El 'Bichi', exclusivo, a 8 años de su último baile
"La película mía en Colón tenía que terminar con un gol"
Un 18 de junio de 2012 jugó su último partido oficial con la “20” en el Cementerio de los Elefantes. Esa noche, que la cancha se venía abajo, le hizo dos goles a Godoy Cruz y se fue llorando.
"La película mía en Colón tenía que terminar con un gol"
“Esta gente no se merecía verme mal, en los momentos difíciles ellos me bancaron. He sido muy feliz acá, mi corazón se queda para siempre en esta cancha”, decía con lágrimas en los ojos —se “quiebra” cuando habla de su padre que está en el cielo— Esteban Oscar Fuertes. Hace ocho años, un 18 de junio de 2012, “Bichi” también tenía su “Último baile” en el Cementerio de los Elefantes frente a Godoy Cruz y se despedía con un doblete de gol, algo que todos esperaban antes que bajara el telón del “20”.
El personaje que se transformó en leyenda —goleador histórico con 144 goles y el jugador que más veces se puso la camiseta de Colón en el profesionalismo de AFA— se quedó a vivir en Santa Fe. Y como nunca sacó cosas que tenía muy guardados del Mundo Colón.
—Parece mentira “Bichi”, 8 años de ese “Último Baile” en Santa Fe con la camiseta de Colón...
—¡Qué bárbaro se pasaron volando estos ocho años!.
—¿Qué te acordás de ese día?
—Ese día todo lo que viví fue impresionante, desde que salí del hotel hasta la cancha: el frío que hacía, como estaba la cancha en las tribunas, tal vez por lo que significaba para mi y para la gente. Fue muy emocionante y además despedirme con dos goles. La verdad, lloré todo el día.
Pablo Aguirre
Foto: Pablo Aguirre
—¿Hay alguna frase, imágen o anécdota que te quedó grabada esa noche?
—Frase no, porque la mente estaba como en blanco. Lo que más recuerdo, cuando se para el partido porque va el cambio y me toca salir, fue ver compañeros con lágrimas en los ojos...Eso fue raro y lindo...¡Ver a tus compañeros así...! Ese día lloré todo el día.
—Hay una imágen, en la película de “El Sabalé”, que Diego Soffici —su director— me recomendó que viera especialmente: el camarógrafo va en el micro al lado tuyo y vos acariciás el vidrio de la ventanilla como queriendo tocar a la gente. Y al toque, se te caen las lágrimas...
—Era mi ultimo partido, me retiraba, no jugaba más en la cancha de Colón. Hay distintas formas de llorar, por todo lo que había vivido. Me fui pleno, haciendo goles.
—¡Hasta ese día, el de tu último partido en Santa Fe con la “20”, rendiste el éxámen de tener que hacer un gol! ¿Sentías esa presión por ser la despedida?
—La película mía con Colón tenía que terminar con un gol, porque cuando debuté con Huracán hago un gol y sabía que el destino estaba marcado...Estaba destinado a hacer un gol. Pude hacer dos, estaba convencido que iba a hacer un gol.
—¿No estabas desesperado?
—No, además era un equipo complicado como Godoy Cruz. Yo estaba convencido que iba a llegar el gol. Igual, después es fútbol, acordáte del primero, donde parece un rebote termino pateando casi desde el piso.
—Hiciste goles en Santa Fe, de visitante y en canchas neutrales. Y de los goles en Santa Fe, hiciste en el arco del FONAVI y en el de la J.J. Paso. ¿Tenés ideas cuántos en cada arco en el Brigadier López?
—No, pero debe estar muy parejo.
—¿Te “gustaba” más atacar para un arco que para el otro en el Cementerio?
—No, me sentía cómodo con los dos arcos, sin preferencias. Me gustaba festejar para la derecha del lado de J.J. Paso, pero si lo hacía en el FONAVI salía gritando para la izquierda. La verdad, los dos arcos me venían muy bien.
