El mercado de pases nulo de Unión: ¿no se pudo incorporar o no se quiso?
En algún momento, el Kily presionó porque la inhibición no se levantaba y los refuerzos no llegaban. El viernes dijo que no hay que buscarle más "el pelo al huevo" y se hizo cargo de las culpas por no haber traído a nadie.
Cristian González y su rostro serio en pleno partido ante Lanús. Le ha dado una idea de juego y el equipo es, adentro de la cancha, lo que es ha mostrado como jugador y también como persona: la intensidad y emotividad con la que juega Unión está exento de cualquier crítica. Foto: Ignacio Izaguirre.
Fragapane no vino porque Unión estaba inhibido y, posiblemente, porque sus pretensiones económicas excedían claramente lo que el club podía pagar. En esto es posible que las culpas sean principalmente de los dirigentes. Malcorra no vino porque su pretensión, en caso de salir de Rosario Central, era la de jugar y el técnico no estaba en condiciones de asegurarle titularidad en virtud de los buenos rendimientos de los mediocampistas, sobre todo de Rivero, el futbolista cuyas características se acercan a las de Malcorra. En esto, quizás la culpa sea del entrenador.
El Kily le puso punto final a esta discusión por los refuerzos. "¿Quieren que me haga cargo de la no llegada de alguien?, listo, me hago cargo, yo soy el responsable", dijo el entrenador. Todos sabemos que esto no es así. Y todos sabemos que el mercado de pases más largo de la historia se convirtió en nulo de incorporaciones (a lo de Vanetta no se lo puede tomar como algo productivo hasta que los hechos no demuestren lo contrario), cuando Unión tenía la posibilidad económica de traer los jugadores que el técnico pretendía.
Una mezcla de jóvenes del club y apuestas que han dado resultado. Esta foto marca claramente lo que es el Unión del Kily, al que le ha faltado la cuota de jerarquía que debía buscarse en este mercado de pases. Mosqueira, Pardo, Rivero, Paz y Vargas abandonan el campo de juego al cabo del primer tiempo. Foto: Ignacio Izaguirre.
"Se hizo un scouting de 150 jugadores", dijo el Kily, como una manera de expresar dos cuestiones: 1) que hubo búsqueda y análisis de posibilidades; 2) que ninguna alternativa evaluada fue lo suficientemente seductora para que se convierta en un objetivo a traer.
Unión vendió a Luna Diale cuando el Kily, con Luna Diale en el plantel, había señalado la necesidad de buscar jugadores con capacidad para la creatividad y el manejo de la pelota. Esto lo buscó en los dos mercados de pases anteriores, recibiendo contestaciones negativas por Jonathan Gómez. "A Gómez lo fuimos a buscar, le ofrecimos una suma de dinero muy importante y terminó eligiendo Rosario Central por menos plata", se comentó en los pasillos de Unión. Jonathan Gómez no vino a Unión y Unión, ya sin Luna Diale, no salió a buscar alguna alternativa de esas características y más allá del buen rendimiento de Simón Rivero. Lo necesitaba. En realidad, lo necesita.
Spahn dijo que a Munúa se le pagaron 600 mil dólares en efectivo, por el mismo dinero se compró la mitad del pase de Balboa y antes había ocurrido lo mismo con Pardo, el mayor descubrimiento de los últimos tiempos. Si a estos datos se le agrega lo que arroja el informe respecto de lo que Unión tiene por cobrar en este año y el que viene -más allá de reconocer un fuerte déficit operativo que obliga a la venta de un jugador por año-, la realidad es que Unión disponía de recursos para mejorar el potencial del equipo. Pero no llegó nadie. Al contrario, se fueron dos jugadores titulares.
Hay algo en lo que el Kily no se equivoca y es un mérito: ha conseguido formar un equipo serio, comprometido, intenso y emotivo como él, pergeñado a su imagen y semejanza, activo, competitivo, que no se achica y que busca siempre la victoria. Pero está claro y demostrado que algo le falta. Ese algo no llegó.
Luego, el mismo técnico hace un "raconto" de situaciones que mucho tienen que ver con un proyecto deportivo, pero que en algún momento fue algo que no le alcanzó para satisfacer sus pretensiones. El Kily menciona las oportunidades que le da a los pibes del club, a quiénes potenció en algunos casos e hizo debutar en otros. "Estos mismos pibes son los que pusieron la cara el año pasado para salvarnos del descenso", dice el entrenador. Y ahí se anota un punto bien grande a favor el técnico, porque logró una doble maduración: la de él como técnico y la de su equipo, más serio, más sapiente adentro de la cancha y más rendidor.
"Vamos a dar pelea", dice el Kily. Uno cree que esa pelea es meterse en la Copa Sudamericana, algo que, de por sí, sería un muy buen logro para Unión luego de un 2023 de sufrimiento. Es lo que tiene a mano, alejado de cualquier duda respecto de la continuidad en Primera. Si lo consigue, elevará aún más su cotización como entrenador pues se dará en el marco de un torneo en el que la situación económica del club vislumbraba otro tipo de mercado de pases y otra política para elevar la jerarquía del plantel. Y esto no ocurrió.
El Kily no quiso darle demasiada identidad a las declaraciones del presidente Spahn en relación a ese "contrato abierto". Con los pies sobre la tierra, el técnico sabe que los resultados son condicionantes en el fútbol. El dice que está "a muerte con Unión" y es para creerle. Lo demuestra, lo recalca a cada rato y nadie puede dudar de su palabra. El no lo dijo, pero es posible que haya recibido algún llamado en todo este tiempo de algún club interesado. Negó siempre lo de Boca, pero es posible que alguien u otro club haya pensado en él. El Kily sabe que una buena campaña lo pondrá sobre el tapete (cosa que ahora lo está). Y también sabe que si mete a Unión en la Sudamericana, es un firme candidato a quedarse a jugar ese torneo. Y quizás allí pueda incorporar lo que ahora no se pudo. O no se quiso.
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