Darío Pignata
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Lo dirigió en el semillero y luego en la quinta división de AFA. “Era 8 o 5 y lo convencí de jugar como zaguero; era una pibe fenomenal, de Unión hasta la médula”, dijo a El Litoral.
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El “Vikingo” Jorge Mauri llegó, como siempre, cerca de las siete al club y el portero le dio la noticia. La peor. En ese momento pensó que era imposible, que no podía ser el auto de Diego Barisone, que debía ser “el auto de otro”. Hasta que no le quedó otra que resignarse y aceptarlo cuando llegó el gerente para “cerrar” el club con el duelo correspondiente.
Jorge Mauri, el “Vikingo” recordado de ese equipo que ascendió con Madelón, tocó el cielo con las manos con la camiseta de Unión en el ‘89, justo el año que Diego Barisone nacía.
Luego, las vueltas de la vida lo pusieron como entrenador de un chico nacido en cuna tatengue. Lo dirigió antes del paso a la edad de AFA y luego en la quinta división de inferiores.
“Quería que fuera mentira, que se hubieran equivocado”, cuenta el “Vikingo” a media mañana a El Litoral. Y lo primero que se le viene a la memoria es una famosa “discusión” con final feliz.
Jorge Mauri, hoy DT de la reserva, lo cuenta así: “Hasta la sexta división, Diego Barisone jugaba de volante, era “8” o era “5”. Entonces, cuando lo tomo en quinta de AFA, le explico que iba a tener más posibilidades de llegar a Primera jugando de zaguero, porque además le iban a dar más oportunidad. Con Gerardo, su padre, a quien yo conocía de mis tiempos de jugador, la coincidencia era total. Pero había que convencerlo a Diego...¡Le costó, pero aceptó!. Lo terminamos haciendo zaguero nomás”.
Esa noche de diciembre de 2009 cuando el “Turco” Fernando Alí lo convoca para el banco de relevos en un partido profesional, Jorge Mauri fue —con su hija— a la cancha como un hincha más. Cuando a los 22 minutos del segundo tiempo de ese partido en Santa Fe contra Defensa y Justicia el “Turco” Alí lo mandó a la cancha en reemplazo del “Coqui” Jorge Torres, Mauri sintió esa alegría que sólo siente el entrenador que acompaña a un futbolista.
“Cuando terminó el partido, pasó algo increíble. Bajé con mi hija a saludarlo y darle un beso. Estaba rodeado de familiares, amigos y periodistas. Lo espero a un costado, cuando me ve, viene caminando y antes de cualquier cosa, abre el bolso grande, saca la camiseta transpirada y me la regala. “Es para vos Jorge”, me dijo y me abrazó. La tiene mi hija, tenía el número “13” en la espalda”.
Para el final, Mauri cuenta que lo cruzó a Diego Barisone el día de Lanús-Unión y en la cena del fútbol amateur tatengue. “Ese día, cuando lo vi a Diego con Gerardo, pensé cuánto amor de esos padres por ese hijo”.