Sábado 19.8.2023
/Última actualización 22:55
El desafío era repetir lo de Junín. Sobre todo en el aspecto más distintivo que caracterizó y diferenció a ese Colón del partido con Lanús, con aquel tan híbrido del torneo anterior: el buen manejo de la pelota. No se pudo dar. O en todo caso, lo consiguió apenas en cuentagotas. Fue el momento en el que Favio Alvarez y Botta se hicieron cargo de la pelota. Se aprovecharon de algunas indecisiones e imprecisiones de Independiente, que fue creciendo a medida que pasaron los minutos y, en el final de la etapa, dejó una mejor imagen. Aunque no lo suficiente para merecer otra cosa.
El partido se fue consumiendo en ese primer tiempo entre los pocos espacios, la escasa claridad de los dos y la excesiva lucha. Se jugó “con el cuchillo entre los dientes”, como si fuese un típico partido de dos equipos con necesidades. El único que intentaba liberarse era Botta, pero alguna pierna fuerte más la escasez de espacios lo terminaba limitando. Y no había esa conexión que tuvo con Batallini y con Favio Alvarez en el partido anterior. Benítez las peleaba arriba pero no podía con los centrales de Independiente. Como tampoco Cauteruccio pudo con los de Colón.
Complicado duelo ante el rojo. Crédito: Agustín GuzmánNo varió demasiado lo que se vio desde lo táctico. Goltz fue como primer marcador central y Garcés en la “cueva” para darle una mano a Delgado con Braian Martínez, que atacaba por allí. En el medio, Moreyra como volante central y Favio Alvarez a su lado. Botta se estacionó en un pasaje por derecha, pero enseguida se liberó para jugar más suelto. Pero no encontró espacios para hacer valer su claridad en el manejo de la pelota. Y fue escaso el aporte de Tomás Galván y Batallini como para tener alguna alternativa de juego por afuera.
Independiente abrió la cancha con Canelo y Martínez, se asentó en la última mitad del primer tiempo e inclinó la cancha. No fue un dominio ni tampoco se generaron situaciones claras de peligro, apenas un tiro libre de Mancuello que desvió en gran forma Chicco, sobre el final de la etapa.
En ese momento se produjo una acción en la que Goltz y Canelo chocaron con fuerza sus cabezas. Y eso obligó a que se tuviera que implementar, para el segundo tiempo, la primera modificación. Entró Nardelli en lugar del experimentado defensor rojinegro, que estaba cumpliendo una aceptable actuación.
Gorosito se dio cuenta de dos aspectos: 1) la falta de juego en el medio; 2) la necesidad de tener a alguien que complique un poco más en el área rival. Por eso apeló a Perlaza y a Wanchope, que entraron por Galván y un Benítez muy generoso y solidario, pero con poca gravitación en el lugar en el que debe estar, que es lo más cerca posible del arco rival.
Hasta que el jugador que más intentó con la pelota (Botta), metió un lindo remate al arco, desvió Rey sin contener y aprovechó Perlaza, con mucha decisión, para meterse en el área a empujarla y le cometieron penal. Tomó la pelota Wanchope, que hacía seis o siete minutos que había entrado. Y Wanchope la picó y pegó en el travesaño. Esa decisión, en un partido cerrado y en el que había que asegurar, el delantero decidió arriesgar y se equivocó. Pero un par de minutos después, Perlaza cabeceó en la puerta del área un rechazo de la defensa rival y quedó habilitadísimo Espínola para convertir el gol sabalero. Y subsanar el error de Wanchope.
Había mejorado Colón, sobre todo por lo que estaba aportando Perlaza en el medio. Y en esa ráfaga aprovechó para marcar la escasa diferencia que logró marcar en un partido que, como se explicó, estuvo signado por la paridad y también por lo cerrado y luchado que se hizo en todo momento.