“20 puntos en el semestre no está mal”, dijo Madelón después del empate en Córdoba. Es el 42 por ciento. No está mal pero tampoco está bien. Madelón es el primero que lo sabe. Bottinelli fue contundente apenas terminado el partido cuando dijo que el objetivo es pelear por entrar en la Libertadores. O sea, buscar una mejoría de la campaña anterior. No es fácil, pero tampoco algo que se torne inaccesible.
Lo consiguieron en los últimos tiempos algunos equipos como Defensa y Justicia y Atlético Tucumán. La pregunta es: ¿por qué no Unión?. Sobre todo de la manera en que se viene dando el esquema futbolístico de la institución, con un cuerpo técnico de larga trayectoria, casi un oasis en medio de este desierto que es el fútbol argentino y la falta de proyectos y continuidades a largo plazo de los entrenadores, que viven o mueren en el día a día, algo que en Unión no sucede.
Tenés que leerLa Justicia Federal dictó el procesamiento de Luis SpahnNo sucede porque nadie cuestionó la continuidad de Madelón cuando perdió cuatro partidos seguidos. Fue el punto más crítico de la campaña, pero aquella situación se afrontó con mucha naturalidad. Hablo de la previa al partido con Rosario Central, que terminó empatado en el 15 de Abril y que Unión no podía perder. Dio la impresión de que era el “partido bisagra” que se había puesto el técnico, el que debía darle fortaleza o llenarlo de debilidad para seguir. Pero eran cosas de él, nadie lo puso contra la espada y la pared, lo emplazó o le deslizó que una derrota haría imposible su continuidad. Es algo que pensó o supuso el mismo Madelón, cuya espalda es muy grande en Unión y apareció en escena en ese momento que habría llenado de dudas la permanencia de cualquier otro entrenador.
Pero ocurrieron cosas en todo este proceso. El punto en cuestión es el armado del plantel. Y acá, a primera vista, surge una conclusión: se perdió jerarquía. La salida de Zabala y Fragapane implicó, además de la ausencia de dos jugadores que conocían a la perfección el sistema futbolístico de Madelón, la salida de 13 goles. Ambos, aún en la posición de volantes, se convirtieron en figuras de un equipo que clasificó para la Sudamericana. Y jugaron casi todo el torneo como titulares indiscutidos, como también lo fue Mauro Pittón, otro jugador clave en el andamiaje futbolístico que dejó el club.
Ninguno de los tres fue debidamente reemplazado. Bonifacio y Jalil Elías, voluntariosos, todavía no pueden igualar lo que hicieron Zabala y Mauro. Quizás, lo de Carabajal sea un poco más discutible. Tuvo dos lesiones, pero se nota que tiene calidad y nadie duda que se trajo un buen jugador de fútbol. Pero también es una realidad que aquel tándem que se armó por izquierda con Fragapane y Bruno Pittón, hoy ya no es lo mismo con Carabajal y Corvalán. No digo que los dos hayan fracasados, todo lo contrario. Sus rendimientos fueron aceptables. Y la continuidad que tuvo Corvalán, lo levantó en su nivel. Pero se perdió aquella dinámica e intensidad con la que se movía este equipo en otros momentos. Y como para completar el panorama, el único que quedó, de aquel mediocampo, no tuvo un buen semestre: Nelson Acevedo.
Fue un acierto haber mantenido gran parte de la estructura defensiva. La dupla Gómez Andrade-Bottinelli tuvo dos años y medio de buen rendimiento. Se potenciaron los dos. Martínez es un buen lateral, muy rendidor, y Corvalán —que hace un año y medio que está con el plantel— conoce la filosofía de Madelón y sabe lo que tiene que hacer. Quizás no tenga las mismas condiciones y características que Bruno Pittón, pero no lo hizo para nada mal. A eso, se suma una buena contratación: Sebastián Moyano. No vino como arquero titular (la idea original era traer a alguien que sea suplente o que pelee el lugar con Peano, al que se le quería dar continuidad). Pero arrancó por la lesión de Peano, le fue bien, resignó su lugar cuando Madelón, después de la quinta fecha, le quiso dar lugar a Peano y al tercer o cuarto partido volvió al arco para no abandonarlo más hasta el último partido de este año.
Leo habló con los dirigentes y con Zuccarelli, antes de Huracán y después del flojo partido ante Boca y pidió cinco refuerzos. Incluso, esta cantidad quedaba “ad-referendum” de ambas actuaciones ante Huracán y Talleres. Ganarle a Huracán (jugando un flojo partido) y empatarle a Talleres con un buen primer tiempo y una imagen final interesante, lo tranquilizó al entrenador. Después del partido en Córdoba, habló de “cuatro o cinco jugadores que vengan a pelear el puesto para generar competencia interna”. Eso es diferente, plantea otro nivel de exigencia. Ya no pide “titulares-titulares” sino que pide jugadores que vengan a “pelear un lugar”, como dando a entender que necesita incorporar para que, los que juegan, no se sientan tan cómodos y sepan que, detrás suyo, hay uno que pugna por ese lugar y se lo quiere sacar.
Unión tiene que levantar la puntería, en lo futbolístico y en lo matemático. La campaña fue irregular, el equipo quedó en el puesto 17 y a 7 puntos (que pueden ser 9 si River gana el partido pendiente que tiene con Independiente) de la Libertadores. Al menos, la idea era estar dentro de los que clasifican para la Sudamericana (está a 4). El 42 por ciento de los puntos no es un buen promedio para Madelón, acostumbrado siempre a picar más alto en Unión. Pero en el recambio por la salida de tantos titulares, el equipo perdió potencial. De otra manera no se entendería que exija una cantidad de refuerzos tan importante, luego de haber señalado que le trajeron todo lo que pidió y en un momento en el que el propio Spahn salió a decir que no va a aportar más dinero (aunque vale la pena aclarar que vendió por más de 6 millones de dólares en el mercado de invierno).
En el fondo, Madelón debe ser el primero en no sentirse cómodo con el rendimiento del equipo y con la sumatoria de puntos. Seguro que debe ser así. Y no ha logrado, hasta ahora, cumplir con aquella sana costumbre de “sacarle jugo” a los jugadores, de potenciarlos. Algo que se convirtió en una de sus principales virtudes.
Milo, De Iriondo y Méndez
Federico Milo presenta una lesión en el tendón rotuliano de una de sus rodillas y ese fue el motivo por el que debió salir el sábado, cuando promediaba el segundo tiempo del partido en Córdoba.
Dio la sensación de que el defensor, de buen primer tiempo, estaba agotado, pero la realidad es que se lesionó y eso le quitó potencial físico.
Esta semana se definirá la continuidad o no de Javier Méndez. Seguramente, en su interior ya Madelón sabe si lo quiere o no, pero va a juntarse con los dirigentes antes de decidirlo.
Uno de los jugadores que buscará club es Manuel De Iriondo. Después de haber sido un jugador al que Madelón apostaba cuando necesitaba reforzar la marca en el medio o faltaba alguno en ese sector, automáticamente pasó a ser un jugador que no tuvo en cuenta desde su regreso de Bahía Blanca (jugó medio año en Olimpo). Tiene contrato hasta el 30 de junio pero podría quedar libre.
Otra situación es la del volante ofensivo Darío Bottinelli, un jugador que Madelón no tiene en cuenta. Su contrato vence el 30 de junio. Por el momento, sigue en el club pero no se descarta alguna charla para ver si se encuentra alguna opción para su salida.