—¿Qué es lo que más se extraña “Bichi”?
—No me pasó nada en estos ocho años que diga “extraño ésto”. Cuando me retiro, me voy de vacaciones y volvemos a Buenos Aires. El primer partido es Colón con Lanús allá y yo estaba con mi familia. Le dijo a Jero —uno de sus hijos, Jerónimo— “Vamos a la cancha a ver a Colón”. Me siento en el palco a ver el partido y cuando entra el equipo a la cancha me dije “¿Qué hice?”. Me decía para mí: “Yo tengo que estar ahí adentro”. Pero pasaron los primeros diez minutos y dije “ya está, ya estoy retirado”. Nunca más me volvió a pasar, yo amo ver fútbol: me siento el viernes y me levanto el lunes.
—No extraño nada, mirá que me encantaba llegar primero a los entrenamientos, irme último, las concentraciones, las charlas, los mates con compañeros, médicos, masajistas. Ya quedó en el pasado; no en el olvido. Es una etapa cerrada para mí.
—Cuando estabas en el túnel final debés haber escuchado muchos consejos de ex jugadores que habían pasado por lo mismo. ¿Usaste herramientas como el psicoanálisis para prepararte?
—Me fui preparando con mi familia y seis meses antes dije “hasta acá”. Iba tachando partido tras partido, mi señora me decía “¿Estás preparado? ¡Mirá que te va a cambiar la vida”. Lo fui asimilando, semana tras semana. No fui a un psicólogo. Pienso que a algunos los afecta más y a otros menos. No es fácil cuando se apaga la lucecita y no hay más flashes.
—¿Cómo lo manejaste?
—A mí el irme preparando durante ese tiempo me ayudó. Estaba consciente de lo que iba a hacer. Hoy lo puedo decir: no me molesta una foto más o una foto menos, un autógrafo más o uno menos. El jugador de fútbol quedó...podés quedar en la historia. Son ocho años de mi ultima función. Es una etapa culminada y cerrada, guardo lo mejor en los recuerdos.
—¿En qué te cambió la vida del día a día?
—No cambió nada. Siempre me levantaba temprano para llevar a mis hijos al Colegio, no es algo que me cueste.
—Físicamente estás impecable: ¿cómo te mantenés?
—Corro con Jero, todos los días. Hago con él bicicleta, dos o tres veces por semana una hora y media por la Autopista. No quiero engordar. Además meto algo de gimnasio, porque quiero verme bien. Lo del “Indor Show” —fútbol reducido de ex jugadores— ayuda, juego los River-Boca y me llaman siempre. Vamos por todas partes y a la gente les gusta: el “Pato” Fillo, el “Burrito”, Cagna, el “Chelo” Delgado...
—Después del retiro en Colón tengo anotado Bolivia y Junín. ¿No supiste decir que no?
—Fueron esas dos veces. Lo de Bolivia dije que sí por no hacerlo quedar mal a Ronald Raldes, porque el Alcalde era muy amigo de él. Yo estaba de vacaciones en España y me fui a Bolivia a escuchar la idea. Mi esposa me bancaba: “Si tenés ganas, andá y conocé a la persona”. Me encantó el trato, cuatro años menor que yo el Alcalde: divino, marquetinero. Somos muy amigos y no lo supe decir que no.
—¿Y lo de Junín en el Federal?
—Lo de Junín fue por una empresa amiga. Les dije de entrada “Puedo venir dos o tres partidos a lo sumo y me dijeron vení a uno si querés”. Nos íbamos en familia, tipo mini- vacaciones y jugaba de local.
Archivo El Litoral
Foto: Archivo El Litoral
—Fue como volver al principio...
