Darío Pignata
dpignata@ellitoral.com
Franco Olariaga, delantero, había llegado de Córdoba con la mochila llena de ilusiones. Se fue a pasar las fiestas con su familia y sufrió un paro ayer cuando estaba disfrutando las vacaciones.
Darío Pignata
dpignata@ellitoral.com
En las almohadas de Unión duermen los sueños de fútbol de 48 chicos —40 en la pensión y 8 en una casa— que imaginan ese final feliz que es llegar a jugar en Primera.
Franco Olariaga, cordobés, era uno de ellos con apenas 17 años. Había llegado por recomendación de los hermanos Barco, que lo trajeron desde Bell Ville, casualmente la tierra que vio nacer a uno de los más grandes futbolistas argentinos: Mario Alberto Kempes, el “Matador” campeón del mundo y goleador en Argentina ‘78 con la Selección de César Luis Menotti.
Franco Olariaga jugaba de delantero y, según los ojos de quienes lo siguieron en este tiempo en Unión, tenía condiciones. El chico, de apenas 17 años, se había ido a Córdoba para pasar las Fiestas de Navidad y Fin de Año junto a su familia, además del receso de verano. El sábado 26, en circunstancias que trataban de resolver, se desplomó cuando estaba con sus seres queridos.
Este domingo a la mañana, en medio de un hondo pesar en el Mundo Unión, viajaron desde Santa Fe hacia Córdoba para acompañar a sus familiares los mismos responsables y coordinadores del fútbol amateur de Club Atlético Unión, Alejandro Trionfini y Diego Mosset, además del coordinador en la parte física Leo Aguilar.
También fue a despedir a Franco Olariaga el entrenador de su categoría (la ‘98), Leo Burtovoy, el hijo de la recordada “Polaca” que ascendiera consecutivamente con los dos clubes de Santa Fe en la década del ‘60.
Se había desmayado
Hace algunos meses, Franco Olariaga se había desmayado en un partido de inferiores en La Tatenguita. Fue atendido de manera urgente en el predio y trasladado a un nosocomio local, donde fue compensado. De manera inmediata, el Club Atlético Unión ordenó todos los estudios correspondientes y los mismos dieron negativos.
Incluso, la institución lo mandó de vuelta a Córdoba, donde su médico de cabecera —el de la familia, de toda la vida— llegó a los mismos resultados que en Santa Fe: no encontró nada.
“En ese momento, tomamos todos los recaudos e incluso el jugador fue parado más de un mes sin realizar actividad de ningún tipo. Se consultó en Santa Fe a uno de los mejores cardiólogos de la ciudad, pero además se exigió el control de su médico personal en Córdoba, quien realizó todos los estudios que consideró necesario”, confiaron hoy a El Litoral desde Unión.
“Está apto para hacer actividad física”, fue el informe contundente del médico cordobés.
Incluso, la misma familia estaba en contacto con entrenadores y médicos de Unión cuando llegó la autorización desde Córdoba capital.
“Un año de m...”
Algunas noticias parecen pegar peor en determinada altura del almanaque. Y ésta, la muerte de un chico de apenas 17 años, es una de ellas sin dudas.
Alejandro Trionfini, coordinador de las inferiores de Unión, apenas podía unir palabras cuando El Litoral lo consultó esta mañana a punto de subirse a un auto para viajar al velatorio a Córdoba: “Nos avisaron los hermanos Barco, los mismos que lo trajeron a Unión desde Bell Ville. Era un chico espectacular con unas condiciones que ilusionaban a todos, jugaba de delantero. Este es un golpe tremendo, en un año de m...: primero lo de Diego Barisone y ahora ésto. La verdad, estamos todos destruídos, no lo podemos creer”.
Alguna vez, la pluma increíble de don Osvaldo Ardizzone, escribió en el año 1981 cuando falleció el futbolista Hugo Pena la siguiente frase en la revista El Gráfico: “A la muerte habría que matarla”.
La crónica marcaba que Hugo “Tomate” Pena murió electrocutado el 9 de enero de 1981 en un dramático accidente doméstico. Ese viernes al mediodía estaba mirando televisión con su hija Gabriela de 3 años en el living de su casa en Villa Devoto y el accidente ocurrió cuando intentó cambiar de canal mientras tenía su pie derecho sumergido en una palangana con agua y sal tras haberle retirado un yeso.
34 años después, la frase del maestro Osvaldo Ardizzone está más vigente que nunca.
Se murió ayer un futbolista de Unión de apenas 17 años: el “Negro” cordobés Franco Olariaga. Lo descubrieron en Bell Ville, era delantero, quería ser goleador como Mario Alberto Kempes.
Tiene razón Osvaldo Ardizzone...“A la muerte hbaría que matarla...”. Que en paz descanse.