Enrique Cruz (h)
Madelón tiene una base titular que se recita de memoria, como pasaba hace muchos años en el fútbol argentino, pero apela a la intensidad del fútbol de estos tiempos.
Enrique Cruz (h)
No debe haber otro equipo en el fútbol argentino que sostenga una formación-base como lo hace Unión. Del torneo pasado al actual, apenas una sola modificación en el equipo titular: Troyansky por Soldano. Muchos dirán que “corre el riesgo de tornarse previsible”, pero otros asegurarán que no hay nada mejor, para un entrenador, que encontrar el “equipo que se recite de memoria”, como sabe decir el inefable Coco Basile.
En estos tiempos modernos, parece ser que la tendencia es a los cambios. Antes, los equipos se recitaban de memoria porque los planteles eran más cortos (en cantidad) y porque los entrenadores buscaban eso: un equipo titular que le responda. Lo conseguían y lo respetaban.
Los tiempos actuales colocan a las titularidades prendidas de alfileres. Y los técnicos tienen esa intención permanente de buscarle vueltas al asunto, cambiando sus equipos y adecuándolos, por ejemplo, a las características del rival. Esto también existía antes. En Unión, por ejemplo, son “famosas” algunas decisiones, como cuando un día lo pusieron a Trullet de “8” para marcar a Alonso o a Duilio Dagametti, también en esa posición y para hacerle personal a Bochini. Pero era un retoque en el equipo y frente a determinadas circunstancias (un rival especial con algún jugador desequilibrante que merezca mayor atención).
Unión es de los equipos que no cambia. Es muy posible que Madelón piense en el rival y adopte algunas medidas. Tampoco se va a regalar. Pero es un entrenador que, ante todo, tiene a su propio equipo como consigna. Y así fue desde que asumió. La gran virtud fue que encontró rápidamente la formación titular; supo mantenerla porque los resultados lo respaldaron y le dio un estilo de juego bien definido, que los jugadores supieron interpretar y responder.
Unión juega 4-4-2, presiona con los dos delanteros esperando delante del volante central (como lo hicieron el domingo con Guiñazú, quien bajaba a recibir la pelota y tenía a Soldano y Troyansky dispuestos a apretarlo) y cuando recupera la pelota sale con rapidez.
Unión debe ser uno de los equipos del fútbol argentino que más vertiginosamente efectúa ese pasaje de recuperación-ataque. Vamos a un ejemplo concreto: Bottinelli elige salir jugando desde el fondo con un pelotazo largo buscando la cabeza de Soldano para que la “peine” (tiene un salto muy eficaz el delantero rojiblanco y gana mucho en ese aspecto); si la pelota es rechazada por el defensor que lo marca, ahí es donde los volantes aprietan para buscar la “famosa segunda pelota”; y ahí es cuando el equipo efectúa esa transición de recuperación-ataque de una manera rápida, vertical y peligrosa, porque a los dos delanteros se le suman los cuatro del medio. Y enseguida pasan todos al ataque.
Eso es trabajo. Como también es trabajo lo que se ve por los laterales, con las sociedades que se forman entre Martínez y Zabala por un lado y ahora que volvió Bruno Pittón, entre él y Fragapane. A esas duplas se le suman los delanteros para triangular, o los dos volantes centrales. Estos movimientos de Unión están aceitados. Y tampoco sorprende que el equipo pueda ganar un partido con dos goles de cabeza: 1) porque hay coordinación de movimientos entre los delanteros para ocupar espacios en el área; 2) porque tanto Soldano como Troyansky son jugadores que “atacan” la pelota. Es decir, no la esperan, van a buscarla y anticipan al defensor que sí la espera y que se sorprende porque no ve al delantero que viene desde atrás.
Unión había quedado desmemoriado la semana anterior. La producción del equipo ante Sarmiento de Resistencia fue muy floja, inesperada, casi inconcebible para un equipo como éste de Madelón, por más que se reconozca que todo equipo tiene el “derecho” de jugar mal un partido. Lo de Unión no fue malo, fue muy malo. Y el mismo entrenador lo reconoció cuando dijo una frase muy interesante: “Ni aún ganando yo sentía que estábamos cómodos en la cancha”. Cambió rotundamente la historia en una semana. ¿Se puede achacar a los cambios?, no creo. Bruno Pittón se repitió de un partido al otro y había sido una modificación para jugar con los chaqueños. Y no creo, terminantemente, que la ausencia de Zabala y de Troyansky para darle paso a Compagnucci y a Andrada, haya sido tan relevante para impedir que el rendimiento se haya acercado, aunque más no sea, a lo que uno pretende de este equipo.
