Aquél "Indio" de Santa Rosa de Calchines que conquistó al pueblo sabalero...
Ramón Mántaras: "Sepulté a mi hermano y me fui a la cancha de Colón a jugar un partido"
Su mamá falleció en el famoso accidente del micro que cayó en el Leyes, pero alcanzó a tirar a su hermanito por la ventana y lo salvó de milagro. Años más tarde, lo llevó a jugar a Colón y falleció de un aneurisma en un entrenamiento. En un clásico, el Toto Lorenzo no quiso que lo marquen en un tiro libre y participó del gol de Olivares que le dio la victoria a Colón. A los 10 años trabajó de mozo para ayudar a su madre. Un "Indio" que la peleó bien de abajo.
Ramón Mántaras: "Sepulté a mi hermano y me fui a la cancha de Colón a jugar un partido"
"En esto no hay muchas vueltas que darle. Yo nací en el hospital del pueblo, en el hospital de Santa Rosa de Calchines y mi infancia fue como la de todo chico de pueblo... Jugábamos al fútbol en cualquier lado... Ibamos a la cuneta... ¿Sabés a lo que le llamamos cuneta?, a lo que está al lado de la ruta... ¡Ahí jugábamos al fútbol!... Y eso sí, trabajando desde chico".
Vaya a saber uno por qué le pusieron "Indio" a Ramón Mántaras. Quizás haya sido por cómo era en su infancia, o por esa melena al viento que alguna vez ostentó y que el paso del tiempo la transformó ya en un hermoso recuerdo que no volverá, o por la forma en que jugaba. La verdad que poco importa. O sí. Ramón Mántaras es de esos tipos que derrocha afecto y respeto, que no reniega de su pasado y que supo ganarle al tiempo y a las desgracias de una vida que estuvo signada por lo trágico que le tocó vivir con su gente bien cercana, con sus sentimientos más queridos.
-¿Por qué decís eso de trabajando desde chico?, ¿qué significado tiene "desde chico"?
-Porque a los 10 años ya la ayudaba a mi vieja. Ella tenía un restaurante y yo hacía de mozo, trabajaba en la cocina, lavaba los platos... Mi mamá fue fundamental en mi vida... Crecí en todo sentido a su lado y eso me formó para resolver los inconvenientes de la vida... Nosotros fuimos fundadores, con mis amiguitos de ese tiempo, de Los juveniles de Santa Rosa, lo organizamos en la escuela de Helvecia, el promotor fue Mingo Riera, que hoy es panadero... El inició todo esto. No debe haber jugado más de dos partidos, pero fue el que lo organizó. Teníamos 13 o 14 años y ya formábamos un club. Me acuerdo que traíamos gente de un colegio de internados de Helvecia.
-Y decime Ramón, ¿faltaba el mango en tu casa?
-Mucho… ¡Claro que faltaba el dinero!... Por eso teníamos que agachar la cabeza y laburar... Y al poco tiempo, después del accidente de mi vieja, llegué a tener dos trabajos.
-¿Qué le pasó a tu mamá?
-Ella viajaba en el micro que cayó en el puente del Leyes, ¿te acordás?... Y mi hermano se salva porque mi vieja lo tira por la ventanilla cuando el micro estaba cayendo al agua... Mi hermano no sabía nadar, pero quedó al costado del puente, en los pilotes... Y lo salvó el que los salvó a todos... Mi vieja murió ahí, en el acto... Lo último que hizo fue tirarlo a mi hermano por la ventana para que se salvara... Yo tenía 16 años y mi hermano estaba por cumplir 11... Era un niño... Lo salvó mi vieja... ¿Sabías la historia de mi hermano, de lo que le pasó después?
-¿Qué pasó?
-Cuando tenía 15 o 16 años me pide ir a Colón... Yo ya estaba en el plantel profesional, lo llevo a entrenar y anduvo bien, entonces quedó. Pero resulta que falleció en esa cancha que estaba llena de piedras y de vidrios, donde nosotros también entrenábamos... La única cancha auxiliar que había en ese momento... El Fonavi eran lomas de arena, ahí corríamos un montón… Bueno, él estaba corriendo en esa cancha y le dice al profe que estaba cansado, se sentó y se sintió mal... Roberto Di Plácido, el zaguero que había llegado de Gimnasia, lo llevó al hospital... Fue un aneurisma... Se murió...
-¿Jugaba bien?
-¡Era mejor que yo!... Mis dos hermanos jugaban mejor que yo... El otro, también ya fallecido, jugó en Gimnasia de Ciudadela... Los dos jugaban muy bien.
-¿Y por qué fuiste vos el que llegaste?... Bueno, en el caso del que murió en la cancha de Colón fue porque el destino de la vida no le dio la posibilidad...
