(Enviado Especial a Buenos Aires)
Argentinos fue intenso, lo apretó, no le dio espacios y llevó a Unión a jugar un partido flojo. El 2 a 0 fue el fiel reflejo de lo que pasó en el Diego Maradona. El "Tatengue" ni siquiera reaccionó cuando Munúa metió todo lo que tenía en el banco del medio hacia arriba para cambiar una historia que fue negativa en todo sentido.
(Enviado Especial a Buenos Aires)
La incomodidad fue constante para Unión. No le encontró nunca la vuelta al partido, bebió de su propia medicina frente a un rival que lo acosó, lo hostigó, lo ahogó y fue más en todo, tanto en lo futbolístico como también en la intensidad.
Al partido lo manejó Argentinos Juniors con holgura en el primer tiempo. Lo ahogó a Unión, lo apretó, no le dio espacios, le sacó la pelota y la manejó bien. Cabrera por derecha y Roa por izquierda fueron los que abrieron la cancha, con Nuss –desequilibrante- moviéndose por todo el frente de ataque y complicando a una defensa rojiblanca insegura.
¿Qué hizo Argentinos?, lo que todos imaginábamos: tenencia de pelota. ¿Qué hizo Unión?, en el primer tiempo, nada. Ausentes Castrillón y Machuca por los laterales, Unión no abrió la cancha. Y centralizar el juego lo llevó a caer muchas veces en ese embudo que le propuso Argentinos, más afirmado en el medio, ganando todas las divididas y negándole espacios y facilidades para el manejo de la pelota.
Unión no pudo acomodarse nunca en ese primer tiempo de superioridad clara del rival. Por eso, el gol de Avalos (a instancias del VAR cuando la asistente 2 lo había anulado por posición adelantada en una jugada que se revisó a partir de la posición inicial de Avalos, que peinó la pelota y luego fue a buscar el centro perfecto que le puso Roa para convertir) le puso justicia a un primer tiempo en el que Unión defeccionó.
No sólo el problema estuvo en la falta de espacios y el poco manejo de pelota que tuvo Unión, sino también en las carencias de contención en el medio (no funcionó la dupla Nardoni-Portillo) y los problemas de arrastre que tuvo la defensa, complicada durante toda esa parte inicial en la que el 1 a 0 hasta pareció mezquino teniendo en cuenta la diferencia que hubo entre los dos equipos.
Unión quiso ser compacto, esperando en la mitad de la cancha y defendiendo diez metros más delante de su área. Pero aún achicando espacios y juntando gente en 20 o 30 metros de la cancha, Argentinos se las ingenió para manejar la pelota. En ese aspecto, fue muy interesante lo del juvenil Federico Redondo, el hijo de Fernando. Buen porte, serenidad para manejar la pelota, siempre asegurándola y con cosas de su padre que lo fueron diferenciando. Fue Redondo la primera puntada de un equipo que encontró variantes y que fue muy superior a un Unión “quedado”, ausente, impotente y distanciado entre líneas.
Para cambiar, Munúa tiró a la cancha a Vera para que el equipo tenga una variante de ataque por derecha y a Roldán en el medio. Vio, el técnico, la necesidad de que el equipo mejore en el manejo de la pelota y equilibre un partido que le era desfavorable ante un rival que hasta mostraba más intensidad, aspecto en el que Unión generalmente no falla.
Antes del cuarto de hora, Alvez y Zenón a la cancha. ¿Cómo se paró Unión?, con Castrillón y Zenón por afuera y con el doble 9. Esto lo convirtió en un equipo más ofensivo, con llegada. Le anularon un gol porque Marabel la metió con la mano luego de un centro excepcional de Nardoni. Pero al menos se veía, por fin, una reacción de Unión. La primera vez que lo intentaba en el partido.
De todos modos y a pesar de que el segundo tiempo ofreció una versión algo mejorada o al menos más ofensiva, Unión nunca pudo ser superior a Argentinos. Y la muy buena definición de Avalos sobre el final, ganándole bien la posición a Vera y cruzando la pelota ante la salida de Mele, le dio el segundo gol que terminó con los sueños de empate de un Unión que se encontró con un rival que lo superó y le ganó bien.
No salió nada bien. Unión terminó jugando con Peralta Bauer arrancando desde atrás, con Roldán haciéndole compañía, con Alvez y Marabel jugando por adentro, pero le costó generar jugadas de riesgo. Todo se fue diluyendo y el resultado fue el fiel reflejo de lo que pasó en la cancha.
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