Domingo 7.7.2024
/Última actualización 11:15
Ricardo Ernesto Gómez nació en San Miguel de Tucumán el 23 de octubre de 1981; o sea hace 42 años. Jugó casi 400 partidos como futbolista profesional, hasta que un día colgó los botines. “Estiré un poco más porque me llamó Diego Pozo, amigo mío ahí en Colón, que estaba con el Cachorro Abaurre en Gutiérrez de Mendoza arrancando como entrenador”, cuenta quien completó dos pasos con la sangre y luto en el Sabalero: 41 partidos en el ciclo 2009-2011 y 19 juegos más en 2012/2013.
Hoy, como está dando una mano en Juventud Antoniana de Salta desde donde llegó esta semana un futbolista a Unión (José Vanetta), dialogó con El Litoral y con el programa ADN Gol (96.7).
“Tengo los mejores recuerdos obviamente de Santa Fe, de la gente…del cariño que le brindaron a uno cuando estuvo ahí en este caso en Colón. Hice amistades ya sea de Colón y Unión también, que hasta el día de hoy perduran. Eso es lo más lindo que te deja el fútbol después cuando uno se dedica a otras cosas”, dice Ricky desde Salta, siempre linda.
En ese final, prolongado por el llamado de su ex compañero Diego Pozo, llegó la pérdida de un hermano en Tucumán. “La verdad que fue bastante difícil convivir con eso, porque ese mismo día que perdí a mi hermano tenía que viajar para presentarme allá en Mendoza y la verdad que se me se me hizo muy difícil”, recuerda. “Tenía la cabeza en otro lado, ame volví a los seis meses que estuve en Mendoza y le agradecí obviamente a la gente que me llamó”. Ese peregrinar con la pelotita había arrancado temprano. “Me fui de chico a los 14 años cuando salí de Tucumán; después me tocó andar por diferentes lugares. Uno pierde esa parte de no poder disfrutar un poco de la familia. Ahora sigo todavía ligado al fútbol acá en un club como Juventud Antoniana, que me ayudó a formarme y a tener mi lugar después en Primera División”, cuenta el ex zurdo sabalero, que colabora como secretario deportivo en un grande de varias miles de cabezas como es Antoniana en el Federal, un club muy popular.
Gómez saluda para la foto en una típica peña, nada menos que con el Chaqueño.-¿Cómo se da esta hermosa locura del chaqueño Palavecino en la historia de “Ricky” Gómez?
-Con el fútbol uno anda mucho tiempo también con los equipos de acá del norte, después de mi paso por Colón. En esos tiempos, en mi última etapa como futbolista, lo veía al chaqueño Palavecino ahí en los aeropuertos. ¡Viste que el hecho de viajar con una institución, siempre algún famoso o algún conocido aparece y coincide siempre en los aeropuertos!. El chaqueño, obviamente, es un ídolo para mí. Acá en el norte, es el folclore como es la cumbia allá para ustedes. Acá, en esta parte del norte de Argentina, tenemos mucha gente “gauchesca” que convive mucho con el folclore. Así se fue dando lo mío, lo encontré en el aeropuerto, charlamos mucho. Yo, obviamente, sorprendido porque lo veía y lo admiraba; le contaba siempre anécdotas. Después, me terminó tocando viajar con él a través de esa relación, ahora soy una especie de chofer-asistente personal del Chaqueño. Viajo para todos lados. Le contaba a él que cuando venía de vacaciones de Santa Fe a Tucumán, ponía sus temas. Se hacían las 7…8 de la mañana cuando veía el sol, ponía los temas de él y era como que me daba ganas de bajarme del auto.
Palavecino es un emblema en la música tradicional argentina.-Una relación de idolatría que nació en Salta de la nada…
-La relación es por el fútbol porque yo radico acá en Salta ya hace prácticamente unos 20 años. Como saben, él también vive en Salta y vivimos cerca. Primero, fueron las invitaciones de fin de año para cerrar la temporada del grupo. Ellos jugaban, por esos tiempos, el partido despedida de año contra Los Nocheros.
- No quiero ni preguntar lo que era ese cierre de año en Salta…
-Imaginá que eran 34 cajones de cervezas, una ternera y cinco minutos de fútbol. Igual, el equipo del “Chaqueño”, si bien era un partido picante, no perdía nunca: en su casa, con su gente y en la cancha de él. Ahí, sí o sí, se gana. Jugamos a las 6…7 de la tarde. Después se prende la luz y hasta que no gana el equipo de él no se va nadie de la cancha. Así fue dándose lo mío con él Maestro…Después que dejé el fútbol, siempre tuve la curiosidad del folclore. Te cuento, con el tema de las pretemporadas, los jugadores nunca pueden ir a determinados lugares. En mi caso, me perdía siempre los festivales de Jesús María, los de Cosquín. Todas esas cosas me las perdí por el fútbol profesional.