-Quizás por la constancia... ¡Porque hay que resistir en el fútbol!… Yo jugué en un equipo espectacular, en juveniles jugué en dupla con Hugo Villaverde, un fenómeno... En ese momento estaban Trossero, Mariano, después vino Di Plácido.... Grandes defensores... ¡Qué clásicos los de esos tiempos!
-A vos te toca ser titular en el 1 a 0 del gol del Mono Olivares en cancha de Colón en el '75...
-Te cuento una anécdota de ese partido... Estaba el Toto Lorenzo de técnico de Unión… Los muchachos de Unión, no voy a decir quién o quiénes para no involucrarlos, me contaron que el Toto les dijo que a mí no me marquen en las jugadas de pelota quieta a favor... "Ese se tropieza con los pies, se marca solo", les habrá dicho (risas)... Y bueno, fui a buscar el cabezazo, como siempre. Tenía tipos que le pegaban como los dioses, entonces había que poner la cabeza dura y que te pegue, nada más. En Colón tuve la suerte de jugar con Aricó, con Cococho, con Roldán, con el chaqueño Mazo… Y en Tigre también. Ahí estaban Carrizo, la Chancha Arregui, el Nene Ortega Sánchez… Yo le pegaba bien, pero era una falta de respeto que vaya a buscar una pelota para patear un tiro libre con todos esos "nenes"... Y bueno, me dejaron solo, no me marcaron... Participé de esa jugada y después el Mono empujó la pelota luego de un rebote...
-Volvamos a lo de tu hermano. ¿Cómo te enterás de lo que estaba pasando?
-Yo estaba entrando al vestuario después de entrenar, así que no ví nada. Ahí me dicen que Oscar, mi hermano, salió con Roberto Di Plácido en el auto... Falleció ahí mismo, en la cancha… Mi historia es tan linda como dolorosa con Colón... Terminé de sepultarlo y me fui a la cancha porque jugábamos un partido, no me acuerdo contra quién... Todos se negaban a que vaya, pero estuve. Fui al banco...
-¿Quién te dio una mano en ese momento?
-Mirá, yo quería ser jugador de fútbol, pero a mí siempre me costó encontrar la persona que me ayudara... Ya en Colón, Cococho Alvarez era un tipo muy divertido y exigente a la vez, jodía y exigía... Otro fue Hugo Spadaro, un tipo espectacular. El otro día lo recordábamos con el Gringo Mariano… Mirá, Spadaro jugaba en reserva, siendo un consagrado y campeón de todo con Estudiantes y no decía nada... Por eso, yo nunca me negué a jugar en reserva… Más todavía, me sentía útil estando en la reserva y ordenando a los chicos.
-¿Quién te trajo a Colón?
-El hermano del Tete Lo Bello… Yo me hice fanático de Raúl Cardozo, venía a ver los partidos con mi viejo y me encantaba verlo jugar... Tenía una técnica bárbara, era hábil, hacía el carril de manera maravillosa… Había otros, como el Negro Orlando Medina, el Flaco Errea, ¡Jorge Sanitá!… Siempre fui central… Me acuerdo que en un partido de reserva, antes de irse de Colón, Carlos Trullet me dijo que jugara de 5 y él iba de central y le dije que no... ¡Le dije que no a Carlos, que era un tipo muy respetado en Colón!... Lo que pasa es que para mí no era lo mismo jugar de zaguero que de volante central... "Carlos, no tengo el espacio suficiente para lo que yo sé hacer", le dije… Tenía 19 años y le dije que no a él, que ya tenía una trayectoria.
-¿Creés en los especialistas?
-Obvio... Mirá, lo táctico es un espacio dentro de la cancha, vos podés tener recursos y moverte en otros espacios, pero hay uno en el que estás mejor que en otros… Yo creo en los especialistas… Messi puede jugar por derecha siendo zurdo, pero es Messi... No se puede jugar bien en varias posiciones… Si tengo un lateral izquierdo que es diestro, va a necesitar dos tiempos para meter el centro. Eso me saca tiempo para los que llegan a posición de gol, se pasan de largo y tienen que volver a posicionarse, ¿me entendés?… El que lo hacía muy bien a eso era el Negro Fernández.
-Claro, era un "3" diestro...
-Así es, pero lo resolvía de maravillas...
-El otro día, el Beto Tardivo me dijo que el gran problema del fútbol es que hoy faltan maestros...
-¡Tiene razón!... ¿Sabés qué pasa?, acá el que tiene muchos años, es un viejo… El otro día me hicieron escuchar una charla de una japonesa y decía que los abuelos son los más defendidos dentro de la sociedad… Yo lo he visto en Tokio, desde los rascacielos hasta los barrios donde el terremoto destruyó pero no terminó de romper, los jubilados japoneses barren la plaza con unas ramas gigantes… Son útiles.
