Aquel Pulga del gol a la selección y el "motorcito" del equipo del ‘65
Entrerriano, llegó a Colón en el histórico año de las victorias que dieron origen al mote de Cementerio de los Elefantes para el estadio. Ascendió al año siguiente y fue gran figura en Vélez.
Con su fallecimiento, se fue otro de los grandes héroes de aquella aventura encabezada por don Italo Giménez, cuando decidió llevar a Colón de la C a la A
El Pulga Ríos nos dejó físicamente, pero su nombre y su legado permanecerá imborrable y para todos los tiempos en Colón. Con su fallecimiento, se fue otro de los grandes héroes de aquella aventura encabezada por don Italo Giménez, cuando decidió llevar a Colón de la C a la A casi en un abrir y cerrar de ojos, no sin antes provocar dos victorias que le dieron nacimiento al mote de Cementerio de los Elefantes. Y el parananese Alberto Ríos formó parte de aquellos equipos.
Colón vivía una difícil situación económica, financiera y deportiva en esa época y por eso el presidente, Italo Pedro Giménez, le ofreció la dirección técnica a un ídolo de la institución, el "Chengo" José Canteli. Su sueño era llevar a Colón a Primera, algo que conquistó en 1965 de la mano de Pepe Etchegoyen, un uruguayo que llegó con la valija cargada de sueños y con algunos jugadores que hicieron escuela, como el caso de los hermanos Medina. En ese camino, Italo se animaba a "empresas" que muchos tildaban de alocadas, pero que las afrontaba a costa de críticas que luego se convertían en expresiones de asombro y que con el tiempo sembraron de hitos trascendentes a la historia del club.
Publicación del Club Colón en las redes.
El Pulga había nacido futbolísticamente en Atlético Paraná y tuvo un paso breve por Unión, de apenas un puñado de partidos. En 1964, Italo armó un equipo prácticamente nuevo porque venía de la C y había que reforzarse. Entre ellos, se produjo la llegada del Pulga, que no jugó ese partido inolvidable del 10 de mayo de 1964 ante el Santos de Pelé, pero fue clave en la gran victoria ante la selección argentina, que venía de jugar una gran Copa de las Naciones.
“...No extrañó entonces sobre los 9 minutos la apertura del marcador cuando un centro desde la izquierda de Broggi no pudo ser alcanzado por Galeano o Ploto Gómez, favoreciendo ello la entrada de Ríos que, de cabeza, superó a Righi ante la algarabía de los hinchas sabaleros”, señaló la crónica de la época.
Colón vivía una difícil situación económica, financiera y deportiva en esa época.
Ese 8 de setiembre, el Centenario volvía a vibrar y las emociones calaban hondo en los hinchas sabaleros ante semejante hazaña, que se consumó luego con el gol de Broggi que puso el 2 a 0 definitivo.
Juan Luis Pérez; Pedro Rosso y Carlos Alberto Larpín; Juan Ceballos, Alberto Raúl Poncio y Horacio Banegas; Luis López, Carlos Alberto Colman, Demetrio Gómez, Alberto Ríos y José Broggi, fueron los once titulares elegidos por José Belermino Canteli, contra Ediberto Luis Righi; Pedro Galeano y Abel Omar Vieytez; Carmelo Simeone, Antonio Ubaldo Rattin y José Varacka; Mario Norberto Chaldú, Alberto Rendo, Alfredo Hugo Rojas, Ermindo Angel Onega y Adolfo Alberto Bielli, los once del inolvidable José María Minella, quien le dio nombre al estadio mundialista de Mar del Plata.
Imagen del partido, el que cabecea es el Tanque Rojas y Ríos es el que está mirando la jugada.
Cuenta la historia que Rattín se enojó mucho con sus compañeros y salió de la cancha en el entretiempo, siendo reemplazado por un hombre que fue figura de San Lorenzo pero que luego continuó su carrera en los clubes de Santa Fe, primero en Unión y después en Colón: Roberto Telch. Más todavía, algunos señalan con certeza que fue tal el enojo del “Rata”, que se fue de la cancha y ni siquiera vio el segundo tiempo.
Después, el Pulga Ríos siguió su carrera en Vélez, donde se convirtió en una gran figura del equipo campeón de 1968, compartiendo ese riquísimo plantel con figuras de la talla de Carlos Bianchi, el Gato Marín, Gallo, Willington, Solórzano, Atela, Wehbe y Carone, entre otros.
El Pulga Ríos nos dejó físicamente, pero su nombre y su legado permanecerá imborrable
Luego de un paso por el fútbol mexicano, volvió a su tierra y jugó el Regional de 1978 para Patronato, formando parte de otro plantel histórico que le dio al fútbol entrerriano la posibilidad de jugar en Primera División. Ese equipo clasificó dejando en el camino a Sportivo Patria de Formosa y luego, en el Nacional, tuvo un logro: despojar de un invicto de 24 partidos a Unión, cuando lo venció en Paraná, aunque ya el Pulga no estaba en el plantel.
Inevitablemente, el recuerdo de Tremonti, Sanitá, los hermanos Medina (Orlando y Gisleno), Alejo Medina, Canevari, el Negro Cardozo y el Mono Obberti, nos acerca a este entrerriano que podía jugar de “8”, de “5” o de “10” porque tenía todo: prestancia, inteligencia, despliegue y garra.
Su partida es dolorosa, se lleva buena parte de esa rica historia sabalera de los 60 aunque el recuerdo permanecerá inalterable y para siempre para quienes lo conocieron y lo vieron jugar, quiénes se encargaron ya de hacerlo extensivo a todas las generaciones.
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