Sábado 14.1.2023
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Inauguraron su sede hace poco más de dos meses y está muy cerquita del microcentro de Mar del Plata (3 de febrero y Salta). Es un grupo grande de santafesinos que, por diversas circunstancias (algunos por trabajo y otros por elección de vida), tomaron la decisión de ir a vivir a Mar del Plata. Pero los casi 1.000 kilómetros que separan de Santa Fe nunca fueron, para ellos, motivo alguno para que su pasión por Unión se cayera. Todo lo contrario.
La lejanía los fortaleció y por eso consiguieron no sólo fundar la filial (que lleva el nombre de un gran y querido símbolo tatengue como Emanuel Brítez), sino también contar con casa propia. Y allí, este grupo que comanda el Gringo Gabriel Peretti, suele juntarse seguido para ver los partidos (aunque muchos de ellos "no pueden con el genio" y viajan para alentar al club de sus amores) y compartir gratos momentos.
Precisamente, aprovecharon que Carlos Trullet se tomó unos días de descanso en la Feliz para invitarlo y agasajarlo, con El Litoral como testigo. Y el Cabezón también aprovechó para hablar de aquella inolvidable gesta de 1996, cuando consiguió el ascenso con un equipo integrado por muchos chicos surgidos de las inferiores del club y para reconocer que "me encantaría que del club me llamen para ser un captador en la zona en la que me estoy moviendo, que es la de Rafaela y sus adyacencias. Es algo que me gusta hacer", contó Carlos, que actualmente está trabajando en Sportivo Norte.
No se cansó. El Cabezón Trullet recordó muchos años vividos en Unión.Fue un encuentro plagado de anécdotas y que se extendió hasta la madrugada. Los que peinan canas recordaban los tiempos en los que Trullet fue jugador de Unión. "Recuerdo que yo venía de jugar el Nacional de 1974 para Atlético Regina de Río Negro, después de haber jugado varios años en Colón, y me hablaron del club. Arreglé y después empezaron a llegar todas las figuras, como Gatti, Cocco, Suñé, Mastrángelo.
Y el Toto les dijo a los dirigentes: 'Bueno, si Trullet es un compromiso de ustedes, que se quede nomás", comentó Carlos, quien no arrancó como titular pero de a poco se fue ganando un lugar, primero en su posición natural de volante central y luego como líbero. "El Toto hizo unos movimientos interesantes en el equipo, porque lo pasó a Suñé de 5 y la verdad es que el Chapa la rompió allí, porque tenía buen manejo. Y yo me potencié jugando en la zaga", reconoce el Cabezón.
Su vida deportiva en el club se extendió desde 1975 hasta principios del 78. Y luego volvió en el 88, como técnico alterno del Flaco Zuccarelli para producir aquella histórica campaña que terminó con el ascenso en el 89 y la permanencia en Primera, hasta que se fueron a Estudiantes, aunque el proceso de Trullet en ese club (donde se inició como jugador, fue campeón de la Libertadores y estuvo cerca de viajar a jugar la final intercontinental contra el Feyenoord de Holanda pero se lesionó en los días previos) duró muy poco: Unión lo buscó como reemplazante de Zanabria y allí, en 1990, comenzó su carrera como principal conductor de grupo.
Pero los principales recuerdos se instalaron en aquella campaña del 95-96. "A mí, en Unión siempre me buscaron cuando había crisis. Y yo creo que cuando asumí esa vez, era el peor momento de la institución. Es cierto que los jugadores con experiencia, como Marchi, Amodeo y D'Ascanio no anduvieron adentro de la cancha, pero lo que le aportaron al grupo de chicos tan jóvenes que teníamos, fue muy bueno", recordó el Cabezón.
Carlos Trullet supo armar un equipo bien identificado con la gente y con el club, ya que la mayoría habían surgido de las inferiores (Pereyra, Mazzoni, su hijo Lautaro, Mendoza, Clotet, Cabrol y el Loco Marzo, entre otros). "Y a todos esos chicos yo los conocía porque en ese tiempo estaba como coordinador", señaló este hombre al que los integrantes de la filial Mar del Plata disfrutó en una noche que fue inolvidable para todos.