Si bien algo habíamos hablado con Batista el día del sorteo en La Plata, nunca pensé que se daría tan rápido. Me entero por El Litoral, con el llamado de ustedes. Ahora, cuando corte esta nota, lo voy a llamar a Ismael y le voy a recordar una anécdota, de cuando andaba bajoneado porque no jugaba. Un día, lo vi triste en el predio, lo llevé a un costado y le dije: “Agachá la cabeza y dale para adelante, Ismael. No sólo vas a ser titular en Colón sino que vas a llegar a la Selección”.
Anécdotas tengo varias, porque me llevo bien con todos pero por los chicos del club tengo un cariño especial. Recuerdo que llegaba a entrenar en bicicleta, cuando los grandes llegaban en coches o camionetas. Un día lo crucé al padre y le pregunté si iba a ver los partidos. Me dijo que no porque no podían. ¡Ni siquiera pedía las entradas de protocolo que tiene cada jugador, eso habla de su humildad!
Siempre lo noté preocupado por ayudar a su familia y así logró comprarle su casa a los padres. Ahorrando y ahorrando. Cuando se dio el problema físico, estuvimos al lado para que se opere de la hernia. Cuando no jugaba, yo lo hablaba a cada rato. Nunca aflojó. Hoy es un orgullo este llamado de Batista para la Selección Argentina local, porque Quilez es un producto genuino de esta idea que venimos desarrollando en las inferiores. Me acuerdo de algo más: cuando festejamos el 5 de mayo el cumpleaños de Colón, en el club apareció mezclado entre los hinchas. La gente ve en Quilez el sueño realizado: jugar con la camiseta del club del que se es hincha.