Derrota con San Lorenzo y lesión de Gastón González
Ante el Santo, Unión vivió su propio infierno
El equipo jugó muy mal ante un rival desjerarquizado que lo complicó. La impotencia fue el común denominador y, como si esto fuera poco, no sólo se lamenta el 1-2 sino la lesión de Gastón González, que está vendido al Orlando City de Estados Unidos pero sin seguro.
¡Qué mal jugó Unión! Sólo por eso se puede explicar esta derrota ante un rival desjerarquizado, conflictuado y sumergido en una grave crisis deportiva e institucional. Unión fue una “sombra” del equipo que, de local, siempre brindó imágenes convincentes e intensas. Fue otro equipo el de Munúa, mucho más emparentado con ese que, de visitante, defecciona y desciende considerablemente en su nivel. Lleno de impotencia, casi no creó situaciones de gol. Si bien San Lorenzo hizo lo que debía hacer (apenas con orden y contundencia en dos jugadas de pelota quietas que le dieron la justa victoria)
Unión jugó el peor primer tiempo en Santa Fe. Justamente de local, circunstancia ultra favorable siempre, vio la imagen más desdibujada del equipo de Munúa. Un equipo quieto, sin sorpresa y que “bebió de su propia medicina” cuando a los 7 minutos ya perdía el partido. El momento más propicio siempre para Unión –el arranque de los partidos- se convertía en el más perjudicial. Gattoni aprovechó el hecho de haber quedado solo en un córner y le pegó de “tijera” metiendo la pelota lejos del alcance de Mele. Un baldazo de agua fría inesperado, aunque justificado después cuando la falta de reacción se hizo muy evidente.
Tapados Machuca y González (San Lorenzo paró una línea de cinco con el debutante Giay, surgido de San Carlos, y Fernández Mercau bien abierto por los laterales), a Unión le faltó sorpresa. Dispuso de la pelota y el terreno pero no supo qué hacer. Con la pelota, porque le faltó claridad y desequilibrio individual; y con el terreno, porque la quietud de mitad de cancha hacia arriba hizo que no se generaran espacios.
Tanto fue el déficit pronunciado del equipo y la incapacidad para progresar en la cancha, que apenas tuvo una situación clara para convertir: fue sobre el final del primer tiempo, cuando un rebote llegó a los pies de Corvalán, que estaba adentro del área y no pudo dominar bien la pelota, permitiendo que llegue Jalil Elías, el ex Unión, para arrojarse al piso y tapar el posible remate.
Mal Unión, también con imperfecciones defensivas, inseguro a pesar de que San Lorenzo no atacó mucho. Y si algo le faltaba, fue lo de Merlos, que permitió que se corte mucho el juego y adicionó muy poco. Y esa discontinuidad terminó beneficiando a San Lorenzo.
La impotencia siempre superó a las ganas en el segundo tiempo. Hubo algo de empuje, de amor propio, pero nada de claridad. Munùa esperó un cuarto de hora para ver si el equipo reaccionaba. Como eso no pasaba, tiró a la cancha todo lo que tenía. Primero entraron Roldán, Gallegos y Zenón; después Juárez y Bucca. En ese momento en que metió los últimos cambios, vino el segundo de Gattoni (otra jugada de pelota quieta) y a los pocos minutos, la lesión de Gastón González (complicada teniendo en cuenta que a principios de mayo debe irse a Estados Unidos y que el presidente Spahn dijo en varias oportunidades que no se le pudo hacer el seguro de riesgo para cualquier eventualidad, que en realidad ocurrió).
Brítez y Polenta empujaron, pero inevitablemente se terminó cayendo en algún pelotazo frontal o una pelota filtrada sin precisión. Unión recién pudo poner a un jugador mano a mano con Torrico cuando se aprovechó un rechazo corto de Zapata y la pelota fue capturada por Bucca, adentro del área, para rematar y convertir el descuento, ya en tiempo de descuento.
Perdió bien Unión porque jugó mal. Y por momentos, muy mal. Sin ideas desde el principio, pero sin esa convicción y actitud arrolladora que siempre se le destacó en su propia fortaleza, es decir jugando de local en su estadio. Unión fue un equipo impotente y previsible. Sin desbordes por afuera (el técnico rival supo, con el armado de la línea de cinco, taparle espacios) y sin el resto físico suficiente en algunos jugadores. Apenas el empuje de Nardoni mientras tuvo aire y las ganas de Gastón González para intentar algún desborde, algo que no ocurrió por el otro lado, donde ni Machuca en el mano a mano, ni Blasi (sin dudas que está para marcar y no para ser útil en esta clase de partidos) pudieron aportar algo de desborde o desequilibrio.
Unión cayó en un error repetido en este equipo: el de meterse en problemas cuando el rival le cede la pelota y el terreno. Se siente mejor en otro ámbito, en otro contexto. Por eso aprovecha cuando convierte un gol tempranero y juega con el adelantamiento del rival. Se siente más cómodo bajo esa circunstancia y no tanto cuando debe asumir el protagonismo.
Si a eso se le agrega que el equipo dio muestras de cansancio o por lo menos no mostró la respuesta física habitual y acorde a la reclamada y elogiada intensidad, se llega a una clara conclusión: ¡Qué mal jugó Unión!