—Yo veía algunas canchas, era todo muy amateur: pocas duchas, bancos antiguos. Era como Independiente de mi pueblo: llegás con el bolso, te cambiás y no te podés bañar porque no hay nada. Vi que muchos clubes del Federal, a puro pulmón, quieren mejorar. La Escuela Deportiva de Junín me sorprendió, el presidente es un loco lindo que daba la vida por su club. Quería hacer ruido y no supe decir que no. Estuvo bueno, me gustó.
—Y después el “picado” entre amigos. Me acuerdo el día que te calentaste y te fuiste de la cancha. Y el “Huevo” Toresani te decía a los gritos: “Bichi, volvé, que te va a pasar mil veces ésto, ya no somos más profesionales”...
—Adentro de cualquier cancha soy calentón y quiero que se juegue en serio. Jugábamos a la tarde en El Pinar y luego comíamos en la peña. Me cobraron un off-side, nuestro amigo PG (N. de R.: Pablo Gaitán), como no le daba para volver levantaba siempre la mano y me calenté. Me acuerdo, que los dejé con diez...
—Si algo pasó triste en estos ocho años desde que te retiraste en Colón fue lo del “Huevo” Toresani. ¿Cómo te enteraste?...¿Qué sentiste?
—Yo no lo podía creer, me quedé tildado. La noche anterior habíamos estado hablando, era para Pascuas, Le digo, te voy a buscar y comemos. El me dijo que se quedaba ahí, en el hotel de la Liga, porque había unos partidos y jugaban las juveniles. Estaba mi suegro acá y a Julio le encantaba compartir con él. Hablamos hasta las once y pico de la noche. Al otro día, estaba por llevar a Paloma al Colegio y me llama Jesi, mi señora y me dice lo encontraron muerto a Julio. Fue un baldazo de agua fría, no lo podía creer...¡Vos sabés la relación que teníamos con el “Huevo”...
—Tenés amigos de Dorrego, de la vida y los del fútbol...El “Huevo” debe estar entre los más importantes...
—Sí, Julio, Héctor González y otro grupo más con Medero, Marini y esa bandita...
—No tiene una explicación lo que pasó con el “Huevo”.
—No. Nos juntamos con Ana (N. de R.: su esposa), cuando se cumplió un año y hablamos. Ellos tenían idas y vueltas como cada matrimonio. Cada familia es un mundo, cada familia tiene sus problemas. Yo no se lo que te sucede a vos y vos no sabés lo que me sucede a mí en mi casa con mi mujer y mis hijos. Además, no me interesa, porque es personal de cada uno. Muchas cosas pasan cuando no tenés laburo y te cierran puertas, a la gente le trabaja en la cabeza. Si ves que todo te sale mal, estás dirigiendo y te quedás sin club. Prefiero recordarlo siempre con esa risa inconfundible y los momentos vividos en pretemporada: con él y con el “Cabezón” Marini compartíamos la habitación y eran momentos imperdibles. Y después, todo lo que vivimos adentro de una cancha. Lo demás, prefiero que quede ahí, a un costado.
—Estamos en tiempo de pandemia y distanciamiento. ¿Como harían los Fuertes en Dorrego, siendo 12 hermanos, con el coronavirus? Alguna vez me contaste 7 varones en una lado y 5 mujeres en otro...
—No se cómo haríamos, es más hoy no se cómo hace una familia numerosa. En esa época, eran caserones grandes de pueblo: en una casa mi abuela, en otra mío tía y en la otra nosotros. Pienso cómo hacíamos, porque hoy no alcanzaría la plata. Hay familias con dos o tres hijos, imagináte con 12 nosotros y más con este problema.
—¿Y como era la Familia Fuertes en Dorrego?
—Nunca nos faltó un plato de comida, no teníamos lujo porque nosotros nos conformábamos con una pelota de trapo y mis hermanas con esas bandas para poder saltar. Hoy es totalmente diferente: si los pibes no tienen una Play se vuelven locos. Lo veo, lo vivo en carne propia. Pero como está el país hoy, no se cómo lo manejaría mi viejo con 12 hijos.