dar explicaciones, ¿por qué lo pusiste al Pulga de punta y a Leguizamón arrancando desde atrás el jueves pasado en La Paternal?, ¿qué buscaste?, ¿no deslució, esa decisión, el trabajo del Pulga?
—Argentinos tiene uno de los laterales que más ataca en el fútbol argentino, que es Sandoval. Entonces decidí que jueguen Bernardi y Leguizamón en una zona de enganche y el Pulga sosteniendo a los centrales. Si lo ponía a Leguizamón arriba, que sería lo más natural, capaz que me ganaba alguna pelota larga, pero no creo que el Pulga pudiera incomodarlo a Sandoval, como sí lo hizo Leguizamón. Preparamos un partido para atacar por los laterales. Entonces, cuando a la pelota la tenía Escobar, necesitaba alguien que me hiciera una diagonal del medio hacia el costado para que se abra Sandoval y por allí aparezca el Pulga en los espacios que quedaban vacíos. Pero si al Pulga lo mandaba a que lo corriera a Sandoval, lo fundía.
—Hecha la anterior pregunta, confieso que el planteo te salió muy bien y sorprendiste, sobre todo con esa subida permanente de Vigo y con una salida más clara de Fritzler metiéndose entre los centrales...
—Logré que Ramis y Hauche se sintieran incómodos con los dos laterales, al igual que Sandoval con Leguizamón. Esta vez, la generación de juego estuvo a cargo de Aliendro y Estigarribia. No lo necesitaba, al Pulga, que arranque generando fútbol porque no quería desgastarlo corriendo mucho... Son partidos... No es lo mismo un equipo que te ataca con laterales que si no te ataca o que los centrales salgan o se queden clavados allá atrás. Lo armé en función de lo que me pedía el rival.
—¿Nadie te preguntó si se te pasó por la cabeza jugar con el Pulga y dos puntas?
—Mucha gente me lo pide. Eso es buenísimo cuando tengo la pelota, pero, ¿cuando no la tengo?. Necesitaba alguien que me marque a Fausto Vera y debía cortar los circuitos. ¿Sabés con quiénes hablé mucho?, con Bernardi y Leguizamón, porque el resto pudo jugar gracias al trabajo sucio que hicieron ellos. Los dos fueron clave.
—O sea que armaste un partido de laboratorio...
—El fútbol tiene cosas de estrategia y otras que son matemáticas. Si yo pongo un solo punta, el rival me lo va a marcar con dos. Entonces, tengo 9 jugadores contra 8 del rival en el resto del campo y sin contar los arqueros. Ahí tengo que descubrir de qué manera pueden aparecer jugadores libres. Pasó varias veces con Vigo, que era el que aparecía solo. Pero, ¿qué hago si mando dos delanteros contra los centrales?, obligo a saltar líneas y para eso necesito dos que sean altos y corpulentos para que vayan al choque.
—Creo que eso, lo de saltar líneas, fue el error en el partido de ida. ¿Puede ser?
—Le pregunté a cada uno de los jugadores cuáles son sus mejores características. Pocos me dijeron que la aguantan bien y la sostienen arriba. Entonces, en base a eso tengo que armar una línea de juego. Yo no puedo saltar líneas con jugadores como los que tengo. Se lo dije y creo que entendieron esa charla.
—Se jugó a algo, se tuvo en claro una idea y francamente, eso hacía bastante tiempo que no se conseguía, Pablo...
—Siempre les digo a los jugadores que en el fútbol no juega el que más talento tiene, sino el más inteligente. Y siempre doy como ejemplo el de Martín Palermo. Quizás no tiene el talento y es limitado técnicamente, pero es alguien muy inteligente y llegó a ser goleador histórico de Boca. A mí me gustan los jugadores inteligentes y que sepan manejar las emociones.
—A propósito, ¿notaste un cambio mental?, ¿fue más fuerte anímicamente el equipo?
—Los jugadores se dieron cuenta de que el plan de juego estaba mucho más claro en la revancha. Ahí es donde creció la cabeza, porque el jugador se siente más poderoso. En Santa Fe corrimos mucho y mal. Metimos, tuvimos actitud, pero nos desordenamos y no jugamos de acuerdo a nuestras características. Nosotros tenemos que jugar mejor al fútbol. Se lo dije a los muchachos y lo entendieron.
—Bernardi es un jugador “polémico”, la gente murmulla cuando por allí hace una de más o no termina bien la jugada...
—El otro día lo iba a sacar cuando hizo el gol. Y desde que yo llegué, dirigí 13 partidos e hizo 5 goles, tiene más goles que el Pulga o Leguizamón. Tiene un potencial terrible, es rápido, encarador, tiene buen remate, pero a veces no toma buenas decisiones. El día que haga el clik lo vamos a perder, porque lo van a querer otros clubes.
—¿Te condicionó este choque con Argentinos Juniors?, ¿hubieses hecho otra cosa en cuanto a modificar más la estructura del plantel porque sólo podías hacer dos sustituciones?
