Enrique Cruz (h)
El entrenador de Colón dirigirá ante Racing y le pondrá punto final a su ciclo de un año y medio en el club, todavía con un año más de contrato vigente. Este viernes a la siesta se lo comunicó a los dirigentes.
Enrique Cruz (h)
—José Vignatti, ¡buen día!
—Buen día, ¿cómo estás?
—Queriendo conocer alguna novedad. ¿Se tomó una decisión?
—¿Sobre qué tema?
—Continuidad del entrenador...
—No haré declaraciones de ningún tipo hasta después del partido.
—¿Se reunió con Domínguez?
—¿Cuándo?
—El viernes a la siesta, en su oficina.
—Siempre nos reunimos con el técnico, tenemos encuentros permanentes.
—¿Por qué va a hablar después del partido del lunes?, ¿algo depende del resultado?
—No tiene que ver con el resultado.
—¿Con la clasificación o no a la Sudamericana?
—Tampoco.
—¿Le puedo preguntar por el rendimiento del equipo?
—No voy a hablar tampoco de fútbol hasta después del lunes.
—El día de la visita de Tapia me dijo que no lo había visto mal contra Belgrano, pero después vinieron dos partidos de local...
—Te dije que no iba a hablar del rendimiento futbolístico hasta después del partido con Racing.
—¿Va a ir a la cancha?
—Por supuesto, el lunes viajo, llego al mediodía, tengo algunas reuniones ese día y después me voy a quedar en Buenos Aires.
—¿Cuánto le falta de contrato a Domínguez?
—Un año más.
—¿Lo que vio con River y Vélez le cambió el pensamiento en algo?
—¡Sos hábil, eh...!
—¡Usted también...!
—El lunes hablamos...
—¿Se vende a Conti?
—Faltan detalles, pero no está concretado.
—¿Avanzado?
—Digamos que sí, avanzado.
—¿Será venta y no ejecución de la cláusula?
—Sí, será venta y con distintos matices. En realidad, el monto final es el mismo. Pero todavía falta.
—¿Se va a ir a Portugal?
—No tengo previsto, por ahora.
—¿Y Conti?
—Si se solucionan esos detalles y se cierra la negociación, viajará de inmediato.
—¿Colón se queda con el 20 por ciento de una futura venta o un resarcimiento al cabo de dos años?
—Puede ser, es una de las variantes, pero como te dije, son distintos matices sobre los que se sigue negociando.
—¿Qué me puede decir del dinero de Alario?
—Que estamos negociando en buenos términos.
—¿Con los alemanes?
—Sí, claro, con el Bayer Leverkusen.
—Pero, ¿qué es lo que está faltando?, ¿tiene que ver con la devolución del dinero?
—En el contrato firmado había algunos temas legales que hay que terminar de pulir. Estamos en eso. Pero no quiero decir tampoco demasiado porque estamos negociando y cualquier cosa que se diga podría entorpecerla.
—¿Se va a ir de vacaciones?
—No por el momento, hay muchos temas que resolver en los próximos días, empezando por estas dos cuestiones que me has preguntado: lo de Conti y lo de Alario.
—Y lo del técnico...
—...
—Y lo del plantel...
—Los jugadores se irán un largo tiempo de vacaciones y este receso también será muy largo, así que vamos a conversar con los que haya que conversar.
—Usted dice para renovar los contratos...
—Por ejemplo... Porque hay contratos que se terminan...
—Como el de Bastía...
—Exacto, como el de Bastía. El sabe que estamos esperando que nos diga cuál es la decisión que tomará respecto de su futuro.
—¿Se puede dar algún otro nombre?
—Falta un partido y no quiero tampoco mencionar nada que pueda alterar el ánimo de los jugadores. Con algunos hemos conversado y con otros lo haremos en los próximos días. Como te decía recién, hay mucho tiempo desde el lunes en adelante.
—Y finalmente, ¿el partido de Copa Argentina con Morón?
—Sábado 7 de julio en la cancha de Patronato por lo que nos han informado.
* * *
José Néstor Vignatti es un dirigente ambicioso. Cuando asumió la conducción del club, el promedio preocupaba, metía miedo en serio y arreciaban otra vez los fantasmas del descenso. En un año lo llevó a jugar la Sudamericana. Los mayores aciertos se dieron en ese mercado de enero de 2017, cuando cambiaron el entrenador (Domínguez por Montero) y llegaron “Viruta” Vera y Facundo Pereyra a reforzar el plantel. Ahí se concretó la racha de siete victorias consecutivas que encaramaron al equipo a las primeras posiciones y a clasificar a la Sudamericana. Domínguez hizo funcionar al equipo y Vera metía goles y producía buenas actuaciones. Tiempo pasado.
