Enrique Cruz (h) | emcruz@ellitoral.com
Sabe interiormente que los jugadores que pidió no vendrán, que Soldano se vendió barato, que no hay mucha expectativa ni recursos para pensar en jugadores que levanten por sí solos la calidad del equipo. Apuesta a que esa naranja exprimida al máximo que era su equipo, vuelva a generar jugo.
Enrique Cruz (h) | emcruz@ellitoral.com
(Enviado Especial a Mar del Plata)
Es la receta a la que echa mano siempre. Salvo algunas honrosas excepciones, como fueron el armado del plantel para ascender (cuando se los trajo a Triverio, Malcorra y compañía) o cuando se armó la base del actual equipo (con las llegadas de Bottinelli, Gómez Andrade, Fragapane, Zabala y Martínez, entre otros). Falló el salto de calidad que no se le pudo dar a este plantel en junio, pero al menos se mantuvo la base. Ocurre que el equipo estaba muy justito, casi al límite. Como decía un recordado y querido entrenador como Jorge Ginarte, era una “naranja exprimida al máximo”. Le sacaron una parte del jugo (Gamba) y ya no fue lo mismo. Y cuando otros se empezaron a caer en el rendimiento, Madelón apretaba y apretaba sin que se le cayera una gota al equipo. Esa fue la marca que dejó el final del año.
La receta a la que se echa mano, siempre, es a esperar que el técnico reemplace jerarquía individual con trabajo. Yo pienso que en el fútbol hay una verdad muy grande y es que lo colectivo siempre va a superar lo individual. El equipo debe estar siempre por encima de todo. Pero también es cierto que hay jugadores que en un buen partido, con un rapto de lucidez o con un par de jugadas, pueden definir lo que al equipo le cuesta. Y Unión es un equipo que si no funciona como tal, si no emerge esa imagen colectiva sólida y eficaz, no tiene jugadores que aparezcan y resuelvan por sí mismos.
¿Los tienen otros equipos?. Pocos, es cierto. Pero los buenos ejemplos de clubes chicos, como alguna vez lo fue Unión, siempre se dan a partir de una idea de juego muy aceitada y con jugadores exprimidos al máximo. Si algo de esto falla, si al equipo le encuentran la vuelta, si le juegan a no dejarlo jugar y si las individualidades empiezan a defeccionar, el resultado está a la vista. Unión terminó siendo un equipo al que cualquiera le ganaba, cuando antes era un equipo al que a todos les costaba muchísimo ganarle.
Entonces, este “chef” que tiene Unión se resigna a cocinar con lo que le dan. Y cuando aparece una buena opción económica para respirar y tirarse una cana al aire, se vende mal. Porque Unión, con Spahn, ha vendido casi siempre mal. Nunca pudo generar una gestión que le proporcione esos réditos superlativos que en otros clubes permiten mejorar la situación, superar la coyuntura o traer algún futbolista que pueda marcar alguna diferencia.
Unión vendió a Soldano pero no puede traerle al técnico lo que el técnico quiere. Ni Menossi, ni Gudiño, ni Bou y veremos lo de Cuadra, parecen tener alguna mínima chance de jugar en Unión. Hace poco, un dirigente me decía que Bou, en situación normal, es un jugador cuya cotización está totalmente fuera del alcance de Unión. “Pero se nos fue Gamba y lo vendimos a Soldano, ahora tenemos que rascar la olla para jerarquizar ese lugar que quedó huérfano”, señalaba con razón. Pero en Unión , lo económico nunca cierra. Se mide todo con mucha prudencia, tiene un presupuesto que, si dividimos a los equipos de Primera en tres sectores (A, B y C), Unión está en el último lote, con un 66 por ciento de equipos que pagan más. Pero al presidente se le deben 5 millones de dólares. Esto quiere decir que hay muchas cosas que no cierran. Y una de ellas es que no se puede sacar la cabeza afuera con una buena venta, ni para mejorar las aspiraciones deportivas ni tampoco para suplir las deficiencias económicas.
Todo esto ocurre en uno de los mejores momentos deportivos del club: está en Primera y a punto de su debut internacional. Tiene un técnico afianzado, querido, respetado, trabajador, que parece que siempre se las tiene que arreglar con lo que le dan. Pero ya una vez se cansó (recordar cuando se fue dejando al equipo en un buen momento después de ganarle de local a Sarmiento de Junín) y Spahn tuvo que ir a buscarlo al poco tiempo. Entonces, no se puede tensar de la soga porque siempre hay un límite.
Unión terminó mal el año, Madelón hizo su análisis, elaboró el diagnóstico, pero no aparecen todavía esas soluciones capaces de remediar. Si a ese equipo que terminó mal, se le agrega un mal comienzo (recordar que más allá del amistoso con Boca aquí, después juega de visitante con River y enseguida en la misma condición con Belgrano), ¿cómo se lo medirá?, ¿qué saldo dejarían esos hipotéticos malos resultados?. En fútbol todo puede pasar, pero lo mejor es intentar achicar al máximo el margen de error. Y eso, aún, no se avizora.
Ese buen momento deportivo del que hablamos más arriba, contrasta con la situación interna. Unión no está bien adentro. Se nota que hay dirigentes que están molestos, amagues de renuncias, discusiones, posturas absolutamente encontradas, una gestión (la venta de Soldano) que el presidente no explicó correctamente a sus pares de comisión (¿no debería haber sido motivo de tratamiento previo para aceptar o no, en comisión directiva, su transferencia?). Este lunes entregó Spahn- a sus pares, los contratos que están hechos en inglés de una venta que a pocos casi nadie- le cierra en Unión. Pero así está actuando el presidente, generando divisiones, quitándole respaldo y actuación a gente que estuvo a su lado y que muchas veces, incluso sin estar de acuerdo con sus procederes, salieron a defenderlo, públicamente y ante los socios de Unión. Y con un técnico que espera que tome decisiones convenientes a sus intereses y necesidades deportivas (llámese refuerzos).
Este es el cuadro de situación. Madelón está otra vez en la cocina, con el gorro de cocinero puesto y las hornallas prendidas. Y parece que el banquete depende de él, solamente de su mano, de su trabajo y de un grupo de jugadores a los que supo exprimirlos, pero que en el último tramo del 2018 se quedaron sin jugo.
El ejemplo de Defensa y Justicia
“A ver, decime, ¿qué jugadores de calidad o de jerarquía tiene Defensa y Justicia?”, pregunta Madelón, mientras caminábamos por ese hermoso predio que tiene APAND en esta ciudad, en tanto los jugadores esperaban que el técnico se suba al micro para volverse al centro, al Hotel Iruña, un lugar estratégico muy cerquita de las playas de La Perla, a una cuadra de Luro y estrechamente vinculado al fútbol, porque en ese hotel supo parar, durante años, los planteles de Boca cuando no eran muchos los clubes que elegían Mar del Plata como lugar de pretemporada.
El ejemplo de Defensa y Justicia, o también el de Atlético Tucumán o el mismo Godoy Cruz de Dabove, tienen su parte de razonabilidad como también la supo tener el Unión de Madelón. Y es el valor que adquieren estos equipos cuando logran un buen funcionamiento.
Beccacece, Dabove, Zielinski y Madelón son buenos ejemplos de trabajo colectivo. Pero convengamos que los buenos momentos de esos entrenadores en sus equipos, se dieron cuando lograron que todos los jugadores rindan al máximo, o muy cerca del ideal que cada uno puede dar. Cuando se caen varios a la vez, empiezan a notarse las limitaciones porque el plantel corto de calidad en la mayoría de estos casos- no tiene el recambio o las soluciones individuales para volver a poner “el tren en el carril”.
La deuda y las elecciones
Hay aspectos institucionales y extrafutbolísticos que hoy provocan fuertes discusiones internas en Unión, con el vicepresidente Emilio Lamas como el principal “opositor” a los procederes del presidente, fundamentalmente en lo que se refiere a la venta de Soldano.
Pero hay directivos que pretenden dos cosas: la primera, que se contraten profesionales externos para analizar el tema de la deuda que tiene el club con el presidente, que según sus dichos públicos, asciende a 5 millones de dólares; la otra, que por la cabeza de algunos ronda la idea de adelantar las elecciones, que en principio se tendrían que realizar en el mes de junio o julio, para abril, apenas culmine la Superliga.
29 jugadores
Son los que realizan la pretemporada. Hay 26 profesionales además de los juveniles Imanol Machuca (delantero), Gastón Comas (volante) y Brian Duarte (delantero) que subieron de inferiores y se agregaron a Franco Calderón y Lucas Ríos, que ya lo hacían desde el año pasado con el plantel.