Ganó bien 2 a 1 y fue más que Banfield, a pesar del apretado final
Unión y su ADN uruguayo de transpirar la camiseta
El equipo de Munúa pegó primero en los dos tiempos, fue ordenado, tuvo dos o tres figuras de gran rendimiento como Calderón, Nardoni y Portillo, que marcaron el camino del sacrificio y sigue siendo implacable de local.
Va y va Unión. No para. Somete a los rivales con un derroche físico que, inclusive, equipos preparados para ser intensos ni siquiera pueden igualarlo. Cuando puede, intenta jugar. Agrega una cuota de fútbol. Se dio en el segundo tiempo, sobre todo. Porque en el primero, Banfield manejó un poco más la pelota. Pero Unión se quedó con los tres puntos porque lo mereció y porque tiene muy bien aprendido el libreto que ha traido este entrenador que ya empieza a hacer sonar su nombre en el fútbol argentino.
El arranque demoledor, rasgo distintivo, cuando se puede, de este Unión de Munúa, tuvo su premio cuando el partido estaba en su etapa embrionaria. Iban apenas cuatro minutos cuando llegó el córner desde la izquierda y la aparición de Polenta por el segundo palo, para conectar una pelota bien cabeceada en el primero que descolocó a toda la defensa y también a Bologna.
Cuando Banfield emparejó el partido y empezó a tener más la pelota, Unión nunca perdió dos aspectos vitales: 1) el orden defensivo; 2) la irrenunciable capacidad para correr y pelear cada pelota como si fuese la última. Nadie trota en Unión, todos se empeñan en recuperar el balón y ser solidario con el compañero en problemas. Un claro ejemplo fue el Pajarito Juárez, vital en el comienzo del partido, que luego fue una buena compañía para Brítez primero y para Agüero, cuando entró en su reemplazo, para controlar la subida permanente de Quinteros, un lateral que no paró de subir por el costado izquierdo hasta que se fue reemplazado sobre el final del primer tiempo.
Banfield tenía más la pelota, pero sin profundidad. En esto, mucho contribuyó ese buen escalonamiento defensivo de Unión, que jamás fue sorprendido mal parado o dejando espacios. Encomiable –y elogiable- el despliegue de Nardoni y Portillo, inteligentes y atentos para el relevo mutuo y el de cualquier compañero que aporte alguna sorpresa en gestión ofensiva, e impasable Calderón atrás, más allá de ciertas imperfecciones en algunos pelotazos que no tuvieron un buen destino y acabaron en los pies o la cabeza de un rival.
Unión dio la impresión de que si apuraba, Banfield temblaba en el fondo. Lo consiguió con un remate del Pajarito que se fue cerca del ángulo superior derecho de Bologna y un centro bajo de Peralta Bauer que no tuvo una buena reacción por parte de Álvez, que si se tiraba al piso y conectaba, marcaba el segundo de Unión.
Como un calco estratégico, Unión salió a definir el partido en el segundo tiempo. Y lo logró a los 10 minutos con el gol en contra de Lollo, cuando antes Mele había tapado un mano a mano a Álvarez en la única jugada en la que superaron a Calderón, una de las grandes figuras de Unión junto a la dupla de volantes centrales, y Corvalán, también de buena actuación, estuvo a punto de convertir en un mano a mano que tapó Bologna.
Era 2-0 y hasta los cambios le daban resultado a Munúa. Zenón, por izquierda, entró bien; Bucca le dio aire al mediocampo, aportando contención y juego, mientras que Machuca fue una insinuación permanente por derecha. En contrapartida, no pasó lo mismo con Dabove, que no tuvo el mismo resultado más allá de que el gol del descuento lo hizo Enrique, uno de los que ingresó.
Mariano Cuvertino El secretario de Gobierno de la provincia de Santa Fe
Galería Bica: Unión vs. Banfield
Unión siguió ejerciendo el control y la “alambrada” del final no se justificó para nada. Los exagerados ocho minutos que dio Baliño –de floja actuación- pusieron sobre el tapete el resultado del partido, que al final se inclinó en un estricto acto de justicia hacia el equipo que jugó mejor y que ganó con justicia el partido.
Este Unión de Munúa sabe lo que quiere, derrocha entrega y con eso somete a los rivales. Está preparado de manera estupenda para sostener un ritmo vertiginoso durante todo el partido. Por momentos aporta fútbol, en otros se queda en eso, en la encomiable entrega. Pero va y va. No se frena nunca. Y de local, se tornó imbatible.