Volvamos a Vignatti. Su ambición deportiva lo llevó a armar un plantel con más posibilidades deportivas. Y más caro también. No lo dijo nunca, pero en su cabeza giraba la clasificación para la Libertadores. Eso lo llevaría a pelear en los primeros cinco puestos de la Superliga. No pensaba en un campeonato, pero sí en mejorar lo hecho. Cuando llegaron las buenas noticias de Alario (por la ejecución de la cláusula en agosto), sumó cuatro jugadores al plantel. Trajo a tres que el técnico pidió (Escobar, Correa y Mariano González). Y a otro que había tenido en Colón su trampolín para irse a Europa (Alan Ruiz). Fue la estocada final para un equipo con rarezas: fue el último en perder el invicto en la Superliga, pero había caido derrotado en los dos partidos finales del 2017 y ya no brindaba una imagen convincente en cuanto a su juego.
La realidad es que con todo este viento a favor, Domínguez no logró que el equipo tenga una identidad de juego, un estilo definido y mucho menos un nivel acorde con lo que, potencialmente, disponía. Lo hizo funcionar defensivamente y se le adosa el mérito. La columna vertebral defensiva con Alexander Domínguez, Conti-Ortiz y Fritzler, funcionó y eso trajo solidez. También los laterales aportaron lo suyo. Toledo le ganó el mano a mano a Ceballos y Escobar hizo lo propio con Clemente. Hasta aquí, todo indiscutible. De ahí en más, confusión e incertidumbre. Sólo Correa, convertido en un necesario hombre-gol, hizo brillar algo de luz en tanta oscuridad ofensiva.
* * *
Domínguez tuvo la “mejoría de la muerte” ante Patronato y Chacarita. En esos dos partidos, el equipo jugó bien y los ganó bien, goleando a los entrerrianos. Con Belgrano, la producción no fue mala, pero faltó peso ofensivo. Advertido de eso —Correa no entró a la cancha porque se lesionó en el calentamiento—, el técnico no entendió el claro mensaje que brindaba el equipo. Apostó a una constelación de volantes para jugar los dos partidos seguidos en Santa Fe, con River y Vélez. Tampoco pudo hacer goles. Y en el último, la cadena de errores, tanto del entrenador como de los jugadores adentro de la cancha, se hizo alarmante.
Los entrenadores se van de los clubes luego de una sucesión de derrotas; pero no es el caso de Domínguez. Luego de dos triunfos seguidos, vinieron una derrota con Belgrano, un empate con River y una derrota con Vélez. Pero el equipo volvió a tener lo que tuvo en gran parte del torneo: ausencia de estilo e identidad de juego.
Las confusiones fueron tales, ante Vélez, que armó un equipo pesado físicamente y de gente grande de edad en una cancha pesada y ante un rival de características diametralmente opuestas (jóvenes y livianos). No puso delanteros. Al primero que sacó fue a Bernardi (el más explosivo y rápido de sus jugadores). Y el equipo terminó con Conti de “9” y Alan Ruiz de último hombre. Caótico, desordenado, desesperado y futbolísticamente patético.
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Desgastado en su relación con algunos jugadores referentes —más allá de que no se admita o se desmienta— nunca pudo hacer rendir a los que tenían mucho para brindarle al equipo. Ledesma no podía faltar y faltó demasiado, Alan Ruiz jamás pudo encontrar su nivel, Bernardi tampoco, a Chancalay lo hizo jugar de carrilero, de media punta y de delantero sin encontrarle el lugar justo, Vera se fue desmoronando hasta caer en la improductividad total, Leguizamón también, a Sandoval no lo tuvo en cuenta y así se podrían seguir brindando nombres y más nombres. Trajo a Mariano González un jueves y el domingo ya lo hizo jugar. Y tampoco le pudo sacar jugo a Guanca, al que también paseó por varios puestos sin encontrarle el lugar.
Hay responsabilidades que se comparten, en mayor o menor medida. Más allá de los errores del entrenador, tampoco ayudaron mucho los jugadores. Fritzler y Correa fueron las únicas referencias válidas del medio hacia arriba; y algo de Estigarribia en la parte final de este torneo.
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Domínguez pidió la reunión y le llevó el planteo a Vignatti. En la cabeza del presidente y de buena parte de su dirigencia ya rondaba la sensación de que el ciclo estaba cumplido. En enero, cuando volvió de sus vacaciones, a Domínguez le aumentaron el sueldo más allá de lo que estaba convenido por las partes en el contrato. Había conseguido un objetivo deportivo que el DT hizo valer y que no estaba en los planes cuando Montero, su antecesor, hablaba de sumar puntos para la tabla de promedios, con un piso de 40 puntos. Domínguez consiguió que fueron 49 y se metió en una copa internacional. Esos primeros seis meses de trabajo lo llevaron a revalorizarse. Y obviamente que eso iba a tallar en una negociación donde todavía había un año más de contrato.
La postura del DT, por lo poco que se sabe y en forma extraoficial, fue terminar el vínculo, supuestamente cobrando hasta el último día de trabajo, que también en los supuestos será el próximo lunes con el partido ante Racing, ya que el encuentro de la Copa Argentina se pasó para julio. Las fichas están tiradas y restan sólo horas para que se oficialice lo que es un secreto a voces: Domínguez se irá de Colón.
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