Por Enrique Cruz (h)
No fue un paracaidista, pero su carrera dirigencial se circunscribió a ser el presidente del club —nada menos— durante 14 meses. No fue un paracaidista, porque Lalo Vega jugó en Colón en la década del 70 y luego fue el médico del club durante muchísimos años. ¿Quién puede ignorar el conocimiento acabado que tenía Lalo del mundo Colón?, nadie. Conoció técnicos, planteles, vivió momentos felices y también muchos momentos duros, de esos que permiten un bagaje de conocimientos que no se aprende en ninguna universidad.
En definitiva, los dirigentes son más un producto de la práctica y del “hacer”, aún a partir de las lógicas equivocaciones, que del “aprender”. Llega el aprendizaje, pero llega a partir de la práctica. Y en un mundo tan convulsionado, complicado y pasional como el del fútbol, resulta muy difícil hacer todo bien.
Alguna vez, un veterano, brillante y ya desaparecido dirigente del fútbol argentino, comentó: “es muy difícil cuando tenés arcos cada siete días”. Y mucho más en este país, donde dos victorias seguidas generan tanta euforia como desencanto si se convierten en dos derrotas.
Lalo Vega asumió en una situación muy complicada. Tiene razón cuando dice que mantener la categoría era una empresa harto difícil. Hubo técnicos de mucho nombre que le dijeron que no, caso Fossati o el mismo Caruso Lombardi. La llegada de Osella fue una patriada propia y le salió muy bien. Nunca antes, Colón estuvo primero en la tabla durante tantas fechas. Y le faltó apenas un puntito para conseguir la hazaña de mantener la categoría.
La exigencia deportiva creció para el segundo semestre del año. El equipo consiguió el ascenso, sufrido, como muchas veces se sufrió en la historia de este club, pero la vuelta a Primera fue rápida. Deportivamente, no hay mucho lugar para el reproche. Quizás el hincha espere otra cosa del equipo en cuanto al estilo de juego. Pero nadie puede ignorar que la campaña del año pasado, aún con el descenso que se caía de maduro, tiene más aristas positivas que negativas.
Es cierto que Vega recibió un club con una situación económica muy complicada, pero también es verdad que se vendieron jugadores propios por una suma de dinero que le permitió aliviar muchísimo la situación, a lo que se sumó, obviamente, un manejo prudente de los ingresos. Como también es cierto que la decisión del salvataje deportivo, aprobada por los socios en una asamblea, creó una situación muy particular en la cual cada gasto que se pretenda realizar deberá contar con la aprobación de un órgano fiduciario y un juzgado, limitando naturalmente el accionar de la dirigencia.
La impresión es que se buscó una figura convocante con Lalo Vega. Y que Lalo asumió, pero sin esa convicción firme que tienen lo que verdaderamente se lanzan a la carrera política. Lalo Vega no es un dirigente de raza, es un colonista que apareció en la vida política del club en un momento durísimo y sólo con el antecedente de haber sido jugador y médico, pero haciendo camino al andar y en un rubro, el de dirigente, que no es fácil transitar.
Aclaró que su problema de salud —absolutamente real— no tiene que ver con Colón y que es algo que lo persigue desde sus tiempos de jugador. No se discute la veracidad de sus dichos. Pero es posible —sólo posible— que de no haber existido el problema de salud, quizás también Lalo hubiese pensado “más de dos veces” seguir o no seguir.
Tiene razón cuando habla de la “democracia” de su comisión directiva. Y también cuando expresa que nunca fue su intención, la de ejercer una presidencia individualista o autoritaria. Convengamos algo: el fútbol argentino tiene mucho de personalismo en sus presidentes. Si está bien o mal no se sabe, hay ejemplos a favor y en contra, lo que importa es que exista un presidente firme en sus convicciones. Y con sus pares. Quizás, la heterogeneidad de la comisión directiva haya provocado algunos conflictos internos que ahora Godano tendrá que saber encauzar y dominar.
Se va Vega, anunciando que regresará. Pero renuncia y no pide licencia, todo un gesto elocuente de su intención y deseos de finalizar su corta carrera como dirigente. Si su objetivo, alguna vez, fue el de ser dirigente del club, seguramente habría solicitado licencia. Es mucho el tiempo que queda para el final de su gestión, ¿no le parece?