Enrique Cruz (h) | (Enviado Especial a Buenos Aires)
Esa fue la expresión que utilizó el entrenador de Colón, cuando el equipo se caía a pedazos y permitía que Huracán le diera vuelta el resultado con un jugador menos. En el final, estuvo 10 minutos en el vestuario y se fue. Se comenta que allí, el DT “redobló” la apuesta. ¿Cómo sigue...?
Enrique Cruz (h) | (Enviado Especial a Buenos Aires)
Un ex dirigente, de esos que han vivido situaciones, que conoció vestuarios, que le “prestó la oreja” al técnico de ocasión para escucharlo y convertirse en una especie de sicólogo o muro de sus propios lamentos, me decía que “lo de Domínguez no tiene retorno, de esa no se vuelve, no sé cómo puede hacer que el plantel olvide lo que dijo...”. No es fácil. Creo que a esta altura hasta el propio Domínguez estará arrepentido de ese exabrupto impropio en él y que lo aparta por completo de esa línea de sensatez y serenidad que siempre ha transmitido, cuando en medio del partido y, naturalmente, de la gran decepción que le estaba causando el desbarrancamiento absoluto e inexplicable de su equipo, tildó de “cagones” a sus jugadores.
Franco Zuculini, en caliente, salió a “respaldarlo” de alguna manera, o por lo menos a entenderlo. “Entiendo su furia, soy del mismo carácter”, expresó, y agregó, adhiriendo a la crítica que realizó Dominguez durante el partido, que “fuimos cagones, hoy perdimos un partido increíble”. Zuculini estaba sentado en el banco de suplentes cuando se produjo el desfasaje emocional de su entrenador. Su salida se dio cuando el partido estaba 2 a 0 y ya Huracán tenía un hombre de menos. “Tenemos que aprender de lo que nos pasa, esto sirve para el futuro. Hicimos un buen primer tiempo, más allá de que no hubo grandes diferencias en el trámite. Siempre digo que uno no pierde, sino que aprende. Y este es un partido para aprender y que no vuelva a ocurrirnos. Hay que trabajar mucho en lo mental, el equipo se está armando de a poco y si Eduardo se enojó, lo hizo con mucha razón. Yo también me voy enojado”, amplió el volante, que fue clave para que el equipo mejore a partir del encuentro ante Godoy Cruz.
¿Qué pasó con Domínguez?, se “desconoció” en medio de ese verdadero “huracán” que arrasó con Colón, en un lapso enmarcado e identificado mucho más por las culpas propias (las de Colón) que por los méritos ajenos (los de Huracán). “Son unos cagones”, fue la frase que el DT repitió, con cámaras tomándolo desde muy cerca. En el final, sólo desvió su recorrido hacia el túnel para saludar a “Lechuga” Alfaro, a quien abrazó, seguramente le habrá tirado algún concepto al pasar o de ocasión y de inmediato buscó el túnel que lo conduzca rápidamente al vestuario. Allí estuvo apenas algunos minutos y, también cosa rara en él, a los 10 o 15 minutos se fue del estadio, antes que todos.
Cuando debió recorrer el paso obligado por el hall central del Tomás A. Ducó, se frenó apenas algunos instantes para hablar con la prensa. Está claro que no estaba en sus planes y que tampoco había ganas de hacerlo. Pero se vio obligado, frenó y dijo: “Evidentemente no he leído bien el partido, no supimos sostener un resultado positivo y la realidad es que al partido lo perdimos nosotros”, fue lo primero que señaló. Enseguida, dijo que “ahora hay que mantener la cabeza fría, pasaron cosas muy claras, muy evidentes, pero primero quiero charlarlo con los jugadores y analizarlo con ellos”, expresó un Domínguez algo más contenido, pero con una procesión interna que no terminaba de lanzar llamaradas de fastidio y desazón.
No hay dudas que es el momento de enfriar la cabeza, de parar la pelota y de ver de qué manera se recupera el punto de equilibrio, estabilidad y satisfacción que existía antes del partido. O en el mismo entretiempo, cuando Colón ganaba 2 a 0 y si algo le estaba faltando para que la noche sea feliz y completa, fue la expulsión de Auzqui en el arranque del segundo tiempo que ensombrecía más el panorama del rival.
La falta de actitud y de respuesta positiva fue evidente, de eso no hay dudas. Después, están las formas. Uno no sabe cuánto puede repercutir lo que pasó y de qué manera se las ingeniará Domínguez para que sus exabruptos y su calentura no dejen heridas en el grupo. Hasta ahora y en casi dos años, el plantel le ha respondido. Quizás el partido más puntual fue ese de la cancha de Racing —a propósito, fue la última victoria como visitante de Colón—, cuando se le habían dado todos los resultados a favor y quedaba que el último paso lo diera el propio Colón. Esa noche, el equipo jugó el mejor partido y clasificó para la Sudamericana del año que viene, fortaleciendo una posición que no estaba muy sólida y firme que digamos a esa altura, pensando en la continuidad de Domínguez.
Antes de Godoy Cruz, la floja campaña en la Superliga quedaba disimulada por la expectativa que generaba la Sudamericana. Dicen que la eliminación ante el Junior de Barranquilla, en una serie que todos coincidían que era “pasable”, caló hondo en todos. Pero el plantel se enfrascó nuevamente en el torneo local y los dos triunfos en casa, ante Newell’s y River, cambiaron el semblante. Sin jugar del todo bien, pero recuperando solidez defensiva y con eficacia arriba, Colón repuntó en lo matemático y eso calmó un poco la sensación de fracaso que dejó la eliminación ante los colombianos.
La inexplicable derrota con Huracán y la reacción de Domínguez, reavivaron enojos, preocupaciones y disconformismos. ¿Qué pasará ahora?, depende de cómo se maneja internamente la situación. En la cancha estaba toda la cúpula sabalera: Vignatti, Fleming, Alonso y Darrás. Pero más allá de la opinión que puedan tener los dirigentes, lo que importa es saber cómo se sale en lo futbolístico y en lo grupal de esta situación. La respuesta es interna a nivel de plantel y cuerpo técnico. Domínguez deberá plantarse ante los jugadores, cuando se vuelva a los entrenamientos, para decirle por qué reaccionó como lo hizo, qué fue lo que vio y allí deberá adoptar alguna actitud que no deje fisuras para el futuro. Y también el plantel en general y los jugadores en particular deberán revisar sus propias actuaciones.
Culpables son todos, más allá de las reacciones. En Parque Patricios se construyó un resultado inconcebible y doloroso para un equipo que ganaba por dos goles con un jugador de más en la cancha. No haber sabido mantener el resultado, no haber tenido el suficiente temple y la inteligencia para aprovecharse de una situación totalmente favorable, no tiene un solo responsable. Sólo hay una realidad que no va en detrimento de lo que hizo Huracán: a la derrota, Colón la “elaboró” con más defectos propios que con méritos ajenos. ¿Clarito, no?