Como un Lobo herido, Unión hizo justicia y se hizo rey del Bosque
Fue más que Gimnasia, sin embargo no pudo aguantar el 1 a 0, se lo dieron vuelta y fue a buscar la victoria hasta el último suspiro. Cortó la racha de derrotas, llegó al cuarto puesto en la Liga Profesional y volvió a puestos de Sudamericana. Un 3 a 2 con partidazo incluido.
Épico final y Unión está feliz. Foto: Demian Alday Estevez
El empate era apenas un consuelo para este Unión “perdona vidas” que no sabe aprovechar sus momentos, no liquida el partido cuando debe liquidar y le da la chance de subsistencia al rival. Había sido más que Gimnasia y con el tiro del final de Mosqueira que se desvió en Domina, puso justicia. Fue un final dramático pero con un merecido resultado. La pelota se desvió en el reemplazante de Orsini y descolocó a Ledesma.
Balboa se redimió y trajo un gol casi de los vestuarios, poniéndole fin a la sequía de los últimos partidos y clavó un cabezazo estupendo luego de un tiro libre perfectamente ejecutado por Rivero. Y en la réplica, Castro metió un cabezazo en el travesaño. Iban algo más de cinco minutos y había un presagio de buen partido que se prolongaba en la falta de marca en el mediocampo, que se convertía en un sector de paso libre y franco para los dos.
Gimnasia le ponía un delantero bien abierto a Bruno Pittón (Zalazar), pero Bruno Pittón se iba al ataque con soltura y decisión, ganándole las espaldas a Pintado y llevándole más de un problema a una extrema defensa local que no daba ninguna sensación de seguridad. Cada pelotazo para Orsini (tuvo dos mano a mano claros) o Balboa se convertía en una posibilidad cierta de llegar al gol. Y lejos de refugiarse en el fondo o de achicar hacia atrás, Unión seguía jugando en cancha ajena como si el partido estuviese empatado. Y lo ganaba desde el mismo arranque.
El festejo de Balboa. Foto: Demian Alday Estevez
Unión nunca le escapó a ese marco de intensidad, de ida y vuelta. Atrás, crecía el muy buen trabajo de todos, especialmente de Corvalán. En el medio, los volantes se las ingeniaban, con mucha movilidad, para encontrar espacios para jugar. Y arriba, las oportunidades no faltaban, pero no había precisión para convertir, a esas ocasiones, en jugadas claras de gol.
Ese excelente comienzo de partido de Bruno Pittón se convirtió en un final de la primera etapa en la que tuvo que jugar decididamente de lateral porque empezó a subir Pintado por allí y porque levantó muchísimo el rendimiento de Zalazar, convertido en una pesadilla por su atrevimiento para encarar. Y fue el mejor pasaje de Gimnasia, sobre el mismo cierre de una etapa inicial que tuvo media hora de protagonismo tatengue y situaciones más claras, pero que se le complicó a la visita.
Espinoza revisa el VAR. Foto: Demian Alday Estevez
Hasta que apareció otra vez en escena el VAR jugándole una mala pasada a Unión.
Vieron una mano que no había observado Espinoza. Y la decisión fue penal para Gimnasia. De Blasis le pegó con maestría, suave y a la izquierda de Cardozo que fue para el otro lado. Y así, Unión se quedó sin la victoria parcial por la que había hecho más que Gimnasia.
¿Qué había dejado el primer tiempo?, la sensación frustrante de no haber aprovechado esos buenos 20 o 25 minutos iniciales en los que podría haber aumentado la diferencia que había alcanzado en el principio del partido. Adentro del área no se aprovechó debidamente lo que se generó desde el medio, creció el rival y con la ayudita del VAR (la mano fue de Torrén) pudo llegar al gol del empate que castigó a Unión.
Y si ese 1 a 1 del primer tiempo era castigo, ni hablar cuando Castillo metió un cabezazo algo defectuoso para encontrarse con una falta de reacción de Cardozo y así posibilitarle a Gimnasia la chance de dar vuelta un partido que le era desfavorable en el trámite. Pero que Unión no había podido resolver mejor en el primer tiempo, dándole vida a un equipo al que había superado.
El Kily decidió romper la línea de cinco con los cambios. Sacó a Vargas y a Torrén, metió a Gerometta y a Gamba, en tanto que también Roldán reemplazó a Rivero. Armó un 4-3-3 para ir a buscar el empate. Pero un par de minutos después sacó a los dos “9” (Orsini y Balboa) para darle lugar a Domina y a Morales. Refrescó el ataque sin resignar a ese 4-3-3 con el que decidió jugar la media hora final del partido.
Kily González. Foto: Demian Alday Estevez
Dio resultado, porque una proyección de Corvalán –que se cansó de rechazar pelotas y empujar al equipo- finalizó con un disparo suyo cayéndose adentro del área luego de un pase de Gamba y la aparición de Morales para ayudar a que la pelota ingrese al arco de Ledesma, poniendo un poco más de justicia a un partido que a Unión se le había escapado de una manera inadmisible.
Ya por ese entonces, el partido estaba abierto y daba para que se lo llevara cualquiera. Unión ya no se acomodaba bien en defensa y cada centro que caía en el área era un sinónimo de peligro para Cardozo. Ya habían quedado en el pasado los merecimientos que hizo Unión en el primer tiempo y los golpes que le dio Gimnasia en el cierre del primero y el comienzo del segundo para dar vuelta el resultado.
Era “palo y palo”, con errores, sí, pero con una marcada vocación por parte de los dos para ir en búsqueda de la victoria, aunque los principales méritos los hizo Unión, que encontró justicia con el tiro del final de Mosqueira que rozó en Jerónimo Domina y descolocó a Ledesma.
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