Los temas hablados, las explicaciones que dio el presidente luego de las declaraciones del entrenador y una sentencia: a Fragapane, hoy, hay que ir descartándolo.
Post partido Estudiantes-Unión. El Kily González manifiesta su disconformismo con dos frases: 1) “Cada vez que vuelvo de vacaciones, Unión está inhibido”; 2) “Esta situación cansa”. Transcurre la semana, el presidente Spahn se disgusta con esas declaraciones, no hay diálogo con el técnico y se llega al domingo siguiente.
Post partido Racing-Unión. El Kily llega a la sala de prensa del Cilindro, se sienta con cara de pocos amigos. Dice primero que no va a hablar de los dirigentes, pero en tres oportunidades dice la misma frase: “Yo ya sé lo que tengo que hacer”. Y ante la consulta del enviado de El Litoral sobre aquél “cansancio” del post Estudiantes, señala sin dudar: “Estoy un poco más cansado”.
Cigarrillo en mano, el Kily salió a la puerta del estadio luego de esa charla con la prensa y se puso a fumar como si fuese una persona común y corriente, pero no alguien conocido y en un lugar en el que todavía había gente dando vuelta. Era el desahogo que encontraba para la derrota (inmerecida) y para la situación (club inhibido e imposibilidad de sumar refuerzos), indeseada.
Casasol, práctica del plantel. En el final de la misma, charla a fondo del presidente con el técnico. Hubo interlocutores, pero lo que interesaba era que el “mano a mano” se diera. Que Spahn y el Kily se vieran las caras y hablaran. Muchas veces el Kily dijo públicamente que tenía una buena relación con el presidente. Y muchas veces el presidente dijo que tenía buen diálogo con el Kily. Pues bien, no había demasiados motivos entonces para que esta clarificación de algunas cuestiones se diera antes. El tiempo pasó, cierta dosis de paciencia del Kily se agotó y llegó el momento. Tarde, pero llegó.
Kily González. Crédito: Matías Nápoli
¿De qué hablaron?, básicamente, dos temas: 1) Inhibición; 2) Refuerzos. Una cosa trae aparejada la otra. Sin levantar la inhibición, no pueden haber incorporaciones. Y sin levantar la inhibición, ni siquiera se pueden intensificar gestiones, porque, ¿cuál es la respuesta inmediata del futbolista con el que se habla para sumar al plantel?, “no podemos avanzar porque el club está inhibido”. Y ahí se termina o se enfría todo.
¿Cuál es el problema que tiene Unión para levantar la inhibición, además de los inconvenientes para hacerse de los dólares o girar al exterior?, la falta de un acuerdo con Pascual Lezcano, el representante de Munúa. “A cada ofrecimiento que Unión hace, él contesta que no. El contrato tiene penalidades y multas, pero a cada oferta que se le hace, dice que no”, le habría comentado Spahn al Kily, señalando los inconvenientes que hoy subsisten para el levantamiento de la inhibición en esta relación con un personaje bastante particular que hay en el fútbol como es Pascual Lezcano, que no era el representante de Munúa cuando el uruguayo llegó a la ciudad, de la mano de aquella secretaría técnica comandada por Battión y Amut.
Automáticamente, cuando se pasa al segundo tema (el de los refuerzos), se vuelve al primero (la inhibición) porque una cosa depende de la otra. ¿Qué pidió el Kily?, Fragapane por Luna Diale. “Peón por peón”, si se permite el lenguaje ajedrecístico. ¿Qué le dijo Spahn?, “Cristian, a Fragapane no lo vamos a poder traer. Hoy está descartado. No queremos cometer el mismo error por el tema de los dólares porque después el Banco Central no nos autoriza a girar y vamos a tener el mismo problema, tropezaremos nuevamente con la misma piedra”.
¿Y entonces?. El Kily, básicamente, pidió reemplazar a los que se fueron. “Luis, tenemos que traer alguien por Luna Diale y alguien por Vera. Al menos, vamos a tratar de mantener el nivel que teníamos”, fue el primer reclamo. Absolutamente valedero y necesario, aunque no del todo suficiente. Si lo que se buscaba, con esta “furia vendedora” en la que entró Unión desde hace un tiempo (más de 20 millones de dólares ingresaron por ventas), era potenciar el plantel, no sólo hay que reemplazar el nivel de los que se fueron, sino elevarlo con la llegada de jugadores que refuercen y mejoren lo que hay.
Luis Spahn. Crédito: Pablo Aguirre
¿Cómo calificarían a la reunión?, preguntó El Litoral. “Positiva”, contestaron. Si hubo algo bueno (buenísimo diría) es que se juntaron, que charlaron frente a frente, que se vieron las caras y que hubo explicaciones. Quizás el técnico haya comprendido algo más de los problemas del presidente. Pero el presidente debería entender – uno supone que lo sabe muy bien – que tiene frente a sí un momento trascendente y para aprovechar, dejando de lado el sufrimiento casi terminal del año pasado y pensando en un objetivo más grande como el de volver a incursionar en el terreno internacional.
Mucho se ha hablado en esta ciudad del sentido de pertenencia. ¿Quién duda que este plantel lo tiene?, ¿quién duda que cuando el Kily dice que tiene la camiseta de Unión puesta, está faltando a la verdad? Se nota. Hubo un crecimiento del técnico (una maduración diría), se nota que hay armonía y respuesta plena de sus jugadores, el grupo está sano y la competitividad está a la vista (con mucho menos potencial, nombres y billetera, Unión sometió por momentos a Racing ante 40.000 hinchas del rival).