—Si venían Messi y Otamendi, traíamos dos jugadores determinantes en defensa y ataque que te arreglaban todo y listo, pero está a la vista que no se contratan grandes figuras. Yo elijo jugadores que conozco o que les veo potencial. Es fácil contratar al Pulga, porque fue el goleador de Atlético Tucumán y a eso lo saben todos. La apuesta es traer a alguien que no tenga tanta vidriera. Después, puede salir bien o mal.
—¿Cómo sos con los jugadores?, ¿les das explicaciones?
—Vengo de una generación donde el entrenador decía quiénes jugaban y nosotros no decíamos ni “a”. Y si algún valiente le preguntaba, el técnico le decía que no explicaba cuando lo ponía ni tampoco cuando lo sacaba. Pero había otros que actuaban al revés.
—Entonces me gusta que me golpeen la puerta y que veamos videos... Los mismos jugadores se corrigen solos cuando se los muestro. Y eso a mí me libera, porque el jugador entiende que no es personal. Mi objetivo es que el equipo gane. A veces el jugador piensa que no lo pongo porque lo tengo ‘cruzado’ y nada que ver. Yo tengo 25 o 30 jugadores y elijo 11, pero no me importa a quiénes elijo, sino que busco que el equipo gane.
—¿Tomás Sandoval te preguntó por qué no lo ponés?
—Tommy no me preguntó por qué no juega, me preguntó qué creo, yo, que tiene que mejorar. Le dije qué tiene que hacer y en qué posición está con respecto a los otros compañeros... Tomás es joven y tiene todo el tiempo del mundo. Yo los analizo a cada uno y les marco lo que hacen bien y lo que hacen mal.
—O sea que sos un entrenador, como te dije anteriormente, que utilizás mucho el laboratorio...
—¿Sabés qué pasa?, que me molesta cuando se simplifica el fútbol. En mi época me decían que se la dé a Enzo Francescoli, a Ariel Ortega o a Juanjo Borrelli, y listo... Se puede jugar pateando la pelota para adelante y que alguien encuentre un rebote y la clave en el ángulo. Pero el fútbol es otra cosa, tiene estrategia, elaboración.
—Está ahí pero hasta que no lo tengo en la cancha y con el contrato firmado, no lo creo. Me pasó, en otros clubes, de tener jugadores en el campo y que después no se quedaron por problemas de papeles. Hoy tengo tres refuerzos, que son Aliendro, Gastón Díaz y Acevedo. Cuando estén los otros, diré que son cuatro o cinco.
—Vamos al caso de Da Luz. ¿Es Esparza por derecha?
—Sí, porque Esparza es wing para mí y necesito características que no tengamos. El de extremo por derecha no lo teníamos a la altura de lo que pretendo. Gonzalo Bueno, a pesar de ser zurdo, podía jugar por derecha y Heredia también. El único que quedó es Mateo Hernández. Y para mí, también Chancalay, pero a él no le gusta.
—¿Le preguntaste de qué le gusta jugar?
—Como a todos... Y me dijo que es media punta. Entonces, le dije que va a la cola, porque tengo a varios para jugar ahí: el Pulga, Morelo, Sandoval, Leguizamón... Volviendo a Da Luz, preguntale a Gonzalo Escobar cuando fuimos a jugar al Centenario de Montevideo, contra River, qué fue lo que le dije. Le recomendé que no podía pasar al ataque porque por ahí jugaba Da Luz, que es rápido. Y si se encontraba con la pelota a sus espaldas, me lo iba a sacar al central al costado y se nos iba a complicar. Por eso, se tuvo que sacrificar.
—¿Alguno te dijo: “Pablo, yo soy centrodelantero, me gusta jugar bien metido en el área entre los centrales”?
—Leguizamón, Sandoval y Morelo me dijeron que son “9” de área y yo no los veo así. Por ejemplo, si juego con Morelo y el Pulga, ninguno es un “9” de área. Leguizamón mismo demostró el otro día que no es de área y entendió lo que tenía que hacer. El podría quedarse con esa posición en la que jugó el otro día. Cuando estaba afuera, de Colón yo también me preguntaba por qué no jugaba Leguizamón. Hay varios jugadores que por cuestiones madurativas son promesas y no realidades. Dependerá de él.
—¿Qué es Pierotti?, ¿promesa, futuro a mediano o largo plazo, realidad?
—Pierotti es un volante mixto con mucho futuro. Puede jugar de “5” solo, de doble cinco, de “8”. En Salta jugamos un amistoso con Gimnasia de Jujuy y lo puse de carrilero. Lo hizo bien porque tiene gran recorrido. Es un chico especial porque puede jugar en cuatro o cinco posiciones. Y a mí me gustan esos jugadores. No es lo mismo tener a un jugador que sólo puede jugar en un solo puesto que tener a alguien que juegue en dos o tres lugares.
—¿Así que irás con todo en los tres frentes: Superliga, Copa Argentina y Sudamericana?
—Es lo que quiero y es lo que busco. Veremos.