La noche que los hinchas de Unión hicieron saltar y emocionar a los jugadores
Una multitud de hinchas de Unión se agolpó frente a la puerta del Hilton Copacabana. Los jugadores salieron a la puerta y cantaron junto a ellos. Algunos lagrimearon y no podían creer lo que estaban viviendo.
La noche que los hinchas de Unión hicieron saltar y emocionar a los jugadores
Era difícil, casi imposible, sustraerse de semejante euforia. El Litoral llevaba adelante en vivo un programa especial desde la misma puerta del hotel ubicado en la esquina de la avenida Atlántica y Princesa Isabel, en pleno corazón de Copacabana, en la zona de Leme y entre los puestos 1 y 2, para aquéllos que se manejan con estos parámetros tan habituales en esta ciudad que no duerme y siempre se divierte.
Salían de todas partes los hinchas de Unión. Llegaban con sus banderas y su emoción a cuestas. También con sus conservadoras y bebidas refrescantes para mitigar el calor que no cesa, ni aún por la noche. Se les notaba la euforia, la alegría y la ilusión de querer ayudar para que el club viva uno de sus momentos más trascendentes de su historia.
Hay que tallar de la mejor manera este 26 de abril de 2022. Pero antes hubo un 25 que no se olvidará tan pronto. Los jugadores habían llegado alrededor de las 6 y cuarto de la tarde (ya noche) del entrenamiento que se llevó a cabo en el campo deportivo del Flamengo, bajo la atenta “mirada” del Cristo Redentor, cuya figura allá arriba se veía solitaria y fiscalizadora de ese entrenamiento que fue liviano, con una charla larga de Gustavo Munúa, quien como nadie sabe de la importancia de este partido para su joven plantel y para él también, por esa historia que escribieron los uruguayos hace 72 años y porque será la primera vez que pise este legendario estadio.
El bullicio se fue haciendo ensordecedor. Nosotros, con la cámara de “Coto” Nicola, intentábamos mostrar y narrar lo que no se podía explicar demasiado con palabras. Ni siquiera con imágenes. Había que sentirlo interiormente y exteriorizarlo. Se quebraban las gargantas los hinchas. Y saltaban. Se emocionaban. Muchos lloraban.
Los jugadores fueron saliendo de sus habitaciones hacia el lobby. No era suficiente. Había que salir a la vereda. Estar con ellos. Cara a cara. Mano a mano. Y de pronto, el contagio vino “desde afuera hacia adentro”, como si el 15 de Abril repleto estallara en un solo grito para que los once de adentro se encarguen de hacer lo que mejor saben hacer. Y los jugadores empezaron a saltar y a cantar con ellos, con los hinchas. Y varios no pudieron contener las lágrimas, porque en ellos también hay un proceso interior muy importante, muy grande, estremecedor y motivante.
“Si no te motivás con esto, es porque sos de madera”, alguien le escuchó decir a Brítez. Y Roldán, que no es de Santa Fe pero por sus venas corre sangre del interior, de tierras adentro por más que haya vivido en la capital cuando jugaba en Boca, lagrimeaba de emoción porque veía en cada hincha el esfuerzo y el sacrificio que alguna vez él mismo tuvo que hacer cuando salió de su Villa Mercedes natal.
Y ni hablar de los pibes del club, de los que nacieron en la escuelita que con orgullo, memoria y justo reconocimiento lleva el nombre de Diego Barisone (él habrá saltado desde el cielo como un hincha más), de los que hace un par de años nada más, antes de esta maldita pandemia que tanto nos horrorizó, estaban en la reserva y soñaban con vivir algo bueno en un futuro inmediato. Y también de los más grandes o de los que recién están conociendo el mundo Unión, ya curtidos en este tipo de exigencias futboleras (Polenta, Ramos, el Loco Álvez), que seguramente están “mamando” lo que es Unión. Y dándose cuenta de lo que puede ser capaz el hincha, para valorarlo y para jugar por la camiseta y defender con honor esos colores.
No fue un “banderazo” más. Fue “el banderazo”… En Río de Janeiro, donde el domingo terminó el mítico y famosísismo “carnaval carioca”, pero allí nomás se inició el “carnaval tatengue”.