¡Justo contra Unión!, dirán los hinchas tatengues. Es que no son tres partidos más para Carlos Tevez. De mínima, por empezar, como un simple detalle, pueden ser sus últimos tres con las camiseta de Boca. Nada menos. Justo él, el último ídolo, el que volvió para llenar solito una Bombonera (y sin partido), está ante esa encrucijada que plantea su realidad futbolística, el vencimiento de su contrato y las elecciones presidenciales. Por eso, si llega a ser el final de su ciclo en el club, no se lo quiere perder de ninguna forma. Y en las prácticas sigue dando buenas señales para estar presente en lo que queda de esta parte del torneo.
Carlitos se propuso aprovechar este parate por fecha FIFA para intensificar la recuperación de su desgarro y llegar bien al partido contra Unión, el domingo 24 en la Bombonera. Será el primero de la serie que seguirá con Arsenal otra vez en casa y frente a Central en Rosario. Justo el día después de ese choque, el domingo 8 de diciembre (en principio Boca jugaría el sábado 7), las elecciones en el club empezarán a influir en su futuro.
Mientras tanto, se prepara con todo.
En la práctica de ayer jueves ya empezó a trabajar con pelota. Sí, todo un avance en la recuperación de su lesión muscular. Si bien se trata de las más leves (grado 1 en el aductor mayor izquierdo), la realidad es que el “Apache” viene a buen ritmo. De hecho, durante el entrenamiento lo exigieron bastante con un circuito físico (realizó pasadas) y terminó respondiendo bien.
Cuando llegue el partido contra Unión, Tevez ya habrá cumplido casi 20 días del diagnóstico de su lesión. Y como es un desgarro chiquito, como se dice usualmente, seguramente tendrá el alta médica bastante antes. Además, está dando todas las señales como para sumarse al plantel la próxima semana. Si es así, tendrá tiempo para ponerse a tono en lo futbolístico y volver a ser titular, como pasó contra Arsenal (hasta ahora sólo faltó ante Vélez).
Después, claro, él ya avisó que quiere seguir jugando, que diciembre del 2019 no será el final de su carrera y, a partir de ahí, todo estará por verse. Si es en Boca o con otra camiseta de un equipo del exterior, ya que Tevez también dejó en claro que en Argentina no se pondrá otra casaca que no sea la azul y oro.
Hubo un tiempo, hace ya muchos años, en el que estaba de moda apostar por un equipo de memoria. El técnico de turno, después de algunas pruebas lógicas en el inicio de la temporada, encontraba el 11 ideal y se la jugaba por esos 11 a más no poder. Justamente se le decía así porque a cualquier hincha de Boca que se le preguntara la formación, la podía repetir de corrido sin dudar y sin equivocarse. Hoy, principalmente en este semestre, es casi imposible que alguien pueda acertar cuál es el equipo de memoria de Gustavo Alfaro: en los últimos 20 partidos no repitió ni una vez.
Hay distintas razones por las que Lechuga no pudo mantener una formación de un partido a otro ni poner los mismos 11 dos veces en el semestre. En el arranque, la primera razón fue la rotación entre los que jugaban la Copa Libertadores y los que lo hacían en la Superliga. Pero, a la vez, por lesiones y suspensiones, tampoco pudo sostener los 11 entre la ida y la vuelta de octavos de final contra Paranaense. En esos primeros cinco partidos, hizo cuatro veces nueve modificaciones y una, ocho...
Ni siquiera Esteban Andrada pudo estar en todos los partidos del semestre. Alfaro decidió darle descanso frente a Almagro en la Copa Argentina y apostar por Marcos Díaz, que tuvo su única presentación del semestre en el encuentro en el que Boca quedó eliminado por penales.
Los cambios se mantuvieron después de ese comienzo, porque entre los octavos y los cuartos de la Libertadores el DT perdió a Nahitan Nández, aunque para los duelos frente a Liga pareció haber encontrado el equipo. De hecho, si hay que recitar una formación ideal de Lechuga en este semestre puede decirse que es ésa, con Salvio en lugar del uruguayo, los pibes Weigandt y Capaldo, Mac Allister asentado entre los titulares y Zárate-Ábila como dupla de ataque.
El récord de modificaciones las realizó por rotación, para la presentación ante Banfield entre los dos juegos contra Liga y entre el clásico frente a Racing por el torneo y la revancha copera ante River. En los tres casos, el DT realizó diez cambios, con Andrada con el único intocable...
A partir de los cuartos de la Libertadores, sin embargo, empezó otra historia, la de las lesiones. En ida contra los ecuatorianos perdió a Zárate y en la vuelta, en medio de cuestionamientos por no guardar jugadores luego de la goleada de visitante, se le cayeron Salvio y Ábila durante el primer tiempo. Y con ellos tres, la estabilidad, la consolidación y la identidad que se estaba consiguiendo se desmoronó justo para el tramo decisivo de la Libertadores, con las semifinales frente a River por delante.
Weigandt y Capaldo perdieron el puesto. Los lesionados no terminaron de recuperarse y jugaron salteado. Soldano jugó de ocho. Reapareció Almendra. Fabra le ganó el lugar a Mas. Se lesionó Tevez. Entre Hurtado, Ábila y Zárate ocuparon la posición de centrodelantero en los últimos tres partidos por el campeonato.