-O sea siempre te estaba dando vueltas lo de la música y el folclore…
-Es que yo siempre le decía a mi familia “Algún día quiero ir a ver en Jesús María, conocer cómo es ese mundo de los caballos, la música, todo eso. Después que dejo el fútbol se da la posibilidad de ir a jugar un partido más en la casa del Chaqueño. Ahí vino lo de la pandemia, que fue algo también que marcó, porque en lo personal se desarmó completamente su grupo. Hasta el hermano del “Chaqueño”, que trabajó 24 años a su lado, también lo dejó de seguir por la cuestión de la pandemia (era gente grande: el hermano mayor). Quedó ese lugar y un día me dice “Ricky quiero invitarte para Jesús María”. Esa vez, fui sin manejar, ya que iba como como acompañante e invitado especial. La verdad que viví algo lindo. Cando llegamos acá a Salta después de todo ese trajín, me dice “Ricky tengo un viaje el jueves de tres días, no sé si te van a dar permiso, andá preguntando. Tenemos gira por Tucumán La Rioja y Catamarca…”
-¡Me imagino que le dijiste que sí al Chaqueño al toque!
-Vamos le digo, no tengo problemas. Entonces, me dice “Mirá que no es un viaje solamente, yo te voy a pagar. Quiero que trabajes para mí y vamos a hablar con la empresa”. Yo le dije yo no quería cobrar nada, pero insistió y así arrancamos. Lo tomé como algo muy lindo, compartir con un artista como él que es un número uno del folclore. Pero en lo humano, más allá del folclorista, descubrí una persona que es como mi segundo padre. Estoy con él todo el día y tiene cosas que no la tiene ninguno. Yo creo que es un tipo que se merece tener mucho más de lo que tiene porque es de un corazón enorme. Se brinda todo el tiempo y te hace conocer personas increíbles. En lo que es el ambiente este de la música es algo sorprendente lo que mueve el Chaqueño. La verdad que tenemos una gran amistad: primero el amigo, después obviamente lo laboral que es donde lo acompaño todo el tiempo.
2009. El volante zurdo hacía "surcos" por esa banda de la cancha de Colón. Foto: Flavio Raina / Archivo-De paso, el vicio por la pelotita sigue vivo…
-Si hay un partido de fútbol, ¡olvidáte…!...Soy el primer titular en el equipo del Chaqueño, sería como el Bichi Fuertes nuestro en Colón…jajaja.
-Te hago una pregunta: ¿Si hay un show, por ejemplo, y tiene fiebre el que toca el bombo…?
-¡Salgo yo…! No sabés las veces que me hizo subir al escenario, primero para tocar el bombo y después hasta me hizo bailar. Es que yo bailaba folclore de chiquito. Había una especie de peña, era de puro folclore y me prendía. ¡Si habré roto todas las zapatillas… simplemente zapateando!.
Despuntar el vicio. El fútbol sigue siendo parte de la vida de Ricky.-¿Y porqué no arrancaste de chico con el folclore, Ricky?
-No quería saber nada mi mamá y por algo me dediqué al fútbol, total ya tenía las zapatillas. “Si ya las tenés rotas para zapatear, andá y terminá de romperlas en el fútbol”, decía la viejita.
-Ahora te cuento algo, cuando me tocó ir con El Litoral a Las Vegas con prensa del “Chino” Maidana, pude conocer a un “Chaqueño” distendido, tomando un vino como cualquiera, “Ricky”
-Es una persona que como todo famoso no tiene paz, te aseguro que no tiene paz. Yo vivo a veces hablando con él de todas estas cosas. Volvíamos el domingo a las 9 de la noche, llegamos de una gira acá del norte, yendo para Tartagal, todo desolado. Ahí te das cuenta que es el típico chaqueño que no se saca el sombrero nunca, no tiene paz. Me dice, en esa charla, “Ricky no salgo a comer con mi hijo y con mi familia porque no puedo”. Sinceramente a veces se pierde mucha de esas cosas. Es muy amiguero y tratamos siempre de estar con nuestra gente. Siempre va, comemos un asado, miramos un partido, jugamos un poco al fútbol ahí en su cancha y la verdad que todo eso tan simple lo hace muy feliz al Chaqueño.
Un cruce de camarines con Carlos Tévez.-¿Cuánto tiempo, “Ricky”, al lado del “Chaqueño” Palavecino?
-Ya hace cinco años que estoy trabajando con él y estar al lado del “Chaqueño” me cambió la vida. Lo disfruto tanto como cuando jugaba al fútbol y esos lindos años en Colón donde ustedes me conocieron.