Martes 24.8.2021
/Última actualización 16:28
Tenía 92 años y se dio un gran gusto en vida: verlo campeón a su querido Colón. Pablo Gigliotti fue un colonista de ley, un hombre íntegro que le puso el pecho al club en tiempos durísimos, cuando el dinero escaseaba y era necesaria la creatividad y el esfuerzo de los dirigentes por sostener a la institución. Fue tesorero de Italo Giménez y sus anécdotas de situaciones vividas lo convertían en un hombre que podía contar historias increíbles y típicas de aquéllos tiempos.
"Había que tener cuatro pulmones para seguirlo a Italo, porque con dos no alcanzaba. Le gustaba relacionarse con todo el mundo, con Perette, con Trimarco... Se estaba construyendo el túnel subfluvial en el 68, el presidente de la Nación era Onganía y a Italo se le ocurrió hacer una convocatoria en la Boca del Tigre. Se llenó de gente, e Italo, con audacia, lo habló a un tal Puggioni, el director de ceremonial de la provincia, que era gobernada por Eladio Vázquez, e hizo parar el auto de Onganía y le regaló una hermosa llave con los escudos de Colón, de la Argentina y de Santa Fe. Los autos de la custodia siguieron de largo", contaba don Pablo cuando se refería a tantas anécdotas con el ex presidente de Colón en el ascenso del 65.
Pablo Gigliotti se encargó de escribirle a su querido barrio Roma. Conocía como nadie al barrio, a su gente, sus negocios. Y muchas de esas historias -las de Colón también- se encargó de reflejarlas en las páginas de El Litoral, ya que era un fiel lector de nuestro diario y un gran colaborador, publicando muchas cartas y artículos que se encargaba de escribir en forma prolija y con datos absolutamente certeros.
Se fue de esta vida dejando enormes recuerdos por su hombría de bien y un archivo que fue armando a través del tiempo de cada uno de los hechos que jalonaron la historia deportiva del club de sus amores, una reliquia que se encargó de reclutar con mucho esmero, amor y pasión. Esa misma pasión por Colón que lo acompañó hasta el último suspiro de vida.