(Enviado Especial a Mendoza)
Se abusó del pelotazo en Mendoza y la búsqueda de la segunda pelota cuando, según el propio DT, la idea era la de poner el balón contra el piso. Algo que no se vio en ningún momento. Dos derrotas iniciales que dejan muchas dudas en todos.
(Enviado Especial a Mendoza)
“Nos costó agarrar la pelota, hacerla circular. Abusamos mucho del pelotazo y no era la idea. Nos encontramos con un equipo bien parado atrás. Cuando un equipo juega como jugamos nosotros, se le simplifica el trabajo a la defensa rival. La idea era que pudiéramos tener una buena elaboración de juego, algo que nos faltó y que, cuando lo tuvimos, sobre todo en el primer tiempo, logramos generar alguna jugada de peligro, como ese remate de Pierotti que pegó en el palo. El partido pudo haber sido un empate. Del campo de juego no quiero hablar porque el mal estado no fue para Colón, sino para los dos. Tuvimos situaciones, todavía falta que algunos jugadores se puedan acoplar al resto. Hoy debutó Arrúa, se bajó del avión y lo subimos a otro para que venga a Mendoza. Es un jugador de buen pie que nos puede dar alternativas. Con Julián Chicco busqué darle más juego al equipo y por eso decidí la salida de Vega. Pero la realidad es que logramos en muy pocos momentos que se pusiera la pelota contra el piso”, dijo Marcelo Saralegui después del partido, en “caliente” y seguramente “caliente” por lo que había pasado en 90 minutos en los que Colón fue superado por Godoy Cruz, más allá de que estuvo cerca de empatar el partido (el gol mendocino llegó a cinco del final) y contó con chances claras para convertir.
La pregunta de este enviado giró alrededor del juego. Porque pareció que la estrategia de Saralegui había sido la de tirar pelotazos para los dos puntas e ir en búsqueda de la segunda pelota (es decir, del rechazo del rival). Buscando sanamente una intencionalidad, sobraban pretextos. Cancha mala, imposibilidad de poner la pelota contra el piso y una factible decisión de no arriesgarse al juego corto (no exento de la posibilidad de una equivocación y de muchas imprecisiones), para apostar al pelotazo. Colón jugó el domingo con dos delanteros que tienen suficiente potencia física para ir al cuerpo a cuerpo con los defensores rivales. Y si bien el pelotazo aéreo y frontal favorece siempre al defensor que espera de frente que al delantero que va en búsqueda de la pelota, no dejaba de ser una alternativa bajo el pretexto del pésimo estado de la cancha. Pero por lo visto –y dicho por Saralegui- no fue así. Su idea fue la de que el equipo juegue, tenga la pelota y arriesgue a pesar de las falencias del campo de juego. Y Colón no lo consiguió.
Ausente por completo Ibañez en el juego, sin la presencia suficiente Perlaza en el dominio de la pelota e impreciso Julián Chicco, todo quedaba reducido a lo que Pierotti pudiera hacer. Y Pierotti no es un jugador de claridad, sino un jugador de potencia y uno de los pocos (con Meza), que es capaz de provocar una sorpresa o un cambio de ritmo. Muy poco, si a eso se le suma que los dos puntas (Neris y Benítez), pueden pivotear y aguantar una pelota, pero no son tampoco los jugadores de buen pie que el equipo necesita. Además, están para otra cosa, más para terminar la jugada que para empezarla. Y de esta manera, Colón quedó muy huérfano de juego. Demasiado.
Antes del partido con Lanús, se dijo que Colón tenía un plantel armado con una “caja chica” y sin la posibilidad económica de traer jugadores importantes. Con la Libertadores a la vista, se hizo un esfuerzo por mantener algunos jugadores y por traer otros (caso Wanchope y el mismo Vega, que luego se lesionó) para intentar un salto de calidad ante la inminente competencia internacional. Sin eso a la vista –y sin ventas- el 2023 se presentó como un año en el que el mercado –definido como “complejo” por la dirigencia- se hizo muy difícil. Hasta ahora, ninguno de los jugadores incorporados pudieron sobresalir. Apenas el gol de Benítez en el primer partido, como para “marcar la cancha” y decir “aquí estoy, puedo ayudar con mis goles”. Muy tibio en el juego por afuera (con Alvarez y con Ibañez), Wanchope sin un estado físico medianamente adecuado como para ser esa carta de gol implacable que siempre supone un jugador de su jerarquía y sus características y, como si esto fuera poco, con Farías afuera hasta abril por su recuperación de la operación de ligamentos cruzados.
Saralegui le dio un envión anímico muy importante al equipo cuando se hizo cargo. Lo tomó después de un 0-4 de local ante Argentinos Juniors y, a los cuatro días, estaba goleando a Estudiantes en su propio estadio. Ese mismo envión lo llevó a ganar tres partidos consecutivos y a perder puntos sobre el final, ante Defensa y ante Central, mereciendo más y dejando una imagen futbolística rescatable. Se fueron Bernardi y el Pulga, dos jugadores demasiado importantes del medio hacia adelante que hoy se sienten una enormidad y no parecen haber sido reemplazados, aunque todo resulte prematuro porque se jugaron sólo 2 de 27 fechas. Ese equipo que tenía una idea de juego, hoy parece haberla perdido por completo. Colón intenta cosas que no salen, el técnico quiere algo que sus jugadores no lo demuestran y surgen dudas en todos los aspectos. Las atajadas de Chicco demoraron la llegada del gol justiciero de Godoy Cruz, eso le dio aire y chances de llevarse al menos un punto del “potrero” del Malvinas Argentinas hasta cinco minutos antes del final.
La materia prima principal de un plantel son los jugadores. Es cierto que el entrenador tiene una dosis de responsabilidad en todo (armado, preparación, elección de los jugadores y funcionamiento). Pero se hace difícil cuando en la cancha no hay una respuesta positiva. Nadie puede escapar de la crítica por este comienzo que sólo siembra dudas. Tampoco los dirigentes, que luego de haber tenido un plantel que se coronó campeón, no supieron mantener el nivel (no hablo de mantener jugadores sino de mantener un nivel de jerarquía) trayendo jugadores que fueron mermando progresivamente la jerarquía del plantel y, por ende, los resultados. Colón viene cayendo a partir del 5 de junio del 2021 (día siguiente a la obtención del título) y sólo se rescatan los buenos partidos que se hicieron en la Libertadores. Cuando Falcioni se fue –o mejor dicho, antes de irse- sacó una “listita” de jugadores que pidió y no vinieron. En su reemplazo llegaron otros que no anduvieron y algunos hasta debieron irse sin pena ni gloria (caso Otazú). En este mercado, la cosa no cambió. Y al decir de estas dos primeras fechas, parece que empeoró. El fútbol es cambiante y esto recién empieza. ¿Dará vuelta la página, Colón?