Parcial, localista, perjudicial para Colón. Andrés Merlos y su terna arbitral -principalmente Cristian Navarro, su asistente 1- dirigieron en contra de Colón. Así de liso y llano, si darle muchas vueltas al asunto. ¿De ex profeso?, uno quisiera creer que no, quisiera convencerse de que no, pero hay tanta deuda de credibilidad, hay tanto "gato encerrado", hay tanto olor nauseabundo, a cosa bastante podrida, ventajera, de relaciones inexplicables en el fútbol argentino, que justamente se da este arbitraje totalmente favorable a San Lorenzo, que ni siquiera así pudo ganar.
El penalazo no cobrado a Bernardi en el arranque del partido, las posiciones adelantadas que no eran tales y que Navarro le erraba por un metro (no por centímetros), las tarjetas amarillas que iban todas para los jugadores de Colón, los foules que se cobraban en contra de Colón pero no de San Lorenzo cuando ocurrían hechos idénticos, los pitazos que fueron inclinando la cancha y el otro penal, el del final, que sí vio en el área de Colón pero no en la de San Lorenzo.
Tenés que leerVideo: las polémicas del partido de Colón contra San LorenzoMerlos perjudicó a Colón en beneficio de San Lorenzo, el club del presidente de la Liga Profesional. Una noche mala la puede tener cualquiera, pero francamente fue muy evidente lo que se vio en el Nuevo Gasómetro. Pero el problema no es sólamente un mal arbitraje, va más allá, es más profundo y hay que buscarlo en las raíces mismas de una dirigencia que da muy pocas -casi ninguna- señales de seriedad ya desde hace mucho tiempo, casi me animo a decir desde el día siguiente de la muerte de Grondona, aunque en este momento se está pasando por la peor de las crisis y se ponen en duda las principales banderas que deben enarbolar los que se encuentran en la cima de la clase dirigente: las de la transparencia y la credibilidad.
Le dieron muerte a la Superliga -que tampoco era la panacea- para volver a gobernar ellos y contar con el poder absoluto, armaron una alianza entre los mismos que protagonizaron aquélla vergüenza del 38 a 38, dijeron cosas que luego no pudieron cumplir (por ejemplo, cuando Tapia señaló que "el fútbol volverá cuando todo el país esté en fase 4"), modificaron la cantidad de ascensos de la B Metropolitana en medio del campeonato, perjudicaron de manera grosera a San Martín de Tucumán y a Atlanta en el máximo torneo de ascenso, etcétera, etcétera, etcétera.
Eso sí, durante la pandemia no perdieron tiempo: pulverizaron la Superliga, crearon la Liga Profesional, eligieron autoridades y renovaron el mandato de Tapia, que vencía el año que viene, por adelantado y hasta el 2025. Todo esto con el aval de la inmensa mayoría de los dirigentes -incluidos los de Santa Fe- que apoyaron la movida política. Salvo unos poquitos se pusieron en contra. Como no podía esperarse de otra manera, quedaron en offside (solitos y apuntados).
Cuesta justificar lo de Merlos, cuesta encontrar explicaciones para la impunidad con la que se manejó San Lorenzo adentro de la cancha y cuesta buscar palabras para definir la manera alevosa, por ejemplo, con la que Gattoni esperó a Bernardi para cruzarle cuerpo y pierna cometiéndole una falta más grande que el Nuevo Gasómetro y cuesta también digerir que Merlos haya visto cosas adentro de una de las áreas que en la otra no vio o no quiso ver...