Alguna vez, Dante Panzeri eternizó su famoso "el fútbol es la dinámica de lo impensado". Una sentencia tan certera como ideal para explicar estos partidos en los que el resultado se mueve sin demasiados fundamentos o de una manera inesperada. Estas cosas suceden. Pero no hay que quedarse sólamente conque "son cosas del fútbol". Tiene que servir de aprendizaje para que no vuelvan a suceder. Porque no puede ser que Unión haya tenido una hora de un fútbol intenso, con mucha concentración, de gran esfuerzo y entrega, superando claramente al rival, para que todo eso que tanto costó construir, se eche por la borda en cinco minutos de fatalidad.
Lo reconoce claramente Munúa, cuando dice que "hicimos muchísimos méritos para no sufrir este golpe. El primer tiempo del equipo fue muy bueno, fuimos claros dominadores, profundos e insistentes. El arranque del segundo tiempo fue de la misma manera. Ellos dejaban espacios después del gol y quisimos aprovecharlo, pero un golazo de otro partido cambió la historia y en cinco minutos nos ganaron el partido. Eso nos generó mucho nerviosismo. Nos vamos jodidos", sentenció un Munúa que dio claras muestras de insatisfacción cuando se produjo el gol del empate de Colidio y ni hablar unos minutos después, cuando Sosa -en la primera pelota que tocó- puso el 2 a 1.
"Unión fue superior a Tigre y en dos jugadas nos ganaron el partido. No me gusta perder de esta manera, pero al equipo se lo vé fuerte más allá de los resultados. No tengo dudas de que este es el camino. Seguramente ahora me vendrán con las estadísticas (lleva seis derrotas consecutivas en el torneo local), pero ví un Unión fuerte", dijo el técnico. Y es cierto. Unión jugó realmente bien la primera hora del partido. Apretó, inclinó la cancha hacia el arco de Marinelli, lo ahogó a Tigre en todos los sectores de la cancha, lo atacó de distintas maneras aunque sin la profundidad o la precisión deseada en los últimos metros. Y logró en el complemento, a través de Álvez (de muy buen partido, defendiendo muy bien la pelota y yendo al roce constante con los zagueros rivales) el gol que le daba total justicia al resultado. Un resultado que se dio vuelta por parte de un Tigre que aprovechó esos famosos "detalles" que tanto mencionan los técnicos cuando quieren explicar cosas que pasan y para la que no existen muchos fundamentos.
Mirá tambiénUn zapatazo cambió todo: Unión cayó ante Tigre"Tenemos un equipo competitivo y a eso lo demostramos en la serie de la Sudamericana. No podemos volvernos locos, sé que hay que mejorar, pero esto recién empieza. Y si de algo estoy seguro, es que jugando de la manera que lo hicimos hoy, estaremos mucho más cerca de ganar que de perder". Y también tiene razón.
Mientras Diego Martínez puso a Colidio para evitar la proyección de Vera y tratar de complicarlo, Munúa repitió una vieja fórmula con Machuca (ponerlo por Peralta Bauer cuando el resultado es favorable y así capitalizar espacios que se podían abrir en el campo rival). Ese sector terminó siendo una de las claves, sobre todo por el desequilibrio de Colidio (figura preponderante del partido en sólo 45 minutos) y porque cuando Martínez puso a Sosa para tener un marcador fresco para Machuca, lo primero que hizo Sosa fue ofrecerle a Colidio la posibilidad de hacerle el 2-1 a Vera y así llegar al segundo gol de Tigre.
Este partido tiene que servir de aprendizaje para Unión. No quedarse en la simpleza de que son cosas que pasan o que el fútbol es así. La sensación de desperdicio se hace muy notoria y desvanece todo lo que el equipo había construido durante una hora de partido. Construir castillos sólidos y no de arena es el gran desafío. En Primera División, no hay espacio para dormirse ni para la desconcentración. Unión estuvo cinco minutos "en la luna" y fue suficiente para que le derrumben lo que tanto esfuerzo -con un buen funcionamiento colectivo e individual- le había costado para superar al rival en todos los aspectos hasta ponerse, con justicia, en ventaja en el resultado. Una hora le llevó a Unión todo eso, pero lo echó a perder en cinco minutos.