El partido de Álvez: jugó como pudo y Unión lo extrañó a lo “loco”
Estuvo en duda hasta último momento y fue titular aunque llegó con lo justo desde lo físico. El amor propio le permitió poco más de un tiempo. Se lo notó disminuido a pesar de su sacrificio.
El partido de Álvez: jugó como pudo y Unión lo extrañó a lo “loco”
Una duda se hizo presente la semana pasada en Montevideo, cuando el chileno Cristian Garay marcó el centro del Gran Parque Central y dio por consumada la derrota de Unión ante Nacional en el partido de ida de los octavos de final. Una duda que se mantuvo hasta menos de una hora antes del comienzo de la revancha, momento en que aparecieron las planillas oficiales confirmando las alineaciones iniciales.
Esa incógnita finalmente se resolvió de la manera en que lo esperaba todo el mundo Unión. A 20 días de su desgarro, y pese a haber estado entre algodones, el “Loco” Jonatan Álvez iba a ser de la partida. Desde el arranque, sin dejar pasar ni un instante, para ser líder espiritual y referente de ataque de un equipo necesitado de salir a quemar las naves.
No hace falta escarbar demasiado para encontrar argumentos favorables a esta decisión. La experiencia de un jugador de mil batallas, el olfato goleador de un tipo que supera largamente los 100 gritos y todo lo que genera su enjundia a la hora de disputar cada balón, alcanzan y sobran como fundamentos para mandarlo a la cancha aún sin estar al máximo de sus posibilidades. Seguramente así lo pensó Gustavo Munúa y actuó en consecuencia, tras debatirlo con sus colaboradores, incluido el cuerpo médico, por supuesto.
El partido del “44” comenzó alejado de la pelota. La primera jugada de ataque lo mostró movedizo y pidiéndola constantemente, aunque sin entrar en contacto con ella. Sabedor de su misión de ir por todas, se tiró encima del brasileño Coelho, que en el primer despeje mostró dudas. La primera vez que lo buscaron fue a los 7 minutos, con un lateral largo que apenas pudo peinar débilmente en el primer palo.
En el cuarto de hora inicial siguió sin entrar demasiado en juego, más allá de que estuvo activo sin pelota. En un trámite disputado, de pierna fuerte y juego cortado se vio obligado a retroceder demasiado para meterse en la lucha y eso lo alejó del arco rival. A los 22 pivoteó de espaldas, tocó con Luna Diale y fue a buscar al vacío, pero varios metros detrás del lugar donde realmente inquieta.
Crédito: Pablo Aguirre
Lo mejor de su producción se vio cerca de la media hora de juego. A los 26 minutos recibió por primera vez de frente al arco y en la puerta del área, no la pudo dominar y optó por abrir para Vera que se proyectaba sin precisión. Pero entrar más en juego lo favoreció.
De hecho, al ratito quedó de cara al gol en una jugada que construyó con Britez, tocando atrás y posicionándose dentro del área donde recibió pero demoró un instante entre el control y la definición, lo cerraron justo pero pudo haber sido el 1 a 0.
En ese ratito dejó todo el resto que tenía. Forcejeó con los defensores, pivoteó un par de veces y terminó la primera mitad como pudo: con visibles gestos de dolor, tomándose la cara y dando señales de no poder continuar.
Pese a esto salió a jugar la segunda parte y aguantó diez minutos más ya sin gravitar. Apenas si tocó un balón, detrás de la mitad de la cancha y tirándola al lateral al querer abrir para la subida de Vera.
Salió muy aplaudido porque la gente premió su sacrificio y el deseo de estar, aunque sea en una pierna, aunque el físico le haya jugado una mala pasada.