Más allá de los dos resultados (derrotas), los partidos con River y Banfield habían dejado marcada preocupación por dos aspectos: 1) la ausencia de un volante central con contención; 2) la falta de fútbol. Para el punto 1, bastaba con repasar lo que había ocurrido desde los 15 minutos del primer tiempo ante Boca y en el partido con River: la decisión del entrenador de pasar a Juan Carlos Portillo a la mitad de la cancha. Para el punto 2, la salida de Acevedo y el bajo nivel de Cañete, en varios momentos (por ejemplo ante Banfield) obligado a salir jugando desde muy atrás, sin pesar en el campo rival.
Sorpresivamente, cuando el extravío, la desorientación, el desorden y la impotencia imperaban, se produjo un cambio rotundo en el nivel futbolístico del equipo. Algo se mantuvo (el poco peso ofensivo que tiene el equipo), pero Unión fue otra cosa ante Lanús. Tuvo más la pelota frente a un rival que cuenta con suficientes argumentos de buen juego. Y aumentó sus variantes ofensivas, insisto, por más que el peso específico ofensivo, adentro del área, haya sido muy escaso.
Azconzábal planteó el mismo esquema que utilizó ante Banfield, pero con un par de retoques absolutamente necesarios para que el equipo levante su nivel, más allá de que hubo dos jugadores clave para conseguir ese propósito. El 5-3-2 o 5-2-3 según cómo se lo ubique a Zenón (volante o delantero), estuvo muy mejorado por la decisión de poner dos marcadores de punta con proyección. Vera y Esquivel abrieron la cancha y tuvieron más criterio para atacar que Blasi y Corvalán, los que ocuparon esos lugares ante Banfield. Esto le dio variantes ofensivas al equipo. Y después, lo de Cañete y Mauro Pittón, que por momentos se adueñaron de la pelota y se "comieron" la cancha.
Esta vez, Unión no extrañó ni la ausencia de un "5" recuperador en el medio ni tampoco la de un Acevedo que había sido muy importante en el mejoramiento futbolístico que se dio en el torneo anterior y también en el nivel de Cañete. Mauro Pittón retomó en gran parte aquél nivel casi de excelencia que lo había llevado a la más alta consideración en el equipo de Madelón, marcando y jugando. Se nota que le estaba haciendo falta más continuidad. El acierto de Azconzábal fue mantenerlo y Mauro respondió. Estuvo más suelto, más cómodo en la cancha, se hizo de la pelota siempre, la administró bien, lo hizo jugar a Cañete, le dio la libertad para que acompañe en ataque y todo eso fue beneficioso para el equipo.
Allí, en la gran mejoría de esa dupla, estuvo el secreto de la levantada del equipo. Aparte, la actitud. Unión salió a jugar con mucha decisión. Y cambió también esa imagen de extravío que había PREOCUPADO, con mayúsculas, en el partido ante Banfield. Pasó de jugar el peor partido (aún comparándolo con River por la distinta jerarquía de los rivales) al mejor, en cuestión de días nada más. Sin cambios en el esquema, pero con modificaciones de nombres que esta vez le dieron la razón a un entrenador tan cambiante y volátil como Azconzábal, que en 32 partidos que lleva dirigiendo a Unión casi nunca (o nunca) mantuvo una misma formación titular de un partido al otro.
Unión no merecía ir perdiendo cuando Sand aprovechó un inentendible error defensivo en el córner de Malcorra y luego demoró hasta los 40 minutos del segundo tiempo para poner algo de justicia en el resultado final. Y digo "algo", porque en el balance final fue más consistente lo de Unión que lo de Lanús. No está mal el empate, máxime si nos detenemos en ese gol anulado en posición dudosa a Malcorra. Pero no es faltar a la verdad si se dice que Unión fue un poco más que Lanús. Ni es poco en este momento de desesperanza futbolera, dudas y desconcierto por el que atravesaba el equipo de Azconzábal.
Las oportunidades que tienen otros, no llegan para Fernando Márquez. En este aspecto, la diferencia que establece el técnico es grande. Si bien cuando llegó no rindió de la manera esperada (fue el "9" que buscaron para que sea el titular) y perdió el puesto con Juan Manuel García, la falta de gol que vienen teniendo los delanteros y el escaso poder ofensivo que tiene el equipo, hacen que la pregunta se plantee de manera obligada: ¿qué pasa con Márquez?
En este fútbol que permite cinco cambios, las chances para el "Cuqui" casi no existieron. Y eso que ante Boca ingresó y le dio, con un oportuno cabezazo, la posibilidad de empatar el partido. En esta ocasión, ante Lanús, teniendo en cuenta que el equipo tenía buena apertura por afuera con la proyección de Esquivel y Vera, que luego fue reemplazado por Roldán, quien ingresó con esa intención de seguir proyectando juego por afuera, y también Machuca (otro que reclama mayor presencia en cantidad de minutos, porque siempre entra bien), era una buena oportunidad de jugar con jugadores que aprovechen la gran cantidad de centros que se tiraron. Pero el técnico sigue priorizando a otros "9", dándole escasas chances a Fernando Márquez.
Ahora vendrá el turno de esperar a Nicolás Blandi, otro jugador "por adentro", como García, Cordero y el "Cuqui", con buen juego aéreo y con la necesidad de que el equipo lo abastezca. Si bien la idea de poner a Juárez no estuvo errada, porque le dio movilidad al ataque, también es cierto que Azconzábal jugó con dos "9" contra Banfield, la tarde que no podía tener desborde por los laterales por las características de los jugadores que puso en esa función, pero en cambio podía esperar que lo tuviera en cancha de Lanús, jugando con Vera y Esquivel. Era para tener a los dos "9" en este partido y no ante Banfield, porque las pelotas llovían adentro del área con mayor asiduidad que el miércoles pasado en Santa Fe.
¿Cuándo llega Blandi?
De acuerdo a lo que pudo averiguar El Litoral, Nicolás Blandi tiene vuelo de regreso a la Argentina a mitad de esta semana, pero se estaba gestionando la posibilidad de adelantar el viaje desde Santiago de Chile, donde hay una buena cantidad de argentinos que no pueden salir del país por las restricciones sanitarias.
Una vez que el delantero, que tiene todo arreglado con Unión, llegue al país, deberá hacer los siete días de aislamiento obligatorio y luego se sumará al plantel de Azconzábal.
Si esto se confirma, recién la segunda semana de agosto podrá incorporarse al plantel (antes del partido con Huracán), pero habrá que ver cómo llega y cuánto tiempo necesita para ponerse en forma. Dylan Gissi, por ejemplo, arribó a Santa Fe y un par de días después fue al banco y ya debutó, ingresando cuando se cumplían 14 minutos del segundo tiempo por Portillo (sintió una molestia en el primer tiempo y pidió el cambio).
Seguramente, con Blandi esto no ocurrirá y recién habrá que pensar si estará en condiciones de jugar a partir de la séptima fecha, cuando Unión reciba a Talleres o bien en la octava, cuando viaje a Mendoza para enfrentar a Godoy Cruz.