Enrique Cruz (h)
Después de un más que aceptable primer tiempo, el equipo se cayó, regaló la primera media hora del segundo, se dejó igualar y en la reacción del final casi lo gana. Faltó contundencia.
Enrique Cruz (h)
(Enviado Especial a Rosario)
Le quedó mejor a Central el empate. Más cómodo. Con más imagen de logro. No sólo porque iba perdiendo y lo empató. Sino porque hizo menos que Colón. O mejor dicho, tuvo menos situaciones que Colón. Por eso, lo de Colón asoma como poco productivo. Queda la sensación de poco, de que se pudo más. Eso es lo que deja el partido. La impresión de que Colón debió ganarlo. Y no pudo. Más por defectos propios que por mérito del rival. Ganaba bien jugando un primer tiempo interesante, de lo mejorcito que se le vio al equipo en los últimos tiempos, sobre todo en ese tan mentado y reclamado juego que tanto demoró en aparecer. Y después, cometió errores en el juego aéreo defensivo que se hicieron preocupantemente recurrentes. Y así le empató Central el partido. Colón pasó de lo interesante del primer tiempo a una meseta de hibridez en el segundo, de dejar que el rival haga, ataque y lo lastime. Reapareció en el final. Central ya no podía levantar las piernas. Y Colón, al que mucho aire no le quedaba, lo aprovechó y allí también lo pudo ganar. Desperdició, en total, cinco mano a mano. ¿Rescatable o improductivo?, ¿o las dos cosas?.
* 1) Un primer tiempo con luz verde en el juego, cuidando la pelota y sorprendiendo al rival. Colón no fue ese equipo que le regala la iniciativa al rival, sino que se cargó el partido sobre sus espaldas. Hizo un primer tiempo más que aceptable con la pelota en los pies. Atacó bien por derecha con Zuculini, algo de Heredia y las proyecciones de Toledo, aunque no siempre terminan bien. No tanto por izquierda, donde Escobar y Chancalay aportaron poco en el juego. Tapó bien a Ortigoza y la pelota pasó bastante por los pies de Gil, más que por los del “Gordo”. Los delanteros quedaron aislados y controlados. Correa, en cambio, fue una complicación constante para la frágil dupla Ortiz-Cabezas. El retroceso de Heredia y Chancalay para armar una línea de cinco volantes hizo que Central se quedara sin posibilidades por los laterales. Y las debilidades del rival fueron rápidamente advertidas en el sector izquierdo defensivo de Central, a espaldas de Carrizo y Parot. El 1 a 0 era justificado pero hasta quedaba ajustado.
* 2) Un segundo tiempo en el que se repitieron historias y viejos vicios que le provocan un gran daño al equipo. Domínguez lo minimizó, pero hubo 25 o 30 minutos de mucha confusión en Colón. Central cambió roles y pasó de dominado a dominador. Y Colón, que no había sufrido en el primer tiempo, empezó a encontrarse con dificultades peligrosas, sobre todo en las pelotas aéreas que la defensa no sabía resolver. Cuando entró Godoy, eran tres centrales para marcar a los posibles cabeceadores. Por eso, la pregunta es: ¿por qué Toledo en la marca del peligrosísimo Herrera?. De todos modos, no fue sólo el gol del empate, sino la manera en que Colón bajó su intensidad, tanto futbolística como física. Una cosa trajo de la mano a la otra. Se cansó Zuculini, dejó de gravitar Estigarribia, no hubo sorpresa en la subida de los laterales y recién se recuperó protagonismo en la última parte del encuentro, cuando Mariano González tomó las riendas futbolísticas (fue de menor a mayor desde que entró) y casi lo conduce a Colón a la victoria (le puso dos pelotas de gol a Correa, al que le faltó precisión para definir). Pero por ese entonces, Colón ya había dilapidado casi media hora del segundo tiempo. ¿Problema físico, virtud del rival en empujarlo contra su propio campo, decisión estratégica de dejar venir al rival para contragolpearlo?, quién sabe.
* 3) Domínguez tomó decisiones diferentes a las de hace diez días ante Huracán, en cuánto a la lectura del partido y los cambios. Esta vez casi le sale. Su primera decisión fue la de poner línea de cinco. Lo hizo a los 9 minutos del segundo tiempo (entró Godoy, salió Chancalay). Cuando el equipo se estaba acomodando para defender mejor, llegó el gol de pelota quieta de Herrera de cabeza. Después, se decidió por darle más minutos a Mariano González. Contra Huracán, lo puso cuando el partido ya estaba 3-2 y el equipo estaba absolutamente desequilibrado y sorprendido. Acá lo metió para recuperar protagonismo. Los minutos finales de Mariano González, casi le terminan dando la razón. Ni Bueno ni Bastía fueron opciones esta vez. Entendió que debía obrar diferente desde el banco, para solucionar un problema serio que se presentaba a partir de ese bajón futbolístico y físico de la primera media hora del segundo tiempo. Terminó de refrescar el mediocampo con el pibe Moschión. Bauza hizo lo mismo, pero arriba. Sacó a los dos delanteros y puso gente con aire para atacar, pero ya no tenía muchas piernas ni ideas en el mediocampo. Eso le permitió a Colón recuperar el protagonismo en el final y lo dicho: debió ganar el partido.
Contra Huracán y Central, Colón pudo quedarse con los seis puntos y apenas cosechó uno. En la explicación final, hay que poner sobre la balanza las carencias y cierta inmadurez del equipo. No se supieron defender los dos resultados. El de Huracán fue más grave, pero el de ayer se pudo cambiar con un poco de contundencia. Una pena.