Tim, el famoso entrenador brasileño que armó el equipo de los Matadores de San Lorenzo, inmortalizó aquél concepto que le viene bien a este presente de Unión: fortalecerse atrás significa ser cada vez menos adelante.
A Unión lo complica todo. Lo complica la falta de gol de sus delanteros, pero también lo complica que cada vez genera menos frente al arco rival. Acá radica la gran paradoja entre lo que quiere el técnico y lo que ejecuta el equipo en la cancha. El Kily quiere protagonismo, quiere un equipo intenso, que piense en el arco de enfrente. Pero resulta que el equipo no tiene claridad, que ha perdido variantes y frescura, que ya los rivales lo tienen "junado" y que los problemas son tan repetitivos como difíciles de solucionar. Y eso es peligroso.
Unión ha ganado muy pocos partidos con el Kily. En la Copa de la Liga pasada, apenas 3 sobre 14. En esta, sólo uno sobre 5. Si tomamos en consideración sólo estos dos torneos, Unión ganó 4 partidos de los últimos 19. Es demasiado poco y, a la vez, muy peligroso. Por algo, la amenaza hoy no está centrada en la tabla acumulada del año (que recién empieza y falta una "eternidad"), sino también en la de promedios. Esto, el año pasado, no existía. O sea que la situación de este año, en cuanto a la estabilidad, es peor que la del 2023 cuando Unión zafó en la última fecha.
Entonces, aparece en escena aquella frase que inmortalizó Tim (su nombre real era Elba De Padua Lima), el técnico brasileño que armó el equipo de los Matadores de San Lorenzo en 1968, que permitía que sus jugadores vayan el sábado al cine o que Rendo se retire de la concentración porque le resultaba más cómodo dormir en su casa. Eso sí, aquella libertad tenía un precio: al otro día, en el partido, había que responder en la cancha. Y así armó uno de los equipos más recordados de la historia de San Lorenzo.
Mateo Del Blanco arrancó de volante y terminó de lateral. ¿le dará el Kily la chance de volver a jugar en la línea de cinco en reemplazo de Bruno Pittón? Créditos: Pablo Aguirre
La frase que inmortalizó Tim, fue la de la manta corta: si te tapás los pies, te destapás la cabeza; y si te tapás la cabeza, te vas a destapar los pies". Algo de eso le está pasando a Unión. Hay un sistema defensivo que responde, porque así como a Unión le hacen goles, también es difícil que le hagan (en tres de los cinco partidos de esta Copa de la Liga mantuvo la valla invicta). Y en el sistema defensivo, hay ocho jugadores que tienen características y obligaciones para trabajar cuando no se tiene la pelota (el arquero, los cinco de atrás y dos de los mediocampistas). Eso significa que hay muchos que participan de ese rol defensivo y pocos a los que les caben las mayores obligaciones de generar fútbol y convertir goles.
Contra Racing, Unión jugó bien. Pero fue sólo en ese partido. Ante Estudiantes, jugó mejor y mereció otra cosa. Pero ya fue menos que ante Racing. Y luego, los partidos siguientes fueron marcando un declive en el nivel futbolístico del que el técnico toma nota cuando admite que "hay que mejorar muchísimo".
El diagnóstico aparece como claro, pero las soluciones posibles no terminan de cerrarle al entrenador. El Kily no parece dispuesto, por ejemplo, a provocar un cambio de esquema que permita incluir jugadores de buen pie en el medio para que se juegue a otra cosa. O al menos con otras posibilidades potenciales cuando se tiene la pelota. Ya los rivales lo conocen. Saben que Unión es un equipo que tiene juego por afuera y le tapan la subida de los laterales. Las cosas que antes funcionaban, con Vera por un lado y Zenón (el año pasado) por el otro, ya no son tan peligrosas. Y el juego interno es escaso. Por eso se retrocede tanto, jugando muchas veces la pelota hacia atrás para empezar de nuevo cuando se intenta por los costados y los caminos están obstruidos por el rival.
Desarmar la línea de cinco sería la alternativa más a mano. En esto, el Kily ha sido bastante estructura y continuó aplicando aquella "herencia" que recibió del Gallego Méndez. Pero enseguida se dio cuenta y tomó nota de los problemas, cuando esa seguidilla de cuatro empates 0 a 0 después de su debut con derrota ante Atlético Tucumán, le fue marcando una pauta de lo que podía ocurrirle. Unión, con el Kily, estuvo cinco fechas sin marcar goles en el torneo de la Liga y recién logró hacerlo en la última fecha, cuando venció a ese Defensa y Justicia con suplentes que vino a la avenida y al que le ganó 2 a 0. Después, lo ya comentado más arriba de la Copa de la Liga 2023 y esta que tiene recién cinco fechas de vida.
El Kily había exigido refuerzos y jerarquía para este mercado de pases. Faltó traer un generador de juego. El apuntado fue Jonathan Gómez. Según el Kily, el ofrecimiento económico fue muy bueno. Nadie lo duda. Pero dijo que no. Primero, señaló que se quedaba en Racing, después terminó yéndose sobre el cierre del libro de pases a Rosario Central. Punto y aparte. Segundo intento fallido por un jugador que, evidentemente, muchos deseos de venir no tenía. Se dice que hubo alternativas (una fue la de Julián Palacios, el enganche de San Lorenzo que al final decidió irse a Grecia). Pero ahí faltó alguien que llegue para generarle algún socio a Luna Diale. Eso es lo que no tiene Unión, al menos por ahora. Además de la ausencia de goles.
Los grandes goleadores reconocen que a veces se les cierra el arco, pero que cuando se les abre, entran en un período de estado de gracia. Primero, creo que Unión no tiene un "gran goleador" en su plantel. Ninguno tiene esa chapa. El otro día, Lucas Gamba dijo después del partido con los mendocinos que "no importa quién haga los goles, sino que importa que gane el equipo". El tema es que, para ganar, hay que convertir. Y en Unión, eso es lo que falta. Y segundo, que en ese sentido no se apuntó bien o no se tuvo suerte con lo que se eligió. En su momento, Unión lo tuvo a Triverio, luego hizo algunos goles Riaño, después le llegó el turno a Soldano y todos ellos con Gamba ayudándolos y aportando también lo suyo. Desde que Soldano dejó el club, Unión no encontró un solo jugador que le brindara esa eficacia ofensiva que hoy no tiene.
Insisto en algo que es para cualquier orden de la vida: si uno quiere cambios, no debe hacer lo mismo. El Kily no toca el esquema y sólo mueve algunas fichas individuales. Esto condiciona la solución a que los jugadores se despierten y hagan lo que hasta ahora les está costando muchísimo en medio de este esquema.