Este tránsito de Unión por el sendero de la mediocridad en el torneo de la Liga parece no avizorar una explosión inmediata. De la irregularidad de muy malos partidos ante River y Banfield a buenos con Lanús y San Lorenzo, se pasó a dos expresiones futbolísticos que opacaron lo que se había logrado, sobre todo, en la goleada 4-0 ante el hoy tambaleante San Lorenzo (que había llegado puntero al partido en Santa Fe). Con Huracán fue clave la buena actuación de Moyano para rescatar un punto. Con Talleres, más allá de la injusticia del resultado y la mala actuación del árbitro, se advirtieron esas cuestiones que venimos marcando desde hace un tiempo: la falta de jerarquía que tiene Unión en algunos sectores de la cancha.
Los números de Azconzábal son flojos en general (contabilizando desde su llegada) y malos si se tiene en cuenta este torneo, donde solamente ganó un partido sobre 7 y está antepenúltimo en la tabla. El único momento en el que parecía despegar, fue en el inicio de la Copa de la Liga Profesional, cuando estuvo invicto en siete partidos. También es cierto que sólo había ganado dos de esos siete partidos, empatando los cinco restantes. Es decir, ese 50 por ciento de los puntos cosechados no le permitía asegurarse una base sólida para aspirar a conseguir lo que luego no pudo: la clasificación entre los cuatro primeros del grupo para jugar la fase final.
El domingo se pudo haber empatado. Más todavía, Unión debió haber empatado. Pero esto suena a consuelo y es anécdota. La realidad indica que el equipo perdió, que le cuesta mucho convertir goles, que no tiene la eficacia que sí muestran sus rivales (Talleres le ganó porque fue eficiente) y que le cuesta mucho encontrar un nivel de juego que permita ilusionar a su gente.
Va a Mendoza para jugar con Godoy Cruz y viene Argentinos Juniors a Santa Fe. Son dos partidos en los que Unión tiene que dar respuesta -futbolística y matemática- para no caer en el fondo de la tabla. Para colmo, el panorama no es alentador en cuánto a un par de jugadores importantes en el funcionamiento del equipo, como Portillo (¿estaba para jugar el domingo?) y Cañete, al que se lo vio lento, lateralizando mucho o jugando hacia atrás, sin esa claridad ni tampoco la profundidad y decisión para convertir en agresivo a su juego.
¿Seguirá Peñailillo o le mantendrá la titularidad a Esquivel?, es otra de las preguntas. Algo que se cae de maduro -al menos desde esta tribuna de opinión- es que si la contractura de Márquez le impide jugar, el puesto de centrodelantero debería ser para García, que el domingo fue el mejor jugador cuando ingresó en el segundo tiempo, convirtió el gol y le hicieron el penal, marcando claras diferencias sobre un Cordero que no sólamente no hizo goles, sino que mostró bastante poco hasta ahora.
De no jugar Portillo, el cambio natural es el que hizo el domingo: Emanuel Brítez en esa posición central en la línea de cinco. ¿Daba para seguir jugando así o había que cambiar en ese mismo momento -como lo hizo luego- ya que el partido estaba 1 a 0 a favor de Talleres?. Azconzábal no modificó el esquema con el 0-1, sino que lo hizo con el 0-2. Y ahí vino el mejor momento del equipo, al menos en el que mostró mayor peligro porque crecieron las chances de juego en la mitad de la cancha cuando sacó un defensor y agregó gente de mitad de campo hacia adelante.
Alguna vez y en otras circunstancias, ese estadio se convirtió en mágico para Unión. Había que ganarle a Godoy Cruz y el gol de Clotet, agónico y cuando no quedaba nada para el final del partido, desató la euforia de una clasificación necesaria para afrontar, con ese equipo que funcionaba de maravillas con Trullet a la cabeza, el octogonal que terminó con uno de los ascensos más recordados, casi diría inolvidable para el hincha de Unión.
Fernando Echenique será el encargado de impartir justicia en Mendoza, cuando se enfrenten los equipos del Gallego Méndez y el Vasco Azconzábal.