De todos modos, hay algo que por la excelente preparación física que tiene este plantel no se nota y es la de saber hasta qué punto hay una respuesta adecuada en Unión si al equipo le faltan varios jugadores al mismo tiempo. “Droopy” Gómez es un muy buen jugador que el domingo se hizo dueño de la pelota y la toqueteó cuando el equipo ganaba, pero su gran calidad y jerarquía —de la que Madelón jamás renegaría porque es lo más parecido a él, como jugador, que hay en el plantel— no encuentran un espacio en un esquema tan rígido como es el 4-4-2 de Leo.
¿Y después?, De Iriondo siempre cumple y allí no hay objeciones. Habrá que ver lo de Andrada, aunque Troyansky, si repite lo de este partido contra Talleres, hasta está en condiciones de hacer olvidarlo a Gamba, lo cual no es poco. Y quizás se encuentre buena respuesta en el pibe Blasi y en Zurbriggen si falta alguno de los centrales. Si faltan uno o dos, el equipo puede responder de la misma manera. Así debería ser. Porque cuando funciona, el que entra lo hace bien porque el resto mismo lo potencia. La cuestión es si Madelón tiene que echar mano a varios en algún momento de bajones individuales o de lesiones o suspensiones.
Lo primero, lo de bajones individuales, prácticamente no se ha dado en la temporada y pico que lleva Madelón desde su vuelta; y lo de las lesiones tampoco, porque si algo debe destacarse en Unión, es la gran preparación física de este equipo de la mano de un excelente profesional como el profesor Mariano Lisanti, colaborador fundamental de Madelón para que el técnico pueda desarrollar su estrategia.
Hay una idea de juego y hay convicción también para desarrollarla. El Unión de Talleres entusiasma a su gente, la identifica con el equipo. Sabe que hay limitaciones y defectos, pero este grupo de jugadores ha logrado algo que a Unión se le negaba sistemáticamente. Y sigue abonando el promedio con puntos que le vienen muy bien. En esa generosidad para el despliegue y el sacrificio, en la total sumisión a sus propias limitaciones para saber qué es lo que se puede y qué es lo que no se debe hacer, en la templanza de su técnico para capear los pequeños temporales (como el de la mala actuación ante los chaqueños) y en la humildad que se nota que existe dentro del grupo, están los argumentos que muestra este Unión de la solidaridad y el apego a la intensidad y el sacrificio.
La reserva quedó segunda
La victoria de la reserva de Unión ante Talleres por 2 a 0, con goles convertidos por Machuca, de tiro libre y Andereggen, permitió que el equipo de Eduardo Magnín alcance la segunda posición en la tabla, con 10 puntos, detrás de San Lorenzo (el único que le ganó hasta ahora) y Rosario Central.
Además, Nicolás Andereggen, con cinco goles, quedó al frente de la tabla de goleadores de esta divisional. Este chico al que Madelón hizo debutar con cortísima edad, quedó un poco relegado del equipo principal en los últimos tiempos, pero este buen momento le permitirá, con total seguridad, un rápido retorno a los primeros planos.
¡Qué partido el lunes...!
El encuentro entre Racing, puntero del torneo con 13 puntos, y Unión se jugará el próximo lunes pero adelantándose una hora el inicio: comenzará a las 20.
El motivo del pedido por parte de Racing se debe a que el martes que viene está programado un paro general que, naturalmente, tendrá repercusión en el transporte público. La idea de Racing era que se jugara a las 19 como muy tarde, pero Superliga decidió que se inicie a las 20, terminando a las 22 y dándole dos horas de tiempo a la gente para el regreso a sus hogares.
Racing viene de ganarle a Lanús, está invicto —al igual que Unión— con cuatro victorias y un empate en los cinco partidos que jugó.
Gabriel Arias volvió a ser clave para sostener el triunfo de Racing ante Lanús. El arquero neuquino, nacionalizado chileno, dejó su arco en cero en cinco de los siete partidos que lleva disputados en la Academia, que se ilusiona con él bajo los tres palos.
Pero más allá de su buena actuación, el ex Defensa y Justicia contó que pagó las consecuencias de la gira asiática de Chile durante la fecha Fifa. “Muy largo el viaje, la verdad es que es complicado. Estuve casi todo el partido mareado, bajé cuatro kilos. Fue muy difícil la gira allá, toda la vuelta. Fueron 60 horas de vuelo, pero la verdad es que estoy contento porque se dieron las cosas”, contó en diálogo con Fox Sports tras el triunfo ante el Grana.