Luis Spahn no es un hombre del fútbol. Tampoco es alguien con historia dirigencial en Unión. No es un Super Manuel Corral —que llegó a presidente luego de tener una carrera como directivo—, ni Ángel Malvicino ni Juan Vega, que también tenían su recorrido cuando les tocó ocupar el sillón mayor. Esto no es ni bueno ni malo, ni mejor ni peor. Spahn está a punto de convertirse en el cuarto presidente en ascender durante estos 104 años de historia que tiene Unión. Su mérito es grande, a pesar de no tener ese conocimiento acabado del club por haberlo transitado desde diferentes lugares.
Spahn no es un hombre de fútbol pero llegó a tiempo a Unión. Primero, fue buscado para un proyecto que no se concretó (Pilar del Tate) pero para aportar ese millón de pesos que le dio aire a una devastada economía (durante la presidencia de Malvicino y por gestión de Jorge Molina). Luego fue candidato a vicepresidente primero en las elecciones perdidas con Vega. Por último, llegó a Unión en medio de otra crisis institucional y económica que requirió de su chequera. Así de simple: Luis Spahn fue, como pasó con otros y en otros tiempos, un “salvador” para Unión.
Me une a Spahn una relación normal, de respeto. Seguramente, coincidiremos y nos cuestionaremos mutuamente, como en cualquier vínculo de dirigente a periodista. He tenido algunas charlas muy interesantes, he conocido aspectos de su vida, de cómo fue creciendo como empresario y económicamente. Sé de su denodado esfuerzo porque Unión sea un club sustentable en lo económico. Es muy sincero en sus expresiones. “Luis, ¿cómo están las cosas en lo económico?”, le pregunté el domingo a la tardecita en Rosario. “Mal, como siempre”, me contestó.
En una pared de una dependencia de la ciudad que está ubicada en Rivadavia y la Cortada Falucho, está escrito “Spahn ladrón”. Dicen que no es la única. Eso molesta, irrita y sorprende. ¿Por qué justo en este momento?, ¿de dónde viene?, ¿quién manda a pintar en contra del presidente?, ¿por qué se lo quiere difamar?, ¿por qué desde la cobardía de una pintada?, ¿por qué desde ese tipo de mensaje mafioso, comparable con las amenazas telefónicas recibidas también por algunos jugadores?
Spahn no necesita que un periodista lo defienda ni mucho menos que explique que no es un ladrón, que no vino a Unión a “robar” sino a poner y mucho. Spahn llegó ahora a salvar a Unión. Probablemente fue convocado hace varios años a hacer un negocio que no se concretó. Pero hoy es el presidente que está salvando las papas. No se lo merece.