Se subió al pedestal de los ídolos, entró en la galería de los grandes y consiguió lo que nadie de su misma magnitud pudo lograr. Ahora amaga otra vez con irse. ¿Será ese el final de la historia?
Continuos amagues, un lazo contractual incumplido en Gimnasia, el retorno a Santa Fe para jugar la Libertadores y con casi 38 años (los cumplirá el 1 de enero), otra vez la historia que se repite: la del Pulga Rodríguez con sus deseos renovados de alejamiento.
Con sus más de 100 partidos en el club, el Pulga Rodríguez logró en Colón dos cosas que no pudo conseguir en Atlético Tucumán: 1) ser campeón (y jugar una final internacional); 2) lograr que le paguen un contrato que, en su momento se lo reconoció, nunca había podido firmar en otras instituciones, sobre todo en su querida Atlético Tucumán.
El Pulga debió jugar todo este año en Atlético Tucumán, pero dio finalización a su vínculo y el 10 de enero de este año se anunció oficialmente su regreso a Colón. Para ello, debió hacerse frente al pago de 500.000 dólares de resarcimiento a Gimnasia; y quizás el Pulga debió devolver algo de lo que ya había percibido. Su vínculo con el Lobo expiraba el 31 de diciembre de este año. Y el contrato con Colón, el 31 de diciembre del año que viene.
"Están en el tire y afloje", comentan fuentes consultadas por El Litoral. El Pulga se quiere ir. A veces, los jugadores apelan a esto como un factor de presión para conseguir alguna mejora económica en el marco de un país con alta inflación y con una moneda que sufre contínua depreciación. Lo hacen los jugadores y también los entrenadores. Esta vez, se esgrimen otras causales. Por ejemplo, los hechos ocurridos hace algunas semanas, luego de la derrota ante Talleres y antes de enfrentarse con Argentinos Juniors, a puertas cerradas (la "apretada" de la barra).
El Pulga ha llegado en Colón a la categoría de ídolo. Si bien su luz se apagó en la final con Racing y no fue de sus mejores partidos, nadie discute su incidencia en aquél histórico logro. Entró en la galería de los elegidos, más allá de sus permanentes amagues y su coqueteo con el regreso a Atlético Tucumán. Quizás le haya resultado difícil desprenderse de ese cordón umbilical que lo une a su tierra y al club de sus amores. Eso no quita que, en la cancha, el Pulga haya logrado en Colón un nivel de excelencia futbolística que lo distinguió y que lo llevó a convertirse en uno de los mejores jugadores del fútbol argentino. O por lo menos, uno de los de mayor calidad técnica.
Ya en la parte final de su carrera y quizás con otros objetivos en su horizonte, el Pulga volvió a la carga con sus deseos de irse. Para muchos, no hay que cerrarle el paso. Obviamente, habrá que arreglar lo económico, porque hay una parte del contrato (la mitad) que se incumplirá y eso tendrá su costo. Pero no vale la pena insistir con alguien que ya no tiene las mismas ganas de quedarse.
¿Y Goltz?
El contrato de Paolo Goltz finaliza el 31 de diciembre. Desde el club se le hizo saber el deseo de que continúe, pero cuando finalizó el encuentro ante Rosario Central se estrechó en un gran abrazo con Facundo Garcés, que sonó a despedida. "Es mi maestro", dijo Garcés cuando fue consultado luego del partido, a propósito del hombre que lo acompañó en todo este tiempo que se ganó con creces la titularidad en Colón. Estos temas, como el del Pulga Rodríguez, el de Goltz y también el de Wanchope Abila (con contrato hasta diciembre de 2024), fueron tratados en la reunión con Saralegui.