Archivo El Litoral El Indio Mántaras, melena al viento, consigue rechazar la pelota ante la peligrosa presencia del goleador que tuvo Unión en ese 1975: Heber Mastrángelo. Fue el clásico del gol del Mono Olivares, en el que él participó.
El "Indio" Mántaras, melena al viento, consigue rechazar la pelota ante la peligrosa presencia del goleador que tuvo Unión en ese 1975: Heber Mastrángelo. Fue el clásico del gol del Mono Olivares, en el que él participó.Foto: Archivo El Litoral
-¿Te costó el reconocimiento de la gente?
-¡No!... ¡Nunca sentí la reprobación de la gente!… Por el contrario, sentí que me bancaban… Y como entrenador también. Me hicieron sentir que le servía al club para un proyecto del club.
-No… ¿Sabés cuál es el problema?, que no se sabe cuándo se tiene que competir para ganar... Es el problema de los dirigentes, algunos entrenadores y también de algunos jugadores.
-Es lo que dice Juan Barbas: "El gran problema es que los entrenadores de las inferiores piensan más en el resultado que en la formación"...
-Es que se lo exige el medio... Por eso, yo siempre he tenido problemas, porque siempre pensé en formar… "Siempre hay que ganar", me decían… Y cuando la primera no ganaba, ¡peor todavía!.... Yo decía que iba a preparar a los jugadores como en el colegio, todo a su debido tiempo… Al jugador le tiene que gustar primero el juego, debe sentir placer por el juego… Recién te hablé de los japoneses y, ¿sabés cuál es el problema que ellos tienen?, que no disfrutan del juego... Allá es más importante el fútbol femenino... Son muy estructurados.
-¿Quién te moldeó como jugador y como entrenador?
-Primero aprendí de Rubén Cheves, segundo del Pato Rossi, el papá de Rubén, después del Vasco Urriolabeitia y después el Gitano, que fueron dos cosas totalmente distintas... El Vasco me moldeó en todo sentido, en lo que es el profesional, en lo que sirve el trabajo… Yo sabía cabecear porque mi viejo me enseñó mucho, pero me faltaba trabajo… El Vasco se quedaba laburando un largo tiempo con nosotros, incluso después del entrenamiento… Le pegaba bárbaro a la pelota, te explicaba todo… Hasta te enseñaba que primero está el pensamiento, después el movimiento y luego el impacto, hay que ver dónde le pego para darle el golpe justo.
-¿Eras de cabeza fuerte?, digo en cuanto a la mentalidad...
-Yo era perfeccionista, siempre quería saber algo más… A veces me he encontrado conque el problema del chico venía del colegio, porque a veces se los reta, se los descalifica delante de todos y eso le hace mal al chico, lo empequeñece, ¿me entendés?… Yo lo veo con los "caños"… Hay jugadores que se comen un "caño" y quedan paralizados; y otros que van y buscan la pelota, se esmeran por recuperarla por más que hayan quedado en evidencia.
-¿Qué fue lo más duro que te pasó en el fútbol cuando ya eras entrenador?
-Lo que más me dolió fue la muerte de algunos de esos chicos que uno tuvo desde niño, caso Mirko Saric y el accidente del pibe Sueiro en San Lorenzo... A los dos los tuve… Y hay otro caso muy particular, de un chico de River...
-¿Querés contarlo?
-Obvio... El vivía en la villa 31, ahí en Retiro... Un día viene con la cara destrozada, entonces el entrenador me dice: "Ramón, charlá con este pibe porque a mí se me escapa"... Era de novena, tenía 13 años... ¿Sabés lo que le pasaba?, que lo venían a "apurar" para que jugara para el equipo de la villa, lo obligaban porque jugaba bien y ahí se jugaba por plata... ¡Lo "apuraban" para que juegue por plata a los 13 años!... Y un día cayó al club con toda la cara moreteada. Eso fue el detonante. Lo sacamos de la villa... Era sencillo, era cuestión de escuchar…
-¿Quién era?
-Andrés Ríos, creo que está jugando en México... Un jugadorazo... Mirá, yo tiré algunos nombre acá en Santa Fe y él es uno... Hay cosas que me olvido, que las descarto de mi disco rígido porque imagináte que he dirigido a 800 juveniles, aparte de otros a los que le daba una mano, pero otras cosas las mantengo incorporadas... Un día, con Colón, jugamos contra River, él estaba en el banco y en un momento se me acerca y me dice: "Ramón, por favor, tráigame a Colón con usted"... Eso es impagable, es como si te dieran millones de dólares... Y me pasó muchas veces.