Miércoles 3.8.2022
/Última actualización 5:07
El diagnóstico gira alrededor de conceptos ya vertidos (empezando por la disminución de jerarquía que ha tenido el plantel), pero se agrava con actuaciones realmente flojas. Rondina -que tomó un plantel ya armado- perdió su primer partido, pero es el primero en darse cuenta de que el nivel de juego que mostró su equipo en todos los partidos es muy bajo y preocupante. La victoria en Junín fue un espejismo. De manera muy sensata, se alejó del furor momentáneo de los tres puntos cosechados en aquella tarde, para señalar que "jugando así no vamos a conseguir el objetivo de entrar en la Sudamericana". Sabe que su equipo "ligó" y que tuvo una alta dependencia, no sólo de la falta de definición del rival sino de la muy buena actuación -una vez más- de Ignacio Chicco, su arquero. Bastó que Chicco tuviese una actuación "terrenal" para que Colón sufra tres goles en su arco y pierda un partido que no sólo fue contundente en las cifras del resultado, sino también en el juego.
Todavía no se alcanza a distinguir cuál es la idea de juego de Rondina. De hecho que lo táctico (la forma de pararse en la cancha en cuanto al esquema) importa y mucho, porque no se entiende muy bien qué es lo que pretende en el mediocampo, un sector en el que Colón no tiene juego ni recuperación. Sin entrar en consideraciones sobre los ilustres ausentes (llámense Lértora y Aliendro), la capacidad combativa de Julián Chicco no alcanza porque no sólo a él le está costando, sino porque lo hace en soledad y sin ninguna ayuda. Bernardi no es el mismo de antes (estuvo muy perdido y sin encontrar su mejor posición en la cancha ante Independiente), Pierotti no termina de afirmarse y apenas se convierte en una rueda de auxilio para el único "factor sorpresa" que muestra el equipo (la subida de Meza por derecha) y lo de Sánchez Miño ha sido incomprensible ante Independiente, con una levedad, imprecisión y superficialidad en el juego que ameritaba, inclusive, una salida del equipo más rápido de lo que en definitiva se dio.
La pregunta es: ¿hay algo para esperar que pueda ser solución?. Todos los cañones apuntan a un Baldomero Perlaza que entró el lunes cuando el partido estaba "quebrado", ya definido, con un equipo totalmente desconcertado e impotente, y el colombiano pretendiendo demostrar sus aptitudes con desorden y ganas. No fue el mejor contexto para sacar conclusiones en su debut. Pero las esperanzas de mejoría parecen pasar hoy mucho más por lo que el técnico pueda solucionar con el esquema y la estrategia, que por rendimientos individuales hoy ausentes o apariciones "salvadoras" para mejorar la imagen de un equipo que defecciona.
Recurriendo a esas frases hechas del fútbol, hay que refundar el equipo de atrás para adelante. Cuando se habla de atrás no es sólamente pensando en la línea de cuatro (o de cinco, si es que en algún momento retorna como opción), sino también en el necesario e imprescindible aporte que debe hacer el mediocampo para la solidificación del sistema defensivo. Colón es un equipo que no puede presionar arriba por las características de sus delanteros (salvo que juegue Farías en esa posición), entonces hay un sector de recuperación que es el mediocampo, que hoy no tiene eficacia y así también se exponen los defensores. Un combo letal que se nota en la cantidad de situaciones de gol que le crean al equipo y el peligro constante de sufrir goles, situación que hasta el partido de ayer la podía evitar Chicco siendo figura recurrente.
Al equipo le está costando el equilibrio. Ya inclusive no sirve hablar de lo bueno que pasó en la Libertadores -en cuanto al juego- porque hay jugadores que ya no están y que le daban un matiz y una impronta distinta. Al menos, en esa etapa clasificatoria de primera fase hubo partidos en los que las conclusiones eran positivas y la gente se iba conforme de la cancha. Pero desde la eliminación ante Talleres hasta acá, lo mejor se vio ante Vélez, con técnico interino. De ese partido, a lo que Colón produjo después, hubo una desmejoría pronunciada, salvo esos primeros 15 minutos muy buenos ante Aldosivi, que se acabaron cuando fue expulsado Goltz y en el que Colón casi termina perdiendo el partido.
Sin dudas que en el reparto de responsabilidades no se puede -ni se debe- eludir a la dirigencia. Colón fue el primer equipo clasificado, el año pasado, para jugar la Libertadores. Hubo tiempo de sobra para planificar deportiva y económicamente el cuadro de situación. La Libertadores no se convirtió en una obsesión ni tampoco en una obligación, pero el hecho de haber clasificado y con tiempo suficiente para el correcto armado del plantel, debió ser suficiente para lograr el objetivo terrenal de una buena participación. Se cumplió con una de las etapas (la clasificación en primera fase), pero luego el equipo terminó eliminado en su propia cancha ante un rival de igual nivel (no superior) que se aprovechó de sus carencias. El problema no es el de haber quedado eliminado de la Libertadores. El problema es el pobre nivel de juego, el declive futbolístico y las carencias que se observan en un plantel que ha perdido jerarquía.