Por Darío Pignata - [email protected]
No le sobra nada a este Unión. Y en realidad, lo que le sobra no lo sabe utilizar de manera positiva en esta patriada por volver a jugar una Promoción para soñar el retorno a Primera. Porque le sobra jerarquía en sus dos delanteros, sin embargo no los alimenta nunca bien y entonces Pereyra-Guerra hacen lo que pueden de manera aislada. Lo otro que le sobra —y ayer quedó claro— son seguidores en las tribunas. ¡Si hasta hubo unos 200 tipos que pagaron 40 mangos para ver un partido de la “B” que como espectáculo estético en sí nunca vale ni la mitad! Tampoco a ésto lo “usa” Unión de la mejor manera: a algunos hinchas y plateístas “se les sale la cadena” bien temprano, acaso porque empiezan a estar cansados de estos años sin grandeza deportiva en la “B”, donde sólo sobra con recordar que sacando la última campaña (jugó con Jujuy para ascender) nunca peleó por nada y hasta estuvo a punto de ir a jugar a la B Metro por culpa de Tristán Suárez.
Adentro, algunos jugadores como Claudio Guerra —llegó esta temporada y clavó 10 goles en 20 partidos: mismo promedio que Bazán Vera o la “Chancha” Zárate— se cansan de esa impaciencia tribunera en pocos minutos. Entonces, cuando el ex Huracán la acaricia al gol, nace su ocurrencia. Después, en las duchas y más frío, dirá que “les puse la oreja para griten fuerte mi gol, algo con lo que siempre soñé desde chico. Es más, quiero recibirme de goleador en este club”. Nadie come vidrio: abrió la mano y le hizo el parlante a la platea, como desafiando a que “insulten más fuerte que yo los escucho”. Algunos, en medio del festejo por el 1 a 1, se les pasó desapercibido el gesto de Guerra. Otros, los menos pero más exaltados, no paraban de devolverle la seña con insultos al ex Huracán.
Lo que está claro es que Guerra, que parece un jugador más para ser recambio de Primera que titular en la “B” por su jerarquía técnica, no cuida demasiado las formas: la tarde que Unión perdió con 2-3 con Tucumán, le dedicó su gol de descuento a los plateístas de la Redonda.
Esta reacción del goleador puede estar emparentada, en parte, con lo que explicó el técnico Fernando Quiroz en rueda de prensa: “El jugador de Unión siente la carga de saber que el club depende de los resultados deportivos”. Lo que también no permite discusiones son los números del “Mini Topo Gigio de Unión”: un gol cada dos partidos.
Unión resucitó entre el final del primer tiempo y el arranque del complemento con la fuerza de sus goles. Porque al de Guerra que frenó el incendió con el 1 a 1 se sumó el de Yacob —de cabeza— que extinguió definitivamente el fuego. Era sabido que Unión no podía jamás jugar peor que en la primera parte. Pero lo sorprendente fue que en el complemento jugó bien, porque el “Coqui” Torres y Arrúa le cambiaron el ritmo al equipo; porque Pereyra hizo estragos recostado en la izquierda y porque todos modificaron la actitud. De la levedad insoportable del primer tiempo al contagio colectivo del complemento.
Con tres puntos valiosos en la mano, por lo complicado del trámite ante Olimpo en un pésimo primer tiempo, Unión achicó distancias, quedó más cerca y sigue estando lejos. Ganó y está obligado a seguir ganando. No le queda otra. Ayer, en el inicio de la tarde, el equipo de Quiroz se despedía de todo. Hasta que, de golpe, pasó de sufrir con el “Cuco” a reír con el “Topo Gigio”.