Ni "Nacho" Malcorra, ni "Kike" Triverio. Ni "Caramelo" Martínez ni Franco Soldano. De todo el abanico de nombres que siempre ilusionan el corazón del hincha de Unión en cada ventana de verano/invierno en Argentina, el único que volvió a casa fue Ema Brítez. "Estoy donde quería estar", dijo ni bien pisó López y Planes para ponerse esa camiseta que adora desde la cuna.
Volvió Ema Brítez justo en el momento que su propio club se quedó sin grandes nombres rutilantes adentro de la cancha (si bien nunca tiraron manteca al techo, esta vez no vino nadie de peso), con un puñado de chicos tirados a la parrilla porque el club decidió gastar casi toda la plata en ladrillos. Y volvió Brítez en el momento que el vecino de enfrente, al que Ema Brítez le quiere ganar siempre, refregaba su primera estrella. Dos cosas, por lo visto, le sobran a Ema Brítez: primero, pertenencia en serio y no desde el vacío relato; después...le sobran "huevos". Lo más fácil, en todo sentido, era quedarse en Florencio Varela, multicampeón de copas continentales (Conmebol Sudamericana 2020 y Recopa Sudamericana 2021). Esa era una zona de confort en serio.
Sin embargo a Ema Brítez le viene como el "22" en la espalda esa frase que dice: "El corazón tiene razones que la razón no entiende". Porque si lo hubiera pensado, fríamente y calculando o especulando, se hubiera quedado sin ninguna duda en Florencio Varela. Pero el GPS del corazón fue para otro lado. Y, otra vez, apuntó para Avenida López y Planes 3513 de Santa Fe. Otra vez, una vez más, siempre.
Tenés que leerSegunda victoria consecutiva de Unión en el campeonatoPara aquéllos que sostienen que "segundas partes nunca fueron buenas", las primeras imágenes fueron difusas para Brítez: desvío desafortunado en Ema para el gol de Obando en Unión-Boca y otra expulsión más en Unión-Banfield que terminó con derrota del Tate en casa. Al toque, "se comió el banco", esperando calladito una chance para volver a meterse en el once titular.
El tobillo del muy buen defensor Portillo, las necesidades de "no volver a perder" después de Talleres y el cambio de sistema táctico para defender lo "metieron" adentro en La Bodega contra Godoy Cruz en Mendoza. Volvió con todo: gol de "corajeada" en el área de enfrente para salvar el empate, buen partido y victoria final para brindar en la tierra del vinito mendocino.
Y ahora, frente a Argentinos Juniors en el 15 de Abril, fue el capitán sin la cinta. Ordenó una defensa que jugó con "cinco Azconzábal" para aguantar el 1-0 mediante algo que tenía olvidado Unión en el reglamento: un gol como consecuencia de un penal a favor a los tres minutos de juego. Fue Cordero, como si tuviera 500 partidos y 300 goles, agarró la pelota y canjeó por gol.
Si bien este Argentinos Juniors dista mucho de ser el de "Castro, Borghi y Ereros", la tenencia (inútil pero tenencia al fin) fue toda del visitante. Unión, luego de perder tantos puntos de manera ingenua, esta vez decidió pensar en el "clinck-caja" y facturar. Eligió un camino incómodo, poco vistoso, amarrete, especulador. Pero, al fin de cuentas, definió un estilo. A qué jugar. Porque aún "jugar feo", defensivo u ordinario es un estilo. Todo un avance para un equipo del "Vasco" Azconzábal: cuesta realmente a qué quiere jugar en el 95 por ciento de los partidos.
Tenés que leerCrece con piel de CorderoPara un entrenador limitado, de pésimas ventanas en los mercados de pases (no acertó con ninguno de los refuerzos que pidió desde que es DT de Unión), encontrar el corazón de Ema Brítez en medio de tanta "pibada" es todo un hallazgo a manera de tesoro en el fondo del mar. El corazón de Brítez, sin dudas, acomodó todo en dos partidos. Entendió todo el "22". Alma, corazón y vida. En Mendoza y en Santa Fe. Allá y acá. Dos jugados, dos ganados. Seis de seis. Del puesto 24 al 12 en un puñado de días. Un poco de paz en un club que la perdió hace rato.
En lo muy poquito que le da este entrenador a Unión, hubo un pequeño avance después de casi 40 partidos al frente del equipo: "descubrió" como defender. Entonces, Azconzábal puso cinco Azconzábal de los de Estudiantes de La Plata en esa línea de fondo: dos pistoneros fatales (Vera y Esquivel) y los tres centrales, claramente las figuras del Tate.
Estoy convencido que si el "Vasco" inventara menos, sin enfocara en la simpleza antes que en imanes, cuadernos y biromes, sería mucho mejor entrenador. Me dicen que llega a Casasol cuando sale el sol y se va a su casa cuando el sol se esconde. A su favor, claramente, la pobreza franciscana de este plantel. Si entendiera que en este juego está casi todo inventado, a él y a Unión, en partes iguales, les iría mucho mejor. Un Guardiola, un Klopp, un Bilardo o un Menotti aparecen cada muerte de Obispo.
Por lo pronto, un año después de asumir en Unión, aprendió a defender: siempre cinco atrás, con el cuchillo, la cuchara sopera y el tenedor entre los dientes. Ahora, la historia es cuánto tiempo le llevará aprender a atacar, para lastimar mucho más y mejor a los rivales de un fútbol chato. Si al mejor jugador por lejos que tiene en el plantel (entiendo que no hace falta aclarar que es Cañete) lo pondría más cerca del arco de enfrente y no casi al lado de Moyano, seguro tendría Unión más goles y más puntos. Open mind, "Vascou".
Hacía seis meses que el Tate no ganaba dos juegos seguidos en el fútbol argentino y lo pudo lograr de la mano de Azconzábal. El corazón de Brítez entendió y acomodó todo en dos partidos. El que está donde quería estar. El único que no la careteó, dijo que quería volver y volvió a Unión en un momento donde no hay plata para el fútbol porque se invirtió toda